El inicio de una nueva vida

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Observó con mucha atención a cada persona que entraba y salía de la cafetería. Era tarde, y los jóvenes de la universidad que había a unas pocas cuadras del local iban ocupando poco a poco los lugares que todavía estaban disponibles. Era una tarea difícil, y ciertamente le parecía una locura, pero necesitaba hallar a alguien que cumpliera con los mínimos requisitos para reemplazar al hijo de su jefe. O en su defecto, alguien que se le parezca.

—Kakashi, estamos perdiendo el tiempo. No hay manera de que haya alguien en el mundo que se parezca exactamente a Menma-le recriminó su acompañante, sentado junto a él. Su bebida ya estaba por terminarse, en cambio la suya, seguía tan llena como al principio.

—¿Quieres decirle al jefe que su hijo se ha largado al otro lado del mundo, solo porque no soportó vivir con todas las exigencias y responsabilidades que le ha dado? Obito, él nos mataría si supiera que fuimos tan incompetentes de dejarlo marchar tan fácilmente.

El moreno abrió la boca para decir algo, pero la mantuvo así, al no saber qué decir. Era consciente de que el señor Minato se enfadaría con ellos por no haber detenido a su engreído retoño, pero le parecía mucho más arriesgado reemplazar a su hijo con otra persona. Además, el todavía tenía la esperanza de que Menma reapareciera tal y como se hubo largado.

—Quizás... él vuelva pronto.

—No seas ingenuo, Obito-se acercó lo suficiente al moreno para que solo ellos pudieran ser capaces de escuchar su conversación—No atiende a su celular. Lo más probable es que lo haya tirado y haber comprado otro. Ya revisamos su departamento: se llevó toda su ropa, sus ahorros disminuyeron notablemente en el banco, se las ingenio para tomar su pasaporte, ¿Eso no te dice nada?-su ceja izquierda se levantó, otorgándole una expresión de cruda ironía.

—No volverá por un largo tiempo...-musitó, sintiéndose derrotado de repente—¿Qué es lo que haremos?

Hatake iba a asentir y a responder esa pregunta, pero sus ojos vieron algo que lo abstuvo de poder continuar. A penas se levantó un poco para ver con más detenimiento al muchacho rubio que se había acercado al mostrador.

—Un café con leche, por favor-escuchó que le decía a la dependienta. Esta no tardó mucho en asentir y empezar el café, mientras el chico se apoyaba contra el mostrador y esperaba su pedido.

Kakashi, con los ojos aún puestos en ese rubio, zarandeó a su compañero por el brazo. Obito se quejó un poco, ya que la fuerza del otro le había hecho derramar un poco de su bebida. Kakashi, que estaba con la mente ocupada, no se dio cuenta de eso.

—Obito, mira detrás de ti. Es lo que estábamos buscando.

—¿Qué...?-confundido, volteó el cuello disimuladamente. Cuando vio eso que su colega observaba con tanto fanatismo, sus ojos se abrieron a más no poder, tanto que a punto estuvo de sufrir un derrame ocular—Imposible...

Kakashi no perdió el tiempo, y sacó rápidamente una fotografía del bolsillo de su gabardina, para compararla con la cara de aquel muchacho desconocido que ya había recibido su café, y ahora se sentaba a solo dos mesas de donde estaban ellos. Y no pudo salir de su asombro. En efecto, eran idénticos. La suerte estaba de su lado.

En ese momento se convenció de que su jefe Minato no sería capaz de diferenciarlos.

—Solo necesita teñir su cabello, y ya tenemos a Menma Namikaze-sin discreción alguna se levantó de su mesa, y fue rompiendo la distancia que los separaba de aquel joven. Obito lo imitó, y fue detrás de él. Ambos ocuparon las sillas disponibles alrededor de la mesa, ante la confusa expresión del rubio de ojos azules.

Vida fingidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora