Nunca espero que lo afectara mucho la noticia de la desapareció de Playmaker.
Los últimos tres meses habían sido tal vez la prueba más dura de su existencia que ni el sacrificio de su padre para salvarlo en aquel duelo le había molestado ni dolido tanto que saber que Yusaku ya no estaba entre ellos.
Los vientos de la data se movían al son de que revolvía su cabello, algunas de ellas eran tan fuerte que lo llevaron a lastimar el rostro, sin embargo no puede despegar la vista de aquel lugar donde la red se fragmentaba en pequeños puntos que conectaban a otros mundos.
Sentía que en aquel sitio se encontraba el chico, que él estaba vagando por nuevas tierras en una misión que solo el podía completar y eso al menos tranquilizada aquel caprichoso corazón que por primera vez escuchó.
Muchas veces quiso maldecirse por haberse permitido caer en aquel hechizo de aquellos ojos verde y otras, que siempre era la conclusión de la misma, solo quería volver a verlo aunque sea una última vez y poder decir todo lo que guardaba, aunque no fuera correspondido.
En algunas ocasiones se a visto descubierto por sus hermanos, su mejor amigo o sus nuevos aliados en una situación que para su edad no se esperaba experimentar, al menos tenía que agradecer el silencio y discreción, pues prefiere guardar todo para si que confesar su malestar. No quería preocupar más de lo necesario a su gente y decirle que el hijo del doctor Kogami sufría su primera decepción amorosa.
El mar informático se abre a sus ojos y espera pacientemente que vuelva, lo esperaría mirando al horizonte su regreso. Solo así Revolver terminaría su labor y Ryoken Kogami comenzaría a vivir.
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Esto nació como un desahogo de una serie de sentimientos que me afectaron estos días. Muchas gracias por sus vistas y estrellas.
