brindemos por el tiempo

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Nunca me gustó el silencio, se escuchan las cadenas que me atan a esta fría maraña de sombras, aunque es la única forma de escuchar lo que las voces me dicen. Sé perfectamente cómo pasó esto, cada detalle, cada suspiro, solo espero que alguien me escuche.

Aquella noche venía de trabajar, no conseguí mucho dinero con aquel televisor dañado, pero vendí todo lo que pude, y logré ganar algo, por primera vez mi carretilla estuvo vacía. Más adelante se encontraba mi casa, al final de la calle a la izquierda, en aquel oscuro y húmedo callejón (recuerdo que el frío taladraba mis huesos y una fuerte pincelada blanca se convertía en una densa nube para mis apagados ojos).

Aquella noche vi a una mujer, estaba escondida en un callejón delante del mío, pero por más que intenté me era imposible enfocarla, estaba muy oscuro. Creo que se escondía de mí, claro, cualquiera se asustaría al verme, pero no podía entender por qué seguía allí, solo tenía que irse y no me hubiera importado si lo hiciera, pareció moverse, estaba ahora en un pequeño rincón de aquel oscuro lugar, mirándome con ojos de fuego. No pude soportarlo, tuve que salir, de igual debía buscar más cosas para vender y no me iba a quedar mirándola, caminaba rápido, mirando siempre hacia el suelo (siempre se encuentra alguna moneda), sentí que me seguía, nunca la vi, pero escuchaba sus pasos salpicando con violencia los sucios charcos de aquel agrietado sendero (no voltees, me dijo una voz, pero sabía de quién era, había olvidado mis pastillas), en este punto no sabía qué hacer, tal vez tenía curiosidad de saber quién era ella y qué deseaba de mí, se acercaba cada vez más, en algún momento me cansaría y sería la carroña de aquel cuervo inentendible, lo dicho, no pude más, me arrodillé con la cabeza abajo y manos en la nuca, esperando que todo esto pase (enserio me faltaban las pastillas), sentí que algo me quemaba, emanaba humo denso de mi bolsillo, introduje la mano y saqué de él un viejo reloj oxidado, supe enseguida de dónde provenía aquel ruido, luego... Solo lo arrojé, y se detuvo.

Al día siguiente, con la esperanza de olvidarlo todo, me encontré con una vieja amiga (tenía algo muy importante que decirme), me preguntó si necesitaba algo, le dije que tenía algo de hambre, ella muy alegre me invitó a comer (claro, luego de vestir algo más decente). No podía esperar a la cena, hacía mucho no comía en restaurante, enserio me sentí muy feliz aquella vez. Al momento de cenar me dijo que me comportara y no hiciera nada raro, apenas podía contenerme (no dejaba de mirar aquel estante de vino, dejando atrás el daño que me causaron), solo... no pude evitar hacer un brindis por tan hermosa mujer, algunos me miraron raro y me dijeron loco, luego me sacaron por no poder pagar un simple vino, ella se molestó con los meseros por haberme tratado tan bruscamente y dijo que era mejor salir de allí.

Nos sentamos en la banca de un parque, mientras mirábamos en la oscuridad las estrellas, y los patos de fondo reposando como manchas en aquel espejo brillante, dijo que me estuvo observando anoche en el callejón, y me dio risa, seguro sabía que necesito pastillas, luego dijo que me observó toda la semana y todos los años de mi vida... Lo pensé un minuto... Luego entendí quién era ella en realidad.... Aquí estoy, esperándola, es igual que un sueño, siempre acaba en el mejor momento, exactamente igual, extenderá su mano hacia mi pecho, y sentiré cómo lentamente la hunde en él, será ensordecedor el crujir de mis costillas, consecuencia de un puñal en el alma y retirando su garra sacará de mi carne un pequeño y viejo reloj oxidado, solo espero que alguien me escuche.

brindemos por el tiempoWhere stories live. Discover now