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Iba a resfriarse, Hinata estaba seguro de ello.

Cuando aceptó la petición de Izumi de reemplazarlo en su trabajo repartiendo periódicos, porque él visitaría a sus abuelos fuera de la ciudad, pensó que sería fácil.

Bueno, lo fue en el primer día al menos. Era pan comido, sólo debía montar en su bicicleta, pedalear cruzando la montaña y hacer el mismo recorrido hacia la escuela, a diferencia de que su destino no sería Karasuno si no que el almacén de revistas de la ciudad. 

En todo su recorrido, incluyendo el delivery, no demoró más de una hora. Feliz de poder aprovechar el resto del día en su casa, Hinata no pudo más que sonreír mientras pedaleaba de vuelta a su hogar.

Pero el destino le tenía preparado algo totalmente distinto en su segundo día. Y es que al despertar por la mañana, el radiante sol del día anterior se había ido para dar paso a una terrible lluvia veraniega. 

— ¿Estás seguro de ir con este clima? — Le había dicho su madre, pero se había comprometido con su amigo y el nunca rompía sus promesas.

— Estaré bien, sólo es un poco de agua. —

Pero aún así, trató de alargar su salida lo más que pudo esperando que la lluvia se detuviera o amainara un poco, aunque no hacía más que empeorar. Antes de que se le hiciera tarde, tomó su impermeable y comenzó a pedalear bajo los chubascos.

"Al menos no es una tormenta" pensó Shouyo. Agradecía que era verano y que no hiciera frío, pero aún así, debía secarse pronto si no quería pescar un resfriado.

Con esto en mente, trató de terminar su ronda lo más rápido posible una vez llegó a la ciudad, pero el recorrido con el viento golpeando su cara no era una tarea fácil; sin contar que debía evitar que los periódicos se mojaran si no quería recibir un regaño. Debía pedalear lo más cerca posible de las casas para rápidamente dejarlos en los buzones, lo que le tomó tiempo extra a diferencia del día anterior.

En vez de una hora, le tomó un poco más de dos terminar las entregas y eso que ni siquiera había partido rumbo a casa.

— Trata de secarte un poco chico nuevo. — Le había dicho el encargado del puesto de revistas.

— ¡Sí, no se preocupe! Iré rápido a casa. ¡Nos vemos! — Pero la lluvia seguía cayendo fuertemente en la ciudad sin dar tregua.

Suspiró. Apresurarse era la única opción si no quería pescar un resfriado, pero se le hacía difícil debido a lo mojado de las calles y veredas. Pensando en qué podía hacer, divisó de pronto una pequeña cafetería doblando en una esquina, casi a dos cuadras del puesto de revistas. Una pequeña ampolleta imaginaria se prendió en su mente y sin dudar un segundo más, aparcó frente a ella.

Pudo oler el aroma a pan fresco a través de la lluvia y observó la cálida luz brillando por las ventanas. El lugar parecía una especie de oasis en medio del desierto, aunque en este caso, se tratara de un desierto con una lluvia torrencial. Estacionó su bicicleta y, con cada paso que daba, era más consciente de lo empapado que estaba.

Una vez dentro, agradeció lo agradable y acogedor del ambiente. Sintió tanto alivio, que casi ni escuchó el estrépito en la cocina luego de que la campanilla de la entrada sonó, anunciando la llegada de un nuevo cliente a quién atendía.

Parecía que quién fuera que trabajara ahí se hubiera sorprendido de que alguien entrara, después de todo, afuera llovía como si no hubiera mañana. 

— ¡Eh! ¡Un segundo! Enseguida le atiendo. — Dijo una voz desde la cocina. 

A Hinata se le hacía familiar, muy familiar de hecho, pero era una voz fuera de lugar, como si estuviera acostumbrado a escucharla en otro sitio.

» Tea for two - Kageyama Tobio y Hinata ShouyoWhere stories live. Discover now