Entidad en el Rancho

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Mi mamá había empezado a salir con un nuevo novio. Nada me llenaba más de felicidad que verla divirtiéndose de nuevo. Él se llamaba Joaquín, era dueño de varios terrenos en la Ciudad de México, unos los había convertido en negocios y otros, por valor sentimental, prefirió dejarlos como estaban. Sin embargo, el terreno del que quiero hablar está a dos horas de la ciudad. Mi mamá nos despertó a mi hermana y a mí más temprano de lo normal, nos pidió que empacáramos ropa para todo el fin de semana porque nos iríamos al rancho del papá de Joaquín. Con los ojos entrecerrados y dos horas de sueño, tomé un par de playeras, un short para dormir, ropa interior, y los guardé en la única mochila que tengo.

"Hablo Joaquín, dice que se va a tardar ¿quieres desayunar?" preguntó mi madre pero pensé que sería mejor aprovechar el tiempo jugando Play, más tarde, tuve la idea de llevarlo conmigo, así que desempaqué algo de ropa y guardé la consola. La mochila era más pesada, pero sería más pesado el fin si no llevaba nada para entretenerme en la noche.

Joaquín llegó en su camioneta gigante llena de herramientas, comida y juegos de mesa. Dejamos nuestro equipaje en la cajuela y nos subimos, yo me puse mis audífonos y me dormí todo el trayecto.

Nos detuvimos en una especie de plaza a cargar gasolina y desayunar en una de las cafeterías. Joaquín nos mencionó que la semana pasada, que fue a preparar el rancho para nosotros, había vuelto "la extraña entidad maligna", algo que se aparecía por las noches cuando era niño y lo llamaba para que se acercara, pero esta vez sólo repetía su nombre. Todos nos reímos cuando la cara de mi hermana palideció pero yo pude notar nerviosismo en la sonrisa de Joaquín.

"La del teléfono se va pero la de la diversión empieza" dijo Joaquín refiriéndose a la señal que se iba y regresaba. Estábamos a unos minutos de llegar, yo veía por la ventana los campos largos y hermosos, me dieron ganas de correr por ahí y gritar o lanzar piedras por el aire, pero algo llamó inmediatamente mi atención: una especie de araña del tamaño de la camioneta caminaba por el campo, parpadeé un par de veces para rectificar que mis ojos no me estuvieran jugando una especie de broma por la falta de sueño, pero no lo fue, una araña de, tal vez, cinco metros de longitud caminaba por el campo y nadie notaba su presencia, desperté a mi hermana y a mi madre para que la vieran, pero cuando los cuatro giramos a ver sólo había un tractor.

Llegamos al rancho, era inmenso, una pequeña cabaña central donde estaba la cocina y el comedor, cinco más alrededor que eran las habitaciones y una inmensa bodega con bicicletas oxidadas. Durante el día nos dedicamos a desempacar, preparar la comida y luego dimos un paseo por el pequeño pueblo. Para la noche, después de cenar, preparamos botana y refrescos para pasar toda la noche jugando cartas y dominó. Estábamos los cuatro sentados alrededor de la mesa, llevábamos varias partidas cuando un corto en la luz nos había dejado a oscuras. Joaquín me pidió que lo acompañara a revisar la fuente, pensábamos que se trataba de un fusible, pero sólo se había caído el interruptor de seguridad, yo sostuve la linterna todo el tiempo, él hacía "el trabajo sucio" y pude notar, por el temblor en sus manos, que estaba nervioso.

Ambos escuchamos un susurro, muy tenue pero constante, nos miramos, yo estaba confundido pero él estaba aterrado, me dijo: "Ese sonido es común, es por las plantas, pero ignóralo si puedes". Sabía que ese sonido era de una voz, recordé la extraña entidad que había mencionado en la cafetería y no podía evitar pensar que estaba hablando en serio, pero me preguntaba: si era real lo que decía ¿por qué nos trajo?

Lo olvidamos cuando regresamos a jugar. Habían dado las cuatro de la mañana y nosotros seguíamos repartiendo cartas. Fue mi madre quien paró el juego, todos nos levantamos y nos fuimos a nuestros cuartos. Yo intenté dormir pero tenía miedo pues el susurro y la araña gigante no eran una coincidencia. Jugué Play Station intentando calmarme, tener algo de sueño pero no podía despejar de mi mente.

Sabía que no debía meterme con aquella cosa que estuviera acechando a Joaquín, pero también sabía que no lo podía dejar así. Me puse mi chamarra, tomé mi linterna y salí, estaba grabando con mi celular. En la noche, el rancho parecía ser eterno, la luz de la linterna no llegaba al otro extremo. Caminé hasta llegar a la bodega donde estaban las bicicletas oxidadas, ahí estaban los interruptores de luz, y el susurro comenzó, esta vez decía mi nombre. "¿Quién es?" grité, pero sólo me seguía llamando, me alejé un poco, entonces sentí una helada garra que acariciaba mi cabeza. Dejé caer la linterna y mi celular.

Aún no puedo describir lo que vi sin que mi piel se erice. La cabeza de una anciana, con el cabello en la cara, los ojos completamente negros y dientes afilados, sujetada por ocho patas grandes que se colgaba del techo. Regresé corriendo a la habitación.

No pude dormir en toda la noche, apenas salía el sol cuando mis ojos se cerraron involuntariamente. Joaquín entró y, en un tono muy molesto, me dijo: "¿Qué te dije de seguir al maldito susurro?" luego dejó caer la linterna y mi celular sobre la cama, yo no podía despegar mis párpados, pero podía escuchar que mi mamá llegó a preguntar qué estaba pasando, Joaquín le explicó que en las noches suelen salir pequeños animales peligrosos y que me había expuesto a una picadura de ellos. Joaquín sólo me advirtió que no me volviera a acercar y se fue.

Terminando de desayunar, regresé a mi habitación para tomar un baño, el agua que caía sobre mí me recordó a la extraña garra de aquella cosa que me había tomado la noche anterior, no quería pensar en otra cosa, quería disfrutar la música de mi celular que sonaba por todo el baño. "Abre los ojos" se escuchó de la canción, conozco bien la letra y nunca, en las veces que la he escuchado, noté que dijera algo así, pero los abrí,  "Ahora da la vuelta" repitió la canción, entonces yo me paralicé, yo no quise girar, pero la canción insistió diciendo: "Da la maldita vuelta" entonces lo hice...

Entidad en el RanchoWhere stories live. Discover now