CAPÍTULO ÚNICO

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Jungkook seguía corriendo por la acera sin prestar atención a las personas molestas que se cruzaron en su camino y al constante sonido de su celular. Sabía quién era el que lo estaba llamando y no tenía intención de hablar con él nunca más.

Sus piernas lo habían llevado de forma automática al edificio en el que tantas veces había estado. Ingresó ya con las mejillas húmedas y subió por el elevador hasta el cuarto piso.

—Por favor, que estés en casa —sollozó tomando las pocas fuerzas que le quedaban para no desmoronarse ahí mismo.

Había hecho tantos cambios en su vida y dejado planes por formar nuevas metas con quién erróneamente creyó que era correspondido.

Que tonto e iluso fue creer que el amor sincero que él le entregó era suficiente para ser merecedor de lo mismo.

Las puertas metálicas se abrieron y su tristeza actuó primero al llegar a la puerta de su mejor amigo. Su corazón dolía demasiado y ya no sabía que hacer para liberarse de lo que estaba sintiendo.

—Por favor. Tae, abreme te lo suplico.

La intensidad de su voz era casi nula y las lágrimas empezaban a salir una tras otra sin poder controlarlas.

—Por favor, por favor... —repitió y tocó con poca fuerza, sintiéndose patético, porque actuaba tal y como él lo había dicho— Tae... —suplicó y la puerta al fin se abrió lentamente.

El alma le volvió al cuerpo en ese momento y aún con los ojos nublados por el llanto, tomó fuerza para lanzarse a los brazos de su mejor amigo esperando obtener un poco de contención a lo que estaba viviendo.

Se abrazó del cuello contrario sin ser conciente de la diferencia de estatura que existía entre ambos y suspiró profundamente al sentir los brazos contrarios rodeando su cuerpo.

No era capaz de decir nada, solo dejó que su cuerpo entero fuera sostenido y agradeció que no hubieran cuestionamientos al respecto.

Se sentía una basura por reprochar todas las decisiones que tomó al estar tan enamorado de ese tipo y como se arrepentía en ese momento.

Porque era un tonto incapaz de tomar la responsabilidad de si mismo, incluso el patán de su ahora ex, se lo había dicho.

—Tienes que madurar, Jungkook. Yo nunca te pedí que hicieras nada por mí, tú lo hiciste porque quisiste, no es culpa mía que sigas siendo un niño iluso.

La presión en su pecho era tan fuerte que simplemente respirar se le estaba haciendo un suplicio. 4 años de relación en una mentira en la que él mismo se había metido.

—Él, llegó a casa con un anillo... —logró hablar al fin, sin poder apartarse de su amigo— el mismo que lo compromete con la mujer que le dió un hijo.

La amargura de lo que había vivido lo estaba consumiendo por completo, una mano tranquila recorría su espalda brindándole un poco de consuelo y se aferró más al pecho que lo cuidaba mientras lo guiaba hacia adentro.

La traición era dura, pero las palabras que le dijo, cargando sobre él toda la culpa de que su relación no había funcionado, era lo que realmente lo estaba destruyendo.

—Soy una basura porque no soy mujer y no le puedo dar hijos —lloró con fuerza.

Todo su mundo se había venido abajo en un momento y dolía como nada antes lo había hecho.

—No eres basura, Jungkook. Eres muy valioso, que nadie nunca más te haga dudar de eso. —escuchó el reproche de una voz muy cálida y dulce.

Los brazos que lo consolaban aflojaron levemente el agarre y le permitieron levantar la vista, para confirmar que no era Taehyung el que estaba a su lado.

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