Letras de un ADN formado por las constelaciones estelares apagadas, pero vivaces.
El reflejo del sentir en versos sin hogar concreto, que abordan temáticas diversas. Todo ello dentro de un mundo de ínfimas luces, cuya única escapatoria es la poesía...
Con el tintineo de una cuchara, provocado por su mango al aire golpeado por el grifo abierto,
despierto.
Sonidos, solo son eso.
Unas patas sordas que pisan aceras mojadas; un maullido de una gata abandonada;
los ladridos de un perro con espuma en la boca; el vaivén raudo del metal de la correa que recia amarra;
el murmullo de abejas ruidosas que usan de colmena un bar de pacotilla. Su segunda casa.
Unas campanadas de Domingo, que avisan sobre otra semana aspirante a alegrías con su monótona llegada.
Despierto con ellos, con nostalgia por las épocas de gozo que son arrasadas en el último plato sucio de aquella cena compartida.
Los cubiertos no volverán a sonar. Ni con manjares, ni en agua.
Se consumió el rastro de una familia que movió con ímpetu la puerta para ser cerrada una eternidad.
Un rastro que culminó en crueles e incoherentes denuestos ...
Sonidos, solo son eso.
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Dedicado a Nebheys Para mí personalmente es un poema sencillo y a su vez profundo. Demuestra que un simple sonido puede ser lo único que quede cuando estás solo. Aunque sea aburrido, triste, furioso...solo queda escuchar un ruido que inunde el silencio con algo, aunque venga de lejos. Verdaderamente estas cosas atraen.