Jack

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Conocí a Jack poco antes de mi segundo divorcio, fumaba un cigarrillo para tratar de calmar mis nervios cuando él se sentó a mi lado, pareciera que intentaba aspirar el humo que emanaba de aquel rollo de tabaco. Me llamó la atención su piel color caramelo, su vestimenta oscura, sus brillantes ojos y sus manos inquietas pero renuentes a cualquier contacto.

Desde ese día no se separó de mí, me escuchaba y a menudo me aconsejaba, sus palabras las escuchaba atentamente y parecía que él decía las cosas que alguna vez se habían gestado en mi mente, parecía que estábamos conectados, comprendía perfectamente mis ideas, mis pensamientos, se convirtió en mi mejor amigo, incluso mi mentor.

Pasaron los meses, mi divorcio concluyó de una manera sumamente desfavorable para mí, por dictamen del juez, perdí la custodia de mis hijos, ya que según él, mi amistad con Jack no era apropiada para ellos, por más que intenté explicar que me ayudaba a mantener mis pensamientos en orden, sus consejos, su amistad, su apoyo, me mantenían fuerte, pero para las leyes eso no fue importante, ese día perdí mis hijos, mi familia, mi casa, mi vida. Solo Jack se quedó a mi lado, gracias a él no me sentí sola.

Conforme avanzó el tiempo, Jack me ayudó a darme cuenta de lo mucho que lo necesitaba, me hizo ver que mi vida sin él no tendría sentido, fue duro comprobar que tenía razón, él salvó mi vida, es por eso que hice de todo para regresarle aunque sea un poco de lo mucho que él hacía por mí, quería de cualquier forma que se quedara a mi lado, no quería perderlo, no a él, era lo único que tenía. Cuando me sentía más perdida, él se sujetaba de mi mano y me besaba... entonces el calor invadía mi cuerpo y me sentía mucho mejor.

Juntos recorrimos los parques, gracias a él conocí cada rincón de la ciudad, es tan hermosa de noche, Jack me presentó a sus amigos, gente interesante y si, tuve pretendientes y algunas aventuras, pero mi amor incondicional siempre será para él. Aún después de lo que pasó.

Ese día, como siempre, Jack me despertó con un beso, me sugirió que fuéramos a desayunar a un callejón atrás de un restaurante que no recuerdo como se llama, acostumbrábamos comer en los callejones traseros, porque, aunque él me aceptaba tal y como soy, siempre me recordaba que me había convertido en una mujer horrible y para protegerme de la sociedad que me juzgaría por mi aspecto, mejor nos escondíamos en los callejones, nadie pasaba por ahí y podíamos comer tranquilamente. Mientras estábamos comiendo, mi risa fue tan escandalosa que incomodó a los comensales que estaban al interior del establecimiento, uno de los meseros salió para pedirnos que guardáramos silencio o nos retiráramos del lugar, fue algo vergonzoso, pude ver el asco en su cara, pero Jack me sujetó fuerte y me besó, me indicó que lo ignorara, así lo hice y seguí comiendo, el joven volvió a gritarme y amenazó con aventarme un vaso con agua como si fuera un perro, seguramente fue porque quería separarme de Jack, quien me apoyó besándome de nuevo frente a los incrédulos ojos del tipo que ya molesto se acercó para retirarme del lugar por su propia mano. Al llegar a mí en su ademán por tomarme del brazo, empujó a Jack tirándolo al suelo, pude escuchar claramente cuando se golpeó, incluso vi un pequeño charco a su lado. Entonces todo se nubló para mí, solo podía escuchar la voz de Jack preguntándome si iba a permitir que eso sucediera, me gritaba que hiciera algo, el charco iba creciendo y los forcejeos comenzaron, tenía que proteger a Jack, tenía que ayudarlo, estaba en el suelo, moriría sin mí y yo sin él, tenía que quitarme al maldito de encima, sus brazos intentaban sujetarme, sentía que me asfixiaba, entonces vi su cuello, era mi oportunidad para librarme del infeliz que había lastimado a mi amor, sentí hervir mi sangre y ataqué, probé el sabor salado de su cuello sudoroso pero no me soltó, de hecho me sujetó más fuerte, escuchaba a Jack gritándome, pidiendo auxilio, no podía fallarle, cerré mis ojos y presioné mis dientes con más fuerza hasta que sentí el repugnante bocado llegar hasta mi garganta por la fuerza del chorro que le siguó, la sangre inundó mi boca y me hizo vomitar, pero al fin estaba libre, corrí hacía Jack pero era tarde, su cuerpo ya estaba pálido, prácticamente transparente, el dorado de su piel se había ido... todo por culpa del miserable que se desangraba en la banqueta, debo confesar que sentí placer de ver que pagaba por lo que había hecho.

Cuando llegaron los oficiales, creo que les causó un poco de terror verme llorando por Jack y a la vez riendo por aquel imbécil que me arrebato a mi único amor.

El resto no lo recuerdo, solo sé que me mandaron con usted, Doctor. 

Apología de un RescateWhere stories live. Discover now