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Observó el rostro durmiente de Mo Ran mientras acariciaba su mano por debajo de la manta azul. A juzgar por la serenidad en su semblante, no parecía incómodo en absoluto, aunque tampoco lucía como si estuviera navegando a través de un hermoso lago cristalino. A veces su cuerpo se movería de repente, temblaría o inconscientemente apretaría la mano ajena.

Chu Wanning se giró hacia el Anciano Yunhu, preocupado en su interior pero inexpresivo en el exterior.

"¿Cuánto durará esto?"

"Me temo que tendremos que esperar de tres a siete días" Respondió, pensativo.

Xue Meng se rascó la barbilla, su expresión complicada, "Pero esto es muy raro. ¿Qué tipo de bestia mágica puede ponerte a dormir si la derrotas?"

"Ya que no ha afectado a la circulación de la energía espiritual, no creo que sea un caso muy grave. Tal vez pueda encontrar algo más de información en los libros de la biblioteca. De todas maneras, con el actual poder espiritual su cuerpo puede practicar inedia sin problema, pero sería recomendable que alguien se quede vigilándolo y le transmita energía espiritual cada cierto tiempo."

"Mn."

Xue Meng le hizo un gesto al Anciano Yunhu, como pidiendo que dijera algo agradable para tranquilizar a Chu Wanning, mas Yunhu tampoco sabía cómo dirigirse hacia él en una situación como esta sin ofenderlo. Dio un paso adelante, carraspeó y comentó:

"Chu-xianjun, esta situación tomará poco tiempo. Él estará bien."

¿Pero qué estaba bien? Sólo sabía que Mo Ran estaba dormido, encerrado en una especie de sueño profundo, y tampoco conocía el carácter de la maldición. Temía que el sueño al que su amado había sido arrastrado terminara siendo alguna pesadilla.

Chu Wanning gritó para sí mismo: «¡Tú, idiota, ¿cómo se te ocurre pelearte con una bestia mágica desconocida?! ¡Mo Weiyu, estúpido!»

En su cabeza todavía repetía el momento exacto en el que Mo Ran cayó al suelo como un trozo de plomo, con una sonrisa cansada y la frente bañada en sudor. Apenas pudo probar los wontons que Chu Wanning le había hecho, contando su gran hazaña por el camino.

«¡Shizun, derroté a una bestia enorme!»

«¿Oh? ¿De verdad?»

Mo Ran asintió, risueño. «Sí, aunque si la comparamos con mi amor por ti, esa cosa peluda sería menos que una hormiga.»

«Tonterías.»

Pero cuando levantó la mirada para ofrecerle una sonrisa, la cara de Mo Ran ya había cambiado por completo. Fruncía el entrecejo con desconcierto, intentando alcanzar el cuenco de wontons que estaba encima de la mesa.

Antes de poder siquiera parpadear, Chu Wanning lo vio desvanecerse, oyendo un susurro que se llevó el viento consigo. «¿Wan...ning?»

Él, por supuesto, no tardó en reaccionar. Lo sujetó en un abrazo y le tomó el pulso. Parecía todo correcto con su flujo sanguíneo y espiritual. ¿Fue desmayo por fatiga acaso?

Repentinamente su corazón tembló recordando ciertas memorias del pasado. Lo cargó hacia el sofá y esperó con paciencia a su lado. No obstante, el tiempo transcurrió tan raudo como la corriente de un río, incluso los wontons ya estaban fríos, y Mo Ran todavía no despertaba. Le hizo tomar una píldora, en balde.

Goutou aulló como si también supiera que algo iba mal. Sin demorar más tiempo, Chu Wanning llamó al Dragón de la Vela y surcaron los cielos hasta llegar al Pico Sisheng.

Seven days in a dream | RanWan 燃晚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora