Ciclos

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Ese día partí sin pensar que necesitaría recordar el camino de regreso.

Cuantas veces me dieron por caso perdido que supongo se convirtió en mi identidad.

Ya dan lo mismo los protocolos, las listas, las metas, las opiniones, al final uno está siempre solo.

En todos los momentos importantes de la vida estás solo, plantado afrontando la inmensidad, la realidad, el mundo, desde el día en que naces en adelante.

Los lazos son formalismos, los parentescos; títulos de propiedad, de inseguridad, de esa necesidad de pertenecerle a alguien, como las parejas que se tienen apodos rebuscados que al final encubren un sin fin de carencias en los fundamentos de su relación, una forma de convencer al mundo de algo que ellos mismos dudan día a día.

Y es que nadie te puede asegurar que lo que sientes por otro no vaya a cambiar. El mundo es cíclico, cumple etapas y al final te adaptas o desapareces.

Al final las cosas que más deseas no se cumplen y terminas olvidando que alguna vez te quitaron el sueño.

Al final es como si nada tuviese verdadera importancia en realidad.

El camino de ida siempre es mas largo que el de regreso, siempre es así, excepto cuando te enamoras.
Debería haber una lobotomía emocional, yo estaría al principio de la lista de espera.

La gente es extraña; vive regalando los oídos para evitar conversaciones incómodas, y se preguntan porqué la sociedad decae. Hay personas que simplemente no saben estar solos por su cuenta, hacen lo que sea con tal de recibir atención, sin importar si otros salen lastimados en el proceso, pero como dije, al final nada realmente importa.

Pudiste haber sufrido tanto por alguien, sentir que te estabas desgarrando desde dentro hacia afuera, y al final siempre se supera. Y con los años te haces resiliente; ya sabes que entregar todo de ti es una mala inversión y terminas regalando solo fragmentos. Te das cuenta que los demás hacen también lo mismo, después de una o dos desilusiones. Ojalá encontrar a alguien que esté en la misma etapa del proceso que tú, sino es bastante incómodo.

En el camino de ida pensaba que ya me conocía bastante, y al final los errores terminan penándote inevitablemente, como si hubieran etapas no finalizadas que impiden que puedas avanzar, por eso nos equivocamos en lo mismo una y otra vez, por eso de los ciclos; todo se repite y el mar vuelve a ser lluvia.

El conocerse a uno mismo al final es predecir lo que va a pasar, pero no necesariamente que vaya a cambiar cómo termina algo. Al final la dualidad interna hace que siempre seamos medio espectadores de nuestra propia realidad, viéndonos desde afuera como nos equivocamos a sabiendas y sintiendo lástima de nosotros mismos, sin ser capaces de tomar responsabilidad de lo que nos pasa por nuestras malas decisiones.

Me siento como un doble agente; sabiendo qué hacer, pero viéndome desde afuera haciendo exactamente lo contrario. Después viene el hipócrita cuestionamiento de la naturaleza de mi sufrimiento, cuándo sé exactamente que yo soy quien lo provoca.

Por eso ya no entrego, no prometo, ni tampoco espero. El ciclo se reinventa, pero cada vez me involucro menos, las relaciones humanas son delicadas. Las personas son delicadas, inestables, frágiles. Eso les pasa por entregar y no ser retribuidos, los fragmentos se van acabando poco a poco hasta que sin darte cuenta eres solo un armazón. Lástima del que al final se quede contigo, ya no puedes ofrecer un ser completo, sino uno trizado, o recompuesto.

Nos dicen casos perdidos, pero no se dan cuenta que nadie sabe en realidad como encontrarse, de ahí vienen las crisis de la mediana edad, o la razón de porqué hay parejas que se separan cuando llevaban mas de 50 años juntos. Todos estamos perdidos. Algunos ya ni siquiera les interesa si el ciclo se completa o no, o de recuperar los retazos que entregaron de su interior.

Al final nada realmente importa.

CiclosWhere stories live. Discover now