Parte 1

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El avión había aterrizado hace ya 20 minutos, se encontraba en el aeropuerto únicamente acompañada de su equipaje. Después de haber encontrado esas postales sentía que todo lo que creía derrumbado, por un momento, volvía a tener forma; y, tras meditarlo varias veces, había decidido por fin volar hacia Palawan, hacia ese paraíso que una vez soñaron juntos.
El aeropuerto en ese momento parecía estar en su punto más ajetreado del día, y a duras penas pudo abrirse paso entre la multitud hasta llegar a uno de los puntos de información.
- Disculpe, hice una reservación hace unas semanas en un hotel en el centro, me gustaría comprobar que todo esté bien. - Dijo dirigiéndose a la joven chica uniformada, que ahora atendía el teléfono del buró ignorando por completo la urgencia de sus palabras.
- Un segundo por favor, necesito atender esta llamada, siéntese por ahí y espere, que en un momento estoy con usted.
Volvió hacia atrás y se sentó en uno de los asientos alineados que quedaban en el centro de la sala. Pensó por un momento en que todo lo que estaba haciendo era una locura; había pasado ya todo un año de la última vez que lo vio y asumía que él ya tenía su vida ahí hecha, con su hogar, sus amigos, y gastando sus millones en inimaginables lujos. Aún así ella sentía que esas postales de algún modo habían sido una señal, una que borraría todas aquellas noches de soledad que había pasado llorando en su habitación, viendo cada beso, cada caricia, cada palabra, como un simple recuerdo del pasado. Pero a pesar de todo ahí estaba, dispuesta a enfrentar lo que sea por volver a ver su rostro. Porque ella sabía que aquel último beso que compartieron en el hangar antes de alejarse, había simbolizado un comienzo, no una despedida, y esperaba que él también lo supiese. Estaba tan enfocada en sus pensamientos que no notó que hacía ya rato que era observada. Un destello en negro la hizo reaccionar mientras se alejaba con su bolso y equipaje de mano. Rápidamente se paró de su silla mostrándose alterada, pero ya no divisaba a los ladrones. De forma casi instantánea un hombre de cabello oscuro y ojos pardos se acercó a ella.
- Hey, ¿se encuentra bien? He visto como le han robado, ¿necesita que la ayude en algo?
- Me gustaría, pero es que todo el dinero que traía lo llevaba en mi bolso, al igual que mi móvil y DNI, así que ahora me temo que estoy un poco extraviada.
- Mi nombre es Mario, por cierto, mucho gusto.
- Raquel, encantada. - Respondió ignorante mientras recogía lo poco que le quedaba del suelo.
- Lo siento, no debe ser una forma placentera de empezar el día.
- No lo es, para nada, pero tranquilo, tampoco es para agobiarse. Y dígame, ¿también está de visita?, porque es español, ¿verdad?
Él rió tímidamente. Aquella mujer le parecía bastante guapa y quería causarle a ella la misma impresión.
- Sí, efectivamente, soy de España, pero no estoy de visita. Vivo aquí hace más de cinco años.
- Vaya. - Ella pensó en que si él vivía hace ya varios años ahí, quizás pudiera conocer a Sergio, pero se abstuvo de preguntarle, deduciendo que tal vez él se hubiese cambiado el nombre por motivos de seguridad.
- Escuché hace un rato que se dirigía hacia el centro. ¿Quiere que le acompañe?
- Sí, por favor, si no es molestia, no conozco nada aquí y me vendría bien un guía.
- Pero cómo va a ser molestia ayudar a una mujer tan hermosa como usted. Al contrario, es un placer.
Ella le dibujó una sonrisa de cortesía y ambos se dirigieron hacia la salida pidiendo un taxi. Él se sentó junto a ella quedando a escasos centímetros de distancia. Normalmente ella hubiese reaccionado, pero estaba tan deseosa de llegar al hotel para poder tomar una ducha y descansar, que no se percató de la cercanía que ahora compartía con ese total extraño.
- Y dime Raquel, qué la trae a la vieja Palawan.
Ella ladeó un instante la cabeza cuando notó que le había vuelto a dirigir la palabra. La verdad hubiese preferido no gastar las fuerzas que le quedaban en un desconocido, pero es que él estaba siendo tan amable que no quería parecer descortés.
- Pues, digamos que necesito unas vacaciones. Una vez alguien muy especial me habló de la belleza de este sitio, así que me animé.
- Me parece fantástico, aunque no logro percibir como alguien así viene de vacaciones a este tipo de lugares sola.
- Discúlpeme pero eso no le incumbe.
- Perdón, no quise ser atrevido, es que me pareció gracioso porque a veces pienso que yo también necesito tomar vacaciones, el trabajo me tiene muy estresado últimamente.
- ¿Y a qué se dedica usted?
- Tengo una empresa de dulces, que por cierto, va muy bien, de hecho acabo de hacer un negocio con un comprador, por eso estaba en el aeropuerto.
Se quedaron ambos en silencio. Ella miró por la ventanilla del coche anhelando llegar ya a su destino. Estaba nerviosa, no dejaba de pensar en cómo se encontraría a Sergio, o peor, en qué haría si no lo hiciera.

❤C. O. N. T. I. G. O.//serquel_time // La Casa de Papel_fanfic❤Where stories live. Discover now