Era una mañana fría, todos en la base se encontraban dormidos pues era su día de descanso, todos menos dos personas, Damián se dirigía a la cocina para preparar el desayuno cuando encontró a Madeline en camisón viendo la neblina desde el porche de la base. Damián se le acerco con un par de cocoas y unos dulces de leche, ambos se sentaron mientras observaban como el alba dominaba el pueblo.
-¿No te parece irónico?- Pregunto Madeline
-¿Qué cosa?- Respondió con una cuestión Damián
-El hecho de que siempre deseamos salir de la ciudad y hacer esto, pero en momentos así, realmente extraño nuestro hogar
-Es cierto- Se quedó callado unos segundos mientras pensaba una respuesta –Me gustaría volver al inicio, me pregunto cómo estarán mis padres y hermanas.
-Deberíamos ir, la próxima vez, cuando tengamos un descanso, deberíamos visitarlos, realmente extraño los pasteles de tu mamá- Dijo Madeline con una sonrisa nostálgica mientras recargaba su cabeza en el hombro de Damián y tomaba su bebida
-Me alegra que estés aquí, eres quien me mantiene cuerdo, feliz e incluso triste, porque me recuerdas a Ziad- Dijo Damián mientras recogía el fleco de Madeline atrás de su oreja
No sabían si era por el ambiente, el escenario o por la última misión que les dejo sensibles, pero ambos querían que ese momento durara para siempre. Ambos comiendo dulces y bebiendo cocoas, hablando del pasado, criticando a quienes odiaban, y elogiando a quienes amaban. Recordando sus días de infancia
-¿Recuerdas cómo nos conocimos?-Pregunto Madeline
-La verdad no. Un día simplemente estabas a mi lado.
-Yo tampoco lo recuerdo muy bien, simplemente recuerdo como un día me dirigía al colegio junto a Heidi, ella me dijo que volteara a ver un desconocido Gustav, pero desvié mi mirada y te vi a ti a lado de tus padres, estabas nervioso y muy serio. Era la primera vez que el colegio fue mixto, así que también estaba nerviosa, te sentaste atrás de mí, y observe que tatareabas una canción que me gustaba mucho, y te seguí el ritmo y empezamos a cantar, nos regañaron y juzgaron pero ambos estábamos riendo muy felices. Después de eso, todo se vuelve borroso, solo sé que a partir de entonces estuviste a mi lado.
Damián se quedó atónito, pues sus recuerdos de ese entonces se aclararon con tal narración. Observo a Madeline con una sonrisa, tomo su rostro en sus manos. –Gracias, Nadie- y le besó.
Damián y Madeline habían pasado las últimas noches el uno al lado del otro, ambos se sentían solos y perdidos, pero al estar juntos se sentían seguros y felices, nadie sabía lo de ellos, nadie sabía de las cosas que hacía, nadie sabía de su amor, nadie sabía de todas sus noches y nadie sabía acerca de su toda sus vidas.
Eran amigos desde niños, siempre se tuvieron cariño, pero desde aquella noche de incertidumbre, sabían que se querían más que eso
