Wish You Were Here.

1. Mi nombre es Danny.

Coloqué la aguja de nuevo en el vinilo, y la canción comenzó a sonar de nuevo. Solté un profundo suspiro y abrí mis ojos por primera vez en 2 horas, alcanzando a ver la habitación desordenada. Pasé una mano por mi pelo, revolviendolo.

Mi nombre es Sarah Williams, tengo 18 años y mi novio fue asesinado en la noche de hace justo dos semanas. Pero no me enterado hasta hace solo 3 días, desde entonces, he permanecido encerrada en mi habitación esperando a despertarme, escuchando los vinilos que él me regaló algún día y por fin derramando las lágrimas que algún día solté.

Durante dos horas, ha sido un vinilo el que ha estado sonando en bucle. Un vinilo lleno de recuerdos y verdades acompañadas de una melodía deprimente y dura. Una canción que disfrazaba la de mi móvil, indicándome una llamada que solo metería más el dedo en la herida.

Pero decidí contestar cuando el vinilo terminó y ya no había nada que ocultase el tono del aparato.

Resoplé y busqué el móvil por el suelo en el que me encontraba sentada. Una vez logré alcanzarlo, lo acerqué a mi oreja esperando alguna voz.

— ¿Hola? —por fin oí. Era una voz masculina, se oía desesperada así que supuse que llevaba tiempo intentando contactarme.

— Hola —respondí en un susurro. Escuché como festejó mi respuesta a una segunda persona, y de nuevo se colocó en el teléfono:

— ¿Estoy hablando con Sarah Johnson? —preguntó con cierto nerviosismo en el tono. Rodé los ojos por la equivocación.

— Es Williams —corregí pacientemente—, me llamo Sarah Williams.

— Perdone —se apresuró a decir—. Verás, me llamo Danny.

Suspiré en voz alta intentando dejar claro mi estado en ese momento, pero el señor continuó sin hacerme mucho caso.

— Verás —interrumpí sutilmente—. Agradezco mucho lo que sea que esté intentando hacer, pero ahora mismo no estoy en las condiciones. Espero aue lo entienda —expliqué intentando ser lo más educada posible. Pude oír al señor quedarse callado por un instante y me maldecí por ser tan brusca.

Pero luego de unos instantes de incomodidad, escuché un leve suspiro. Después, se aclaró la garganta.

— Le ruego que me deje terminar —pidió y sentí un nudo en mi garganta—. Soy amigo de su antiguo novio, dudo que le haya hablado de mí, pero eramos amigos mi unidos. El caso-

— No quiero saber nada de él por el momento; agradezco que haya intentado contactar conmigo, pero me es imposible tratar de esto ahora —repetí y aparté el aparato de mi oreja, luego pulsé el botón de colgar y coloqué el móvil donde estaba en un principio. Luego, puse el vinilo de nuevo y cerré mis ojos cuando la música inundó la habitación de nuevo.