La parte más desagradable de todo esto fue el cambio. Mi vida contigo era patética, era un desorden y lo más triste es que me cambie a mi para que fueras tú.
Nunca fuiste tú, no eres tú y nunca serás tú.
Tuve que salir de ahí porque ella, la chica que estaba debajo tuyo, no era yo. Me forcé a tu cambio, a tu vida y a la muerte interna llena de agonía.
Gritos de desesperación y de frustración se ahogaban dentro de este mar en calma. Viendo la vida pasar y estancándome dentro del tiempo, mirando a todos lados y esperando una respuesta a todo este cambio y a toda mi necesidad de que resultara bien, tan bien que sonaba patético y desvergonzado, tan desvergonzada sonaba.
Pude salir del mar, ese mar al que me metí y juraba que yo sabía nadar. Solamente respire ondo y me deje llevar, no era la corriente, era el tiempo que por momentos no dejaba pasar. Al final solo voltee empapada y desconsolada a mirarte, cuando solo escuche un murmuro salir dentro de mi y decirte que ese era mi adiós. Nuestro adiós.
