Bajo la niebla

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Cae la noche y la niebla se extiende cubriéndolo todo. En medio del silencio sepulcral se oye de pronto un grito, ahogado rápidamente por el estallido de un trueno. Una ligera llovizna empieza a caer sobre las calles adoquinadas. En algún lugar, en un callejón cualquiera, un extraño camina cubierto de sombras mientras arrastra algo, algo que se retuerce y llora en la oscuridad. Lo mismo de siempre, es solo otra noche londinense.

Escuché un murmullo en mi oído, pero no estoy de humor para hablar con mis sombras, tengo un trabajo que hacer. Ciertamente no es el mejor trabajo o el más respetable, lejos de ello. Pero para alguien de mi 'condición' no hay muchas opciones. Ya he tocado fondo hace mucho tiempo, si hay algún lugar más bajo que eso, entonces probablemente sea el infierno. 

Como siempre, soborno al guardia con seis peniques, él asiente con una sonrisa sardónica. Mi "lugar de trabajo", el cementerio Highgate. Me dirijo hacia el lado este, ya que el área oeste es donde están las tumbas más antiguas. Ahí no hay nada más que polvo viejo, olor a humedad y telarañas. Estoy buscando las tumbas recién excavadas. En un saco medio mordisqueado por las ratas llevo mi pala de confianza. La niebla me lame los tobillos y es difícil encontrar mi camino en la oscuridad, pero ya conozco este lugar de memoria.

 "Perverso ..." susurra una de mis sombras, es Rose mi favorita y la única a la que he dado un nombre. Ella siempre me regaña cuando hago esto. "Shh cariño" susurro suavemente como si hablara con un amante. Una amante ... es una existencia que está fuera de mi alcance. Ninguna dama miraría siquiera a este patético desperdicio humano. Incluso las putas me han rechazado a veces. No las culpo.  Soy el bicho raro del que los padres advierten a los niños. Todo es a causa de mis 'sombras', siempre están ahí, nunca me dejan ni por un instante. Siempre susurrando en un murmullo ininteligible y constante.  Sin embargo, a veces alguna de esas voces se eleva del resto y no puedo evitar escucharla. Incluso, aunque no sucede a menudo, pero me ha pasado que pierdo la noción del tiempo. Es entonces que sé que una de mis sombras ha usurpado mi cuerpo por un rato. No me gusta, pero a veces a pesar de todos mis esfuerzos no puedo obligarlas a retroceder.

Caminé unos minutos hasta que encontré una tumba recién excavada. ¡Carne fresca para mis clientes! Los estudiantes de medicina son realmente muy leales en su patrocinio. Extraigo una arrugada lista de mi bolsillo. Aunque parezca sorprendente, miserable como soy, sé leer. En el orfanato los mohosos libros que tenían ahí me ayudaban a distanciarme de mis problemas, al menos temporalmente. 

La lista de hoy es simple: dos manos, un par de ojos... Nada complicado. Saqué un saco que guardo enrollado alrededor de mi pala y me preparé para realizar mi trabajo. No es tan difícil el pedido en sí. Pero debo realizar estas cosas alumbrado únicamente por la luz de la luna llena mientras que el lodo y la lluvia dificultan mi tarea. "¡Bastardo!, no deberías estar aquí..." otra de mis sombras susurró.

Finalmente pude descubrir el ataúd. Levanté la tapa de nogal blanco rápidamente. Yacía ahí una mujer joven, de unos 18 años. Vestía con un vestido gris, muy sobrio, pero llevaba un encaje exagerado alrededor del cuello, lo que me pareció curioso. Incluso nuestra recién fallecida monarca, la reina Victoria, no usaba este tipo de cosas, ese accesorio ya está pasado de moda. ¿Cómo lo sé? Eso porque he desenterrado a gran cantidad de gente adinerada. Sospechando que podría haber sido utilizada por algún motivo específico decidí arrancarlo. No me tomó más que un momento y pude comprobar que efectivamente ese encaje estaba ahí por una razón. Éste cubría una marca de abrasión de soga que rodeaba el delicado cuello. Seguramente la familia intentó ocultar el suicidio. Eso no es algo raro, la iglesia frecuentemente se niega a realizar las misas de suicidas. "Pobrecilla, era tan joven..." sollozó una de mis sombras. 

 En todo caso lo que me interesa es el estado del cuerpo. Es un fastidio realizar todo el trabajo y que luego no me paguen porque hay algún problema. En cualquier caso, no parecía haber nada en particular. Saqué de entre mis ropas otras herramientas, que robé a un médico ebrio, y me puse a trabajar. 

No tardé mucho, calculo que no fue más de una hora.  Estaba por colocar la tapa de nuevo cuando escuché unas voces. Me puse tenso de inmediato. Mi labor no es bien vista y podría ser peligroso para mí. 

En realidad, no es raro hallar todo tipo de personas por las noches aquí. Borrachos que vienen a pasar la lluvia, alguna puta con su cliente o incluso algún delincuente deshaciéndose de su víctima. En un instante me oculté en el único lugar que tenía a mi disposición. 

El ataúd era estrecho y me hallaba muy incómodo. El estrecho contacto con la piel del cadáver era desagradable y el olor a sangre era sofocante. Al menos aún no habían gusanos, eso hubiera sido insoportable.

Esperé un rato a que los pasos y voces se alejaran. Cuando estaba a punto de levantar la tapa sentí un aliento frío en mi cuello.

"¡Mis manos, mis ojos! No están...¿Qué me has hecho? ¡Devuelvelos!¡No he muerto, estoy viva!".  Ignorando la voz, salí del ataúd respirando satisfecho el aire de la noche. Durante todo el camino mi nueva sombra siguió gritándome. 

Una sombra más, da igual.

Niebla de LondresWhere stories live. Discover now