Amistad con una chica desconocida

509 103 89
                                    

Para Todoroki Shouto la mayoría del mundo le era indiferente.

Fuera de eso, en realidad era su vida la que le era indiferente.

Gracias a su padre no había tenido la mejor infancia, había sufrido un accidente que le dejó una cicatriz de por vida y la relación con su madre a partir de ese momento se volvió tensa.

No fue hasta las escuela preparatoria que su vida comenzó a tomar otro giro. Conoció a gente, hizo amigos, comprendió que por que sus objetivos fueran similares a los de su padre no tenía porque ser como él y recientemente empezó a comenzar a trabajar en la relación con su madre.

Y aun con eso la vida le seguía siendo indiferente. Fuera de su pequeño grupo de amigos no socializaba con nadie y tampoco era algo que le interesara.

Tenía una rutina, una rutina que se mantenía intacta a menos que ocurriera un inconveniente y casi no tenía muchos inconvenientes.

Ese día hubo un pequeño inconveniente. No precisamente para él.

Caminaba una tarde de regreso a casa; un pequeño departamento que comenzó a rentar tan pronto entró a la universidad, la jornada escolar había sido larga y tenía bastantes proyectos y trabajos que lo habían obligado a quedarse hasta tarde, para cuando estaba a unas cuadras de su departamento el cielo ya estaba oscuro.

Diez metros más para llegar y podría tumbarse en su cama y olvidarse del mundo. Diez metros más para llegar a casa y sintió como una mano lo detenía a mitad del camino.

—¡Hola Koichi! ¿Como has estado?, hace mucho tiempo que no te veía.

Se detuvo y miró a la persona que sostenía su mano. Era una chica: dieciocho o diecinueve años, su edad; su pelo era de un color negro profundo sujetado en una coleta, vestía un conjunto semi formal de mallas, falda, una camisa cubierta con un lindo chaleco y sobre todo ello una bata de laboratorio con su nombre bordado en la parte superior.

Todoroki estuvo a punto de decirle que se había equivocado de persona, que él no era a quien buscaba y que no la conocía. Pudo hacerlo, estaba a punto de pronunciar aquellas palabras cuando vio en sus ojos un terror que Shouto solo había visto en la mirada de su madre cuando su padre le gritaba o incluso golpeaba.

Entonces Todoroki se dio cuenta que a un lado de la chica había un hombre sosteniendola por la cintura, un hombre que bien podría tener la edad de su padre pero que dados los rasgos de ambos estaba seguro de que no era su padre.

Una mirada fue lo suficiente como para que Todoroki supiera que era lo que tenía que hacer.

—Hola Momo —sonrió de la misma forma con la que lo haría con uno de sus amigos pronunciando el nombre que había leído en la bata de laboratorio—. ¿Cómo has estado?

—Disculpe, ¿es su amiga? —preguntó el hombre y Todoroki no dudo en responder.

—Sí, es una amiga de la secundaria.

Entonces el hombre comprendió que debía retirarse. Soltó a la chica y se fue sin siquiera decirles una palabra.

Cuando la chica estuvo segura de que el hombre ya se había marchado sus piernas comenzaron a temblar, de no ser por la rapida reacción de Todoroki habría caído. Antes de que él fuera capaz de preguntar algo sintió como la chica se aferraba a él y comenzaba a llorar.

—Muchas gracias —dijo antes de que su voz se volviera a cortar por el llanto—. De verdad muchas gracias, no tengo idea de lo que habría hecho si me decías que no me conocías.

Ella se separó de él y después de limpiarse las lágrimas se disculpó.

—Lo siento por eso, no quise incomodarte —. Todoroki negó con la cabeza.

¡Hola Koichi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora