Stockholm Syndrome

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El ojiazul miraba para todos lados. Estaba nervioso y era de esperarse, su olor a durazno lo delataba por lo que tuvo que tranquilizarse o todo se arruinaría. Sabía que buscar en Google sobre "como hacer que tu crush te haga caso" había sido un terrible error.

Ahora se encontraba esperando por el rizado, pero solo esperaba que éste viniera solo. Si no, tendría que hacerlo en otra ocasión. El sabía que Harry Styles era su alfa pero éste ni siquiera lo volteaba a mirar ya que según él era un nerd sin amigos. Y él rizado era el típico chico popular de toda la universidad, tenía miles de amigos y salía de fiesta todos los fines de semana.

Louis se acuerda que cuando entró a la universidad se enamoró completamente del rizado. Había querido hablarle en varias ocasiones pero él nunca le dirigía ninguna mirada. Así que había recurrido a métodos más extremos y por eso se encontraba con una botella de agua con algunas pastillas para dormir. Se las había quitado a uno de sus compañeros de clase ya que ni loco iría a comprarlas y que alguien sospeché.

Era viernes así que el rizado saldría de los vestidores en cualquier momento. Éste jugada fútbol americano así que sí, era el típico cliché. Louis volteó y se cubrió mejor con la capucha del buzo que traía, todos los jugadores salieron y el sabía perfectamente que el rizado siempre salía al final y cerraba el lugar.

Cuando ya no había nadie entró sigilosamente y dejó la botella de agua en el casillero del ojiverde, ya que Harry seguía en la ducha. Se escondió al menos unos 20 minutos ahí ya que el rizado todavía se cambió por una muda de ropa más cómoda. El ojiazul estaba escondido entre todos los casilleros por lo que el rizado no lo vio. Abrió la botella de agua sintiendo una facilidad al abrirla, se encogió de hombros y bebió todo el líquido de la botella sintiendo un su lengua un sabor más dulce. Algo anormal.

El rizado tiró la botella al cesto de basura y el ojiazul se estremeció cuando sintió que esté caminaría hasta donde él estaba, necesitaba estar tranquilo si no su olor lo delataría y el rizado se daría cuenta.

El alfa comenzó a sentirse mareado así que se recargo levemente en su casillero levantando su cabeza y mirando la luz, sintiendo sus párpados comenzar a cerrarse y un olor realmente delicioso llegar a sus fosa nasales.

—Durazno.—susurró mientras resbalaba por el casillero y se quedaba dormido.

—Genial. Ahora te tendré que cargar.

Era completamente obvio que el ojiazul no pudo cargar al rizado por lo que había esperado hasta que no hubiera nadie para colocar su auto más cerca y meter al rizado a éste, tuvo que arrastrarlo por el suelo y su preciosa chaqueta había quedado destrozada. Pero ni modos. El quiso hacer eso y ya no había vuelta atrás.

Para ser un chico que no mataría ninguna mosca eso era como si estuviera asesinando a alguien pero si quería que el rizado se diera cuenta de su existencia tenía que hacerlo.

Manejó con el rizado todavía durmiendo en la parte de atrás, se detuvo en una tienda solo para comprar unas cosas y siguió el camino hasta la cabaña de sus padres. Ambos se encontraban celebrando su aniversario en España por lo que no tenía que preocuparse por no aparecer en su casa estos días. El ojiazul había tomado eso como una señal para hacer tal cosa.

Salió del auto y cargó al alfa de los hombros para jalarlo y subir las escaleras, ya adentro de la cabaña lo dejo en el sofá mientras el pensaba en que hacer. No tenía sótano así que lo metería en la habitación de invitados. Lo arrastró por las escaleras otra vez y lo metió en la habitación de invitados, lo sentó en una de las sillas y le amarró las manos y los pies. No lo quería hacer pero era necesario.

Bajó las escaleras y se metió a la cocina para preparar la cena. Cuando termino subió con dos platos de comida y un vaso con agua fría que fue a parar al rostro del rizado.

Stockholm Syndrome - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora