Capítulo único

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Era demasiado temprano para emborracharse, e incluso cuando así lo deseara, ese no era ni el momento ni el lugar para perder la cabeza. Las parejas bailando daban magníficos giros alrededor de la pista y los camareros ofrecían deliciosos canapés a los invitados que se congregaban en grupos para charlar sobre todo y a la vez nada, mientras se permitían fumar un puro, llenando el salón de picantes y exóticos aromas. El festejo apenas iniciaba y no podía pensarse en terminar tan rápido.

   — ¿Quieres tomar algo más mon amour? —pronunció para su amante en un perfecto francés. No era la primera vez en la noche que usaba apodos mimosos, y por el brillo en los ojos y la sonrisa satisfecha, deducía que sus atenciones no le disgustaban del todo. 

   —No —susurró de vuelta, manteniendo las apariencias con una expresión indiferente, pero a la vez educada, justo como uno debe de comportarse en los eventos de alta alcurnia. Ahora más que nunca debían de recordar la etiqueta, sino querían levantar sospechas y continuar con sus juegos de una noche, entonces debían tener cuidado—. Pero me vendría bien un poco de aire fresco.

   Como el caballero que era, Jeno cumplió sus deseos. Y tomando una de sus pequeñas y delicadas manos enfundadas en guantes de seda entre las suyas, se abrió paso ágilmente a través de los invitados, guiando a su cita por el vestíbulo y aparentando cortesía en lugar de coquetería. Una vez fuera del salón, sacó un cigarrillo del bolsillo de su elegante saco y se lo tendió con una humilde sonrisa. Deducía que le vendría bien en aquel momento. La noche era tan fría y el invierno tan crudo, que le sentaba perfecto para comenzar a concretar su espontaneo encuentro.

   — ¿Por qué no vamos a ver el estanque ma belle dame? —Jeno sugirió y esperó a que encendiera su cigarrillo antes de avanzar, todavía tomados de la mano.

   Ella asintió y sonrió, mostrando sus dientes en una fina hilera blanca que brillaban como perlas en medio de la noche oscura. El vestido de encaje negro se ceñía perfectamente a su cintura y sus suaves curvas se pronunciaban con cada paso que daba. El escote de su pecho era sumamente llamativo y a pesar de que tenía puesta una estola blanca esponjosa, todavía podía vérsele parte de la piel de la espalda y de las clavículas marcadas.

Amor de asesino「NoMin」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora