Capítulo 1

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Cannon Beach, Oregon

Candace

Terminé el libro el cual había estado leyendo por varios días cuando me doy cuenta de que, una vez más, era de madrugada. Era increíble, sin importar que pastilla o que té para dormir tomara, siempre caía en lo mismo. Leer. Para mí la lectura no era un hobbie, ni una actividad secundaria, era algo fundamental en mi vida. Fundamental como lo es el agua, el sol, la luna, el dinero, etc. En cualquier estado de ánimo en el que me encontrara (feliz, triste, enojada, etc) leía. Rápidamente me levanto de mi sofá y me meto en la página de Goodreads en mi laptop para ponerle leído y una puntuación de cuatro estrellas a A Dos metros de ti, un libro en el cual el amor sobrepasa una enfermedad tan grave como lo es la fibrosis quística pero sin un final cliché, por lo tanto no fue otro del montón.

Decidí revisar mi teléfono porque había pasado horas sin revisarlo y veo un mensaje de Ethan:

-Te extraño.

Ethan es mi ex. Pensando en cómo responderle sin sonar grosera pero tampoco demostrar que yo también lo extrañaba, me dirigí a la cocina a buscar un vaso de agua, porque estaba sedienta. Naturalmente, mis padres y mis dos hermanos estaban dormidos, o eso creía yo.

Sin pensarlo tanto le respondí a Ethan:

-Lo hubieras pensado antes de serme infiel.

Y dejé caer el teléfono justo en el momento en que mi hermano mayor, Diego, entraba por la cocina como si fuesen la cinco de la tarde, cuando todos pensábamos que estaba dormido.

-Chissstt-Se puso un dedo entre los labios indicándome que no hablara en tono alto mientras entraba por la puerta que daba a la sala principal- solo estaba con unos amigos en una fiesta de una de las fraternidades, ni siquiera he bebido.

Aunque sabía que mi hermano era un mujeriego, sabía también que no era de los que se emborrachaban todos los fines de semana ni de los que se drogaban. Pero cambiaba más de chica que de boxers.

-La verdad me da igual.-Respondí- De todas maneras ya me iba a dormir- y haciendo un ademán con las manos como diciéndole buenas noches, me fui a la cama.

En la cama me quedé pensando en que rápido había pasado este verano y en el hecho de que solo faltaba una semana para empezar clases otra vez. El último año colegial antes de ir a la universidad. Siendo sincera, extrañaba un poco el colegio (menos las tareas) pero la verdad, dejando las tareas aparte, me divertía más que en vacaciones. Ya que en mi familia somos cinco, salir de viaje salía muy costoso y teníamos otros gastos por los cuales preocuparnos, como la universidad. Era una gran ayuda para mis papás que Diego haya tenido una beca debido a su gran desempeño en el fútbol.

Y pensando en la escuela, la universidad, los libros y en todos los misterios del universo, finalmente me quedé dormida.

Al día siguiente me levanté temprano, a pesar de haberme dormido tarde, debido a que Stefan, mi otro hermano, tenía la música a niveles escandalosos y de no ser por el sueño, habría dicho que las paredes retumbaban. Me levanté de la cama dispuesta a echarle una buena bronca y salí por el pasillo como un rayo. Pero toda ira alguna vez existida se extinguió cuando me llegó el olor de lo que definitivamente era mi desayuno favorito: Pancakes

-Buenos días- le digo a mi mamá, la cual estaba poniendo la mesa y volteando los pancakes con un gorro de chef que se había comprado en Walmart.- ¿Por qué Stefan tiene esa música tan alta?

-Buenos días cariño- me dijo con tono de agitada debido a su concentración en la cocina. Aunque no se le daba muy bien cocinar, realmente lo intentaba- ¿Estás segura de que es solo Stefan?- me preguntó guiñándome un ojo.

-¿Ah?-Digo. Impaciente por la respuesta, me dirijo al cuarto de mi hermano menor y me sorprendo al verlos a él y a mi papá en camisas de dormir y bóxers, jugando just dance.

-Lo que me faltaba- murmuró rodando los ojos. Aunque seguía un poco molesta de que no hayan tenido consideración con el volumen, no podía negar que era una ternura verlos tan enfrascados en el juego.

Estaban en la casa porque era sábado, y no trabajaban. Pero de lunes a viernes trabajaban mucho, por lo tanto no compartíamos tanto tiempo juntos a menos que fuera en la cena, donde a veces el único que se ausentaba era Diego.

-¡Candaaaace!-me grita mi mamá desde la cocina. Me había quedado hipnotizada viendo a los muñequitos bailando en el televisor.

-Voyyy- le respondo, y me dirijo hacia donde estaba.

-Cariño- me dice- estoy un poco preocupada por Diego. Desde que entró en la universidad no para de salir ni escaparse o llegar a altas horas de la noche, y aunque sé que es un buen muchacho- dijo ella con orgullo- sé qué mucha gente en este mundo no es tan buena como él, y me preocupa que vaya por malos caminos.

-Mamá, tranquilízate un poco- le contesté, sobándole el hombro- todos los adolescentes/adultos que van a la universidad son así. Raro es que no salgan nunca de fiesta, o no se tomé un trago de vez en cuando. Seguro tú en la universidad también festejabas mucho.

-Bueno, la verdad no mucho- me dice ella- no porque no quisiera, sino porque medicina es una carrera muy sacrificada. Hay que estudiar muchísimo si quieres ser un buen doctor.

Cierto. Mis padres son médicos. Estudiaron juntos y durante toda la carrera ni se vieron y se conocieron nada más que 3 meses antes de graduarse. Y después se casaron.

-Bueno pero te aseguro que Diego no anda en malos caminos- le dije, terminando de poner la mesa sin darme cuenta ni siquiera de que había empezado a ponerla.- ¿Podemos comer ya?

-Si cariño. Ve y avísale a Stefan y a tu papá.- Y dicho eso, me fui a buscarlos.

Diego no estaba en la casa. Los sábados trabajaba como repartidor de pizza para tener un dinero extra con el cual darse los lujos que él quería. Yo, en cambio, había trabajado en una librería durante 2 meses, donde conocí a, mucho después mi mejor amiga, Karen.

Llegué al cuarto de Stefan cuando vi a la dupla de baile empapada de sudor pero con una sonrisa de satisfacción en la cara: habían alcanzado la máxima puntuación en una de las canciones más difíciles.

-Vamos a comer- les dije. Los dos me miraron con una sonrisa radiante.

-Por fin, me muero de hambre-dijo Stefan con una cara como de alivio.

-Llevo 23 años conociendo a tu mamá y todavía no encuentro a alguien que haga los Pancakes como ella- dijo sobándose la panza.

Sentados todos ya en la cocina, reviso por primera vez en el día mi teléfono. Tenía unos mensajes de Karen, se estaba viendo Friends en netflix después de que se la recomendé hasta el cansancio, y le está encantando: ahora lo que hace es mandarme fotos bajadas de Pinterest de Ross y Rachel. Tenía otros mensajes de un amigo mío que hace poco se había ido a Italia por verano, Travis, y éste me contaba algo sobre los Stark, de Game of Thrones y por último tenía un mensaje de Ethan:

Te extraño, Candy. Sé que mi peor error fue serte infiel y espero algún día poder arreglarlo. No sabes cuanta falta me haces. Pero la verdad no te habría sido infiel sino pasaras tanto tiempo leyendo y trabajando en una librería, sabiendo que yo te podía dar todos los lujos...

¡Serás imbécil!- dije en voz alta sin querer y antes de darme cuenta toda mi familia había volteado a verme. Pedí permiso y me metí en el baño.

Era verdad que Ethan tenía una cantidad ridículamente grande de dinero, pero era un imbécil. Después de hacerme tanto daño me echa la culpa por su falta de auto-control. Cabrón.

Terminé de comer los pancakes y me devolví a cuarto sin dar explicación a mi familia de lo que había pasado. De repente me meto en mi laptop y al meterme en goodreads para buscar otro libro para leer, me sale un anuncio llamativo, que no sabía que cambiaría mi vida.

¿Competencia biblioteca?

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Hola! Espero les guste esta nueva historia. 

Intentaré actualizar todos los martes y viernes. 

¡Se vienen cosas buenas!


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⏰ Last updated: Sep 11, 2019 ⏰

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