Parte Unica

125 21 4
                                    

Habian pasado dias en las que no pensaba en aquellas personas. Tal vez... Tal vez ni siquiera fueron días y solo fueron algunos meses en los que había olvidado a aquellos.

Su vida había cambiado demasiado. Seguía teniendo el mismo trabajo que hace casi seis años, eso nunca lo dejaría.

Pero ahora... Cuando creyó había olvidado a su mentor y las palizas que en su juventud le dio hasta acabar en cama con los huesos destrozados, él volvió a aparecer frente a él y no solo, ahora tenía a un nuevo subordinado. Muchacho que aunque fuese mayor de edad no se comportaba como tal. Su andar lo decía todo.

Las dos veces que tuvieron que unir bandos se dio cuenta que aunque pareciese un niño enclenque no lo era. Su debilidad era meramente su mente, recordar su pasado en el orfanato para ser exactos. Desde la última vez que estuvo a su lado había terminado de comprender el porqué Dazai había preferido al hombre tigre en vez del perro rabioso que una vez fue un ser humano sin emociones.

Todos esos pensamiento inundaron su mente al verlos salir uno al lado del otro de una cafetería que no era la que acostumbraban. Había una alta probabilidad de que hubiesen ido allí para buscar pistas de algún caso que les encomendaron o para entrevistar a alguna víctima o posible criminal. Le restó importancia. No iba a terminar a echar a perder el buen dia que llevaba.

Siguio caminando a donde lo habian citado: el apartamento de Chuuya. No le dijo exactamente para que proposito lo queria ver a pesar de que el azabache insistió con demasía. Al final, terminó por aceptar la invitación de su superior a su apartamento; además de que sería una falta de respeto el haberle rechazado tal invitación a esa persona, no porque fuera su superior en el trabajo. Sino porque era la única persona que había visto algo en él, más que solo ser una máquina de matar.

Al estar frente a la puerta del apartamento de Nakahara, estaba decidido en marcharse e inventar una excusa para explicarle la razón por la que no se presento. Sonaba muy tentador el decirle que tuvo un ataque de tos y Gin tuvo que quedarse a cuidarlo, si, eso iba a hacer, pero...

La puerta se abrió, y sin siquiera poder dar un paso para poder huir de aquel lugar, Chuuya lo tomó del brazo e hizo que entrara muy a la fuerza a su hogar.

Chuuya vestía uno de sus muy famosos trajes de gala junto a su acostumbrado sombrero, y, hubiese creído estaban ellos dos solos si no hubiese escuchada la delicada voz de una mujer, mujer era la mentora de su superior. Y a esa voz la acompañaron otras dos voces femeninas y otras de tres hombres diferentes.

Se terminó de quitar el calzado en la entrada del apartamento e ingresó al interior de éste. Como lo había suponido, no estaba solo con el pelirrojo. Chuuya había invitado, además de Kouyou, a toda la brigada del lagarto negro y al explota limón de Kaiji. En ese momento se estaba arrepintiendo de no haberse ido en el momento en el que estuvo frente al gran edificio, aunque su excusa no la iba a creer ni el gato del vecino, ya que Gin también se encontraba allí.

Era un ratón siendo casado y atrapado por varios gatos.

-Chuuya-san...

-Antes de que digas algo y decidas inventar algo para retirarte...- Le interrumpió el pelirrojo antes de que siguiera diciendo algo.- ¿No prefieres saber el por que estamos todos aquí?

-No.- Fue directo. En realidad, poco le importaba la vida de las personas que tenía frente suyo, lo único que tenía en mente era que solo quería irse de aquel lugar y regresar a su casa con el único fin de tocar su cama y alguno de los libros que tenía pendiente de leer.

Chuuya suspiró. Sabía cómo era el menor y no le sorprendía o enojaba el haber recibido ese tipo de respuesta de su parte, al contrario, sabía que iba a contestar aquello. No por algo lo conocía desde su adolescencia.

Gracias... (Bungou Stray Dogs - One-Shot)Where stories live. Discover now