CAPÍTULO 1

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Acababa de llegar a casa de mi tia, viajé tres horas en bus desde el otro lado de la ciudad para poder verla a ella y a mi primo, mi idea era pasar la mejor época del año junto, encontré a mi tia sacando el árbol de navidad desde una vieja bodega, estaba polvosa y olía a húmedo.

Apenas mi tia me vió, me recibió con un abrazo, y me dispuse a ayudarle aun con las maletas hechas a un lado mío.

Me recibió como te recibiría una tia en epoca de navidad, abrazandome fuerte y besándome la frente. Ella se acordaba perfectamente de mi, pero la ultima vez que yo la vi, no era más que uni niño, fue hace diez caños más o menos, apenas me acordaba de ella.

—Permiteme, iré a sacar algo para cortar el envoltorio—dijo dejándome solo en la bodega.

—De acuerdo.

Intenté desenvolverlo con la mano, pero estaba sellado con cinta adhesiva, el cuarto estaba un poco oscuro, y apenas se podía ver lo que había dentro, entre el techo y la pared había algunos agujeros por los que apenas entraba luz. De pronto sentí un golpe de terror, al darme cuenta que por uno de los agujeros un ojo me obserbava, escuché algo así como el gruñido de un animal, quizá muy parecido al de un perro, y luego lo escuché saltar por encima del techo, fue un golpe muy fuerte, estaba verdaderamente aterrorizado, esperaba que mi tia llegara pronto pero nunca llegó. Luego caminó por encima con sus garras, se escuchaba como varios dedos con uñas largas avanzando de un extremo del techo al otro, hasta quedarse quieto.

—Creo que con esto podemos abrirlo—dijo mi tia llegando con un cuchillo, di un brincó, que me hizo salir de lo ensismado que estaba.

—¿Qué te sucede? —cuestión asombrada, procediendo a destapar el árbol.

—Pues... un ruido—balbucié

—Ah, son los gatos—informó

Y aunque esa respuesta no me habia parecido del todo acertada, traté de fingir que nada pasaba, era muy extraño.

Ese dia ayudé a mi tia a decorar el árbol de navidad, desempolvó adornos plásticos, y los guindó uno por uno, pero a lo mejor al final creo que si tenia razón, por que, aunque estuve pendiente un rato más mientras destapábamos algunos adornos, ya no escuché nada.

—Que bueno que decidiste visitarnos esta navidad—sonrió y me dirigió una mirada dulce, tras sus enormes lentes de aro de botella— creo que es la primera navidad que pasaremos con alguien más compañandonos.

Estaba subida sobre un pequeño banco de madera, junto al árbol, el árbol era tan grande que tocaba el techo, mi tia tenia las rodillas un poco flexionadas por el temor a perder el equilibro.

—Gracias a ustedes por recibirme tia.

—No, para nada, ni te preocupes.

Una brisa entró por la puerta de madera, refrescó el ambiente, era a humeda, y trajo consigo un poco de la nieblina, el bosque de enfrete estaba todo nublado.

—Permiteme, solo pongo la estrella y te muestro donde te vas a quedar.

—Tomese su tiempo, tengo dos semanas para estar acá con usted.

Los dientes blancos de mi tia brillaron, mientras buscaba minuciosamente el lazo que le servirióa para colgar una esfera plateada en el árbol.

—Si, pero no por eso te voy a tener dos semanas sentado esperandome— rió sosteniendose sus lentes.

Unos minutos más tarde llegamos a la segunda planta, subimos una docena de gradas de madera que chirriaron en cada paso, y llegamos hasta un pasillo de tres cuartos.

—te quedarás en el cuarto de Jorge—dijo ella caminando, dejando uno de ellos a nuestras espaldas—en ese duermo yo, es más pequeño que el que tiene Benjamin, tu primo, por eso decidí dejarte en el de mi esposo, ¿Te parece?

—¡No, no, no!, para nada, despreocúpese tia, eso es lo de menos.

—¿De verdad?, espero que estes bien—abrió la puerta.

—Si, de verdad, muchas gracias.

Frente a nosotros un cuarto con dos ventanas grandes que daban al bosque de enfrente nos recibió en un ambiente calido, el sitio estaba amueblado con cosas antiguas, una mesa polvosa, sillas, y las dos camas como tia habia dicho, en una de ellas, la del fondo, estaba costado Benjamin mi primo, un chico de más o menos mi edad que esperaba reconocer mejor, no nos veíamos desde que teníamos cuatro años, antes de que mi tia decidiera cambiarse de ciudad cuando se dejó con su esposo.

—Benjamin, aquí está tu primo, saludalo—dijo mi tia

Esperamos por un momento para que el chico tuviera el tiempo de levantarse.

Se veía medio adormitado, era moreno, alto y aunque teníamos la misma edad, se veía mayor que yo.

—Mucho gusto—me dio la mano.

—Gracias—dije sonriendo.

Caminó hacia mis espaldas.

Sinceramente no parecía aquel mismo niño que recuerdo que llegaba a mi casa y que mi mamá nos regañaba por saltar de cama en cama, incluso en cierta ocasión recuerdo que por jugar pelota dentro del cuarto terminamos quebrando una lámpara de techo, mi mamá ya nos habia dicho en varias ocasiones que saliéramos a jugar al patio, pero en nuestras necedades de niños no hicimos caso y no tuvimos cuidado, dejamos a oscuras la casa por toda la noche, mi mamá no tenia luces de repuesto.

Benjamín tomó un objeto que estaba en el suelo, lo escondió en su pantalón, no pude ver que era.

Hubo silencio, mi tia al ver que no salía una conversación continuó.

—Bueno tendras una semana para reconocerte con Benjamin—prosiguió.

—Así es—Yo sonreí y miré a Benjamin, también el sonrió.

—Voy a mostrarte tu cuarto para que te ubiques y luego puedes descansar un rato, me imagino que estaras cansado del viaje.

—No es tanto la verdad—contesté

Mi cuarto estaba al fondo, después del cuarto de Benjamín, era muy similar al de benjamín, con vista el bosque.

—Puedes ubicarte en tu cama—prosiguió mi tia abriendo la puerta—espero que este lugar te guste, cualquier cosa que necesites puedes pedírmela.

—De verdad muchas gracias—dije sentándome en la cama.

—Ah, antes que se me olvide—dijo ella sacando algo de la bolsa de su falda—las llaves, son tres, una abre la puerta principal de la casa, otra la de tu cuarto y la ultima—dijo señalando la mas pequeña—es del ropero.

—Perfecto.

Mi tia salió. Benjamín que venia tras mi tia, se quedó parado en la puerta.

—Es muy bonito este lugar—comenté haciendo un recorrido con mis ojos por todo el techo, terminando por la ventana —debe de haber muchas formas para divertirse aquí.

—Pues si, acomodoate y descansa, seguro quieres dormir.

—No estoy tan casado, pero gracias.

—Te veo al rato—dijo Alejandose y cerrando la puerta lentamente.

Reflexioné un poco sobre lo que vi en el techo al entrar, sinceramente no me pareció que fuera un gato como mi tia lo dijo, conozco los ojos de un gato al verlo inmediatamente, y se que ese no era uno. Tambien el peso que hacia sobre el techo era demasiado alto para ser un felino.

¿Qué era esa cosa?

Navidad MisteriosaWhere stories live. Discover now