La planta musical

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Hace cinco meses atrás, mi mamá me encargó comprar semillas para plantar en el jardín trasero, ella quería decorarlo con botánica. "Aquí tienes la lista con los nombres, pequeña Sonia," me dijo mi madre, "si no tiene, trae alguna que te recomiende el vendedor". Pues no, no tenía, y entonces el señor me recomendó unas especies de semillas que habían llegado al mercado recientemente añadiendo que era únicas y de edición limitada. Fue suficiente para convencerme y compre una bolsa de éstas.

Tiempo después de cuidar el jardín, (yo era la designada a esa tarea) se llenó de naturaleza, y el señor no se equivocó con decirme que eran plantas muy interesantes: Una vez que terminaron de crecer y fui a verlas, los colores brillantes que exhibían me atraparon, eran hermosas. Pero me pregunté primero si eran semillas modificadas ya que esos no eran colores normales en las plantas. Desde que tengo uso de razón hasta ahora con diez años me he interesado en la botánica a causa de mi mamá, y todo lo aprendo de ella. Esa es una de esas cosas. Mamá se había ido al súper mercado, y papá estaba trabajando, de modo que investigué por mi cuenta a esas plantas raras. Accidentalmente pisé una de las raíces exteriores y entonces escuché un sonido que me pareció un invento de mi imaginación: Una tecla de piano sonó en mis oídos. Aparté el pie sorprendida, pero volví a pisar esa misma raíz. El sonido era real. "¿Una planta que suena cómo un piano?". Había más raíces, de modo que investigué a base de mis pies: Ese sonido en diferentes escalas según que raíz pisaba se escuchaba. "¡Vaya!" dije sorprendida y una sonrisa se me escapó. Cuando fui a sentir el tacto de las hojas de colores radiantes, en alguna parte de mí, esperaba otro sonido de instrumento, y lo que escuché fue un xilófono. Con más ganas, toqué cada hoja y escuché cada deliciosa escala en mi oído, sentía ganas de saltar. Y más fueron mis ganas cuando, después de que se apartó la nube que bloqueaba el sol, los rayos solares del mediodía acariciaron todo el jardín y entonces comencé a oír primero un piano allegro tocado con gran precisión, después trompetas, provenientes de unas flores amarillas cuyo movimiento me indicaba que eran ellas. El jardín de pronto se animó como si hubiera una fiesta. "¡Oh, por amor a la clorofila!" exclamé, llena de alegría, "¡No puedo creer que exista una planta así!" El movimiento ondulante de los tallos, que estaban llenos de agujeros por donde salía un sonido de flauta, me contagiaron su ritmo y yo también comencé a bailar. Bailé sin inhibición. Cuando pisé una de las tantas hojas gigantes, ésta me levantó en el aire liberando su sonido de xilófono, sumándose a la canción. Volví a caer sobre la hoja, la hice sonar de nuevo, y me dirigí a otra buscando las escalas. Me di cuenta entonces que había hojas de otros colores cerca, y mi curiosidad me envió a ellas. La hoja me envió unos cuantos metros más alto, como si hubiera saltado sobre un trampolín, que hizo el sonido de un bajo. Con ansiedad fui a tocar otros tallos, que al tirar de ellos, sonaron como las cuerdas de una guitarra. Todo esto era algo maravilloso y entonces me hundí aún más en la música. En un momento de mi baile, me hundí en un agujero de tierra como si fuera arena movediza, y cuando me asusté por quedar atrapada, fui impulsada al aire por una corriente misteriosa que surgió de debajo de la tierra, haciéndome salir y flotar con el sonido de un clarinete. Me mecí en el aire durante ese momento, pero mis manos fueron rápidamente a mi falda, porque mi ropa interior estaba visible por esa corriente de aire. Era algo hermoso: Una planta que hacía música.

Cuando mamá volvió del súper mercado le conté sobre la planta y, no demasiado sorprendida, fue a verla. Me llevé una decepción al darme cuenta de que no escuchaba nada, la planta colorida estaba en silencio. Fui con ella al patio, pero todo estaba inmóvil, silencioso. Mi mamá no me creyó, y tampoco mi papá cuando también le mostré. Aunque no me reprocharon nada, simplemente dejaron que jugara con mi "planta musical", que por tanto tiempo había cuidado y me había encariñado. Así es, decidí llamarla Planta Musical. Quien, solo cuando yo iba al patio ya sea para atenderla u otra cosa, tocaba su música contagiosa, pero cuando mi mamá o papá salían al patio, la planta se callaba. Ellos creían que esa música era de los vecinos. Solo sonaba cuando yo salía... Y entonces lo comprendí: La planta musical solo tocaba para mí porque era yo quien la había criado por tanto tiempo y con tanto esmero. Su música..., era un agradecimiento por tanto cariño. Sonreí por ello.

Un día, un sábado a la mañana, cuando me levanté temprano para atender y jugar con mi amiga de clorofila, lo primero que vi fue a mis padres en el patio. No tenían pinta de parecer muy contentos. A pesar de que estaban de espaldas a mí, pude sentir la tremenda seriedad que emanaban. Contemplé, con espanto, el porqué: El jardín estaba completamente quemado, hecho cenizas. Abrí la boca para gritar, pero el grito no me salió; las pupilas se me achicaron y de repente sentí que me ahogaba. Corrí hasta mis padres.

-¿¡Qué le pasó al jardín!? -exclamé-

-Ah, Sonia... -mamá se volteó con pesar- Parece que la tormenta de anoche ha causado este desastre.

-Todo parecer indicar que un tremendo rayo le pegó a nuestro árbol más viejo y cayó incendiado, expandiendo el fuego por el suelo. -dijo papá- Y al parecer, la lluvia llegó recién después de que todo se consumiera, de lo contrario nada se habría quemado. Qué mala suerte...

Miré con horror el jardín quemado. No podía creerlo. ¡No podía ser cierto!

-¡Mi plantita!... -dije y las lágrimas me salieron antes de darme cuenta de que tenía los ojos vidriosos-

-Sonia... -dijo mamá con voz suave- La cuidaste por tanto tiempo..., era de esperarse que le hayas agarrado tanto cariño.

Pero no le presté atención a mamá, porque algo llamó mi atención. Con expresión sorprendida me acerqué a lo que luego descubrí como el último tallo sobreviviente del incendio. Este contaba con una flor multicolor. Sentía ganas de abrazarlo, pero no podía, por supuesto.

-Solo me queda esta florcita viva... Es lo último que me quedará de mi planta musical, voy a cuidarla mejor que nunca.

-No cuentes con que será lo último de ella, hija... -señaló mi madre y la miré sorprendida- Aunque quizás esas semillas ya no existan, las plantas pueden reproducirse sin ellas... Todo es trabajo de las esporas que se dispersarán y crearán nuevas plantas si las condiciones son adecuadas. ¡Así que cuenta con ello si te esmeras en cuidarla! -me dijo con ánimo-

-¿¡Escuchaste, plantita!? -sonreí ansiosa- ¡Toda la banda va a volver!

Mi amiga por supuesto, no habló. Pero no solo yo, sino que todos nos sorprendimos cuando oímos...

"¡TA-TA-RA-RA-RA-TA-TAAAAAA, TA-TA-RA-RA-TA-TAAA! "

La planta musicalWhere stories live. Discover now