Capítulo 5 - Javi

4 0 0
                                    


No sé cómo se las ingenia Oliver, siempre tiene la flor en el culo. Hemos estado dudando hasta el último minuto de dónde ir esta noche, llevamos un día de perros y necesitábamos más que una copa. Pero lo último que me esperaba era encontrármela aquí. Otra vez

—Tío, ¿las ha visto?

—Claro que las he visto, ¡joder! ¿Lo sabías? —Creo que noto una especie de nerviosismo.

—¿Cómo coño iba a saberlo? —Sí, tiene razón, ayer no se acercó a ninguna, pero sería más fácil entenderlo.

—Yo me pido a la morena.

—Por Dios, Oliver, más de la mitad lo son. Y no, no vamos a ir. Si dejamos a Alfonso solo esta noche, nos capa. —Lo de Alfonso es lo de menos, pero es lo primero que se me ha sucedido.

—Tú déjame a mí. —Su sonrisa no me da buena espina—. La del vestido verde para mí.

Y acto seguido se va. Por suerte, la del vestido verde no es Mar, así que una preocupación menos. Pero no, no me apetece que se acerque, ni que ellas vengan con nosotros. No me preguntéis por qué, pero no me apetece. El local está lleno de gente, ¿no puedes tener otra chica interesante por aquí? O no haber chicas. Por una noche, no sufráis.

Cuando aparece Alfonso con las copas, veo como Oliver ya está meneando el cuerpo con esa chica y no puedo evitar fijarme en la cara de cabreo que acaba de poner Mar. Probablemente sí que se acuerde de mí, y por eso le haga la misma gracia esta situación. Espero que se queden por ahí, porque si ella no se acerca, yo menos. El orgullo de un hombre es intachable.

—Así que vamos a ser uno menos esta noche —me dice Alfonso, despertándome de mi ensoñación.

—Eso parece, pero, por mí, un par de copas y podemos retirarnos. —Se me han quitado las ganas de fiesta.

—¿Te encuentras bien? —Se preocupa mi amigo.

No sabría contestar a esta pregunta. El estado mejor, y la presencia de Mar no debería inmutarme, pero por alguna extraña razón, que se escapa a mi entendimiento, me molesta. Por un lado, tengo ganas de acercarme y divertirme, pero, por otro, algo me frena a hacerlo.

—Claro, simple cansancio. Ganas de volver a casa. —Y en cierto modo no miento.

—Te lo tomo por bueno, mañana ya estaremos de vuelta —me tranquiliza con un brindis.

No soy de bailar, realmente me gusta mucho más entretenerme con mi copa o poder fumarme un cigarrillo con tranquilidad, y sin embargo, hoy hasta creo que podría aprender algunos pasos con tal de estar en el centro con aquel grupo de chicas alocadas. Creo que nos hacemos mayores, cada vez cuesta más encontrarnos con un ambiente para nosotros o nos podemos antes de la fiesta. Pero con el espectáculo que tengo delante, podría quedarme horas. Oliver ya ha dado el segundo paso, está en su plena salsa y cualquiera lo saca de ahí. Suerte tenemos la comunicación vía móvil, que podremos avisar al retirarnos, que espero sea pronto.

A punto estoy de terminar la segunda copa, cuando veo que un hombre se acerca por detrás a Mar, y para mi desgracia, ella se deja. No antes sin identificar un símbolo a sus amigas y que una de ellas le haga un gesto de asentimiento. ¿Es ese un código para las mujeres? ¿Se entienden así? Eso es lo de menos ahora mismo. Si me quedo, avecino un calvario para mí. Sé de sobra lo que debe ir buscando ese tío, pero a ella parece no importarle en absoluto. Quizás me jode más que el tipo sea de buen ver. Pero para , no debería estar planteándome nada. Por muchas ganas que me han entrado de plantarme ahí y rescatarla. Pero ¿rescatarla de qué exactamente?

—¿Le mando un mensaje a Oliver y nos largamos? —Si me quedo mucho más, no estoy preparado para lo que pueda afectarme.

—Perfecto, dile que mañana sea puntual, no quiero perder el avión. —Puede parecer broma, pero no sería la primera vez que Oliver se retrasa demasiado por una mujer.

Dicho y hecho, le enviamos el mensaje a Oliver y salimos hacia el hotel. Espero poder descansar más que ayer, y soñar menos, un poder ser.

Pero nada más lejos de la realidad, mi cabeza va a mil por hora y no para preguntasrse cosas estúpidas, ¿cómo habría pasado si me habría acercado ?, ¿me ha reconocido o no ?, ¿por qué me ha afectado tanto? ¿Le habrá preguntado algo a Oliver? Y muchas más. Pero ¿qué más da? Mañana volvemos a casa y este fin de semana quedará en el olvido, porque tampoco ha pasado nada interesante, a decir verdad.

***

—¿Podrían creerme que me he quedado sin rematar la faena esta noche? —Vivan los modales de Oliver cuando entra en la habitación. No hace más de un par de horas que hemos llegado, pero poco le importa que estuviéramos durmiendo.

—Pues tal como se movía, para ella, también debe de haber sido una pena —le responde Alfonso, que seguía mensajeándose con su querida mujer.

—Pues sí, me has puesto como una moto, pero al parecer se han prometido fin de semana de chicas y le apetecía cumplirlo. ¡Le apetecía cumplirlo, joder!

¿Lo habrá cumplido también Mar? Porque estas promesas que se hacen entre chicas suelen ser bastante sagradas, o eso tengo entendido. Un consuelo para mí. No debería serlo, pero lo es. Quizás estoy cantando victoria demasiado pronto.

—Pero ¿os ha dado tiempo de hablar? —Me atrevo a preguntar—. Visto el espectáculo en la pista, solo os faltaba la cama sobre la que hacerlo.

—Perdóname, pero soy todo un caballero, hasta la invitación a una copa. —Parece que se mofa de mí—. Se llama Helena, veintiséis años, es de Barcelona, ​​están visitando a una amiga aquí y, aunque están todas buenasísimas, solo hay dos solteras en ese grupo. ¿Qué más necesito saber? Bueno, sí, el teléfono porque ...

—No ha podido rematar la faena —dice el otro.

He estado tentado de preguntar quién era la otra soltera, pero si mi novia bailara como lo ha hecho Mar con aquel hombre, maldeciría mucho.

—Si hasta nos hemos hecho una foto. —Nos tira el móvil—. Así no puedo dormir. Tengo que rematar la faena, aunque sea solo.

—Eres asqueroso, tío. Límpiate al salir y dormir, mañana salimos a las nueve.

—Como si tú aguantaras tanto tiempo. Pero, claro, tienes una mujer que te espera para la bienvenida.

—Tú no la tienes porque no quieres ...

Siento decir que dejó de escuchar desde que tengo la foto en las manos. Me importa un bledo las tonterías que están diciendo ahora mismo, ellos se entienden mejor cuando hablan solos de lo muy sentimental que es uno, y de la diversión que le va al otro. En la foto se refleja el panorama, mejor no hablar de la postura de Oliver con esa tal Helena, pero detrás de ellos, la otra pareja es mucho peor. Si ya iba casi desnuda, su cara de placer parece que ya lo da por hecho. Hasta podría intuirse que el pavo le está metiendo los dedos, en medio de la pista, pero no. Tiene una mano en su trasero, aunque por debajo del vestido y la otra agarrándole del cuello. Ella le posa una mano por dentro de la camisa y, la otra, con un dedo dentro de su boca. Me estoy poniendo mal solo de mirarla, suerte que nos hemos pirado de ahí, no sé si hubiera aguantado la distancia de haberlo presenciado. Probablemente me haya acercado para sacarle las manos de donde no deberían, porque hay ciertos límites que en público no hay que sobrepasar. Pero, claro, ahora con una puta foto en mis manos, la imaginación se me desborda, y no sé si eso es aún peor.

—¿En serio está haciendo lo que creo en el baño?

—¿Acaso no conoces a tu amigo? —Y no hay mucho más que añadir; ambos sabemos qué está sucediendo detrás de la puerta, lo que me sorprende es el carácter que pueda tener esa mujer como para dejarlo así.

O nos acostamos ahora, o entre idas y venidas, mañana cogeremos el avión medio muertos, y la comida que les prometí a mis padres al llegar será mucho peor de lo que espero.


You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 06, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

¿Cómo supe que era ÉL?Where stories live. Discover now