Prólogo

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Arcadia
Milenios atrás
Él era el Rey de Arcadia. Su reinado era grande, y temido. Era un tirano, aplicaba el terror puro entre sus súbditos, cualquiera que le faltara el respeto, lo desobedeciera, o se atreviese a hablar en su contra, era ejecutado de la forma más brutal.
Sanguinario como pocos, a veces impartía castigos violentos por pura diversión, sonreía mientras veía a sus víctimas descuartizadas, despellejadas en vida, desmembradas, empaladas, decapitadas.
Disfrutaba del sufrimiento ajeno.
Tan terribles eran sus actos, que llegaron a oídos del mismísimo Zeus.
Él mismo bajó al reino de Arcadia, disfrazado de viajero, para ver si tales rumores eran ciertos.
Llegó hasta el palacio del rey, donde fue bien recibido.
Los sacerdotes presintieron el peligro, y le advirtieron al rey... que a lo mejor este viajero podría ser un enviado de los dioses.
El rey, lejos de tomar precauciones, decidió ponerlo a prueba.
Eligió a su hijo, Níctimo, el único que estaba en desacuerdo con sus hábitos violentos, y mandó a sus otros hijos a que lo maten, lo descuarticen, y le sirvan la carne al viajero.
Zeus en seguida se dió cuenta de lo ocurrido, y montó en cólera. Con sus poderes divinos castigó a Licaón y a sus hijos por tal aberración, convirtiéndolos en lobo.
Pero no contaba con que Licaón, gracias a los rituales que llevaba a cabo, tendría cierta magia.
Es gracias a esta magia, que él logró conservar ciertos aspectos humanos, creando así, al primer hombre lobo.
Él, junto a sus hijos, también hombres lobo, fueron desterrados del reino, mientras Zeus devolvía a la vida los restos de Níctimo, quien fue coronado como el nuevo rey.
Lo que las leyendas no contaron, es que Licaón vió la maldición de Zeus como una oportunidad. Usó su magia para expandir su licantropía. Generando así una plaga de licántropos que asoló gran parte de Grecia.
Los pueblos caían bajo su infecta influencia, convirtiéndose todos en bestias aullantes, bajo la luz de la luna llena.
Llegado su momento, los dioses se vieron obligados a intervenir, aniquilando a todos los licántropos.
Zeus se enfrentó cara a cara con Licaón, y lo venció.
Pero en vez de matarlo, decidió encerrarlo eternamente en el Tártaro, junto a los titanes.
El por qué no lo mató, nadie lo sabe, ni siquiera los demás dioses, ni siquiera su propia esposa. Simplemente no lo mató.
Licaón estuvo encadenado en el Tártaro, juntando fuerzas, aprendiendo de la magia de los titanes, recuperando su forma humana sin perder la licantropía, esperando la oportunidad para escapar y vengarse.
Y esa oportunidad llegó...
Estaba encadenado, cuando escuchó unos golpes devastadores al otro lado de las puertas adamantinas. Uno tras otro, parecían arietes.
Entonces las puertas cedieron, y un ejército de demonios entraron, y entre ellos, apareció Hella...
-¡TITANES!- exclamó ella con su potente voz -¡OS OFREZCO LA OPORTUNIDAD DE VENGARSE!- alzó sus manos, y su magia negra rompió las cadenas de todos...
Incluso las de Licaón.
-¡NOS UNIREMOS A TU CAUSA!- exclamó Cronos.
Salieron todos del Tártaro, Licaón veía a los titanes atravesar el techo abovedado del Erebo, yendo hacia el Olimpo.
Él no se interesó en unirse a la lucha...
Sabía que él sólo no podría contra los dioses...
Sabía que Cronos era muy engreído y arrogante, y que esa arrogancia sería su fin.
Sabía que eventualmente volvería al Tártaro.
Vió cómo los demonios arrastraban a Hades y a Poseidón, ambos derrotados e inconscientes, y los encadenaban en el Tártaro.
Se acercó a Hades y le arrancó una joya de su casco, la usó para volverse invisible y se fue.
Caminó por todo Erebo, hasta que encontró una fisura... -Así que los mundos están alineados... es hora de volver a casa- dijo, y con una sonrisa, saltó a la fisura.
Estuvo un buen tiempo, un par de años merodeando de mundo en mundo, a través de portales y fisuras, buscando su hogar. No mató a nadie, no quería llamar la atención de los dioses, se limitaba a escabullirse por entre las sombras.
Hasta que finalmente...
-La Tierra... mi hogar...- murmuró al verse en la cima de la montaña, viendo la ciudad de Andorra La Vella...

La Profecía Final II: Luna EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora