Cálida Arena

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Miro por la ventana, la lluvia cae suavemente, su sonido me envuelve y me relaja, me recuesto en el sofá y dejo que mi mente vuele lejos, lejos de esta triste ciudad gris.

Ya no oigo la lluvia caer, siento como el sol me calienta la cara, intento abrir los ojos pero no puedo, un suave murmullo me acuna, mientras intento adivinar si estoy soñando o es real.

Presto mas atención a ese sonido, ahora se claramente que lo que oigo de fondo son las olas del mar romper rítmicamente contra la playa.

Sigo sin poder abrir los ojos, me siento confusa pero no asustada, notó la arena calida bajo mi piel desnuda.
Meto los dedos dentro de ella y siento el primer cosquilleo y una risita floja que me deja aun mas confusa.

Se que hay alguien a mi lado, noto su aroma citrico, mandarina y limón, ¿Por qué  me esta
tocando los pies y no me habla?

No puedo hablar, debería tener miedo y no lo tengo, sólo puedo concentrarme a ese olor a  mandarina y en el sol acariciándome.

El desconocid@ ya no me toca, se que sigue cerca de mi, por que su olor aun es perceptible.

Entonces noto su aliento cerca de me mi oído, y con un tono de voz casi leve me insta a que me despierte, me remuevo remolona sobre la arena y me doy cuenta que el desconocido es mujer, ese tono de voz no puede ser de un hombre.

Mi mente piensa deprisa en quien puede ser; la desconocida se pone en pie, me rodea , se sienta a mi lado y me coge de la mano, me la acaricia suavemente y me la besa.

Cada vez estoy mas desconcertada, poco a poco noto como esa pesadez en los ojos va pasando.

Los entorno cegada por el sol, pongo una mano delante de ellos para darme sombra y entonces miro a mi derecha y la veo.

Me sonríe con esa media sonrisa, sin enseñar los dientes, nunca le gustó su sonrisa.

Pero el mismo gesto de sonreír, en ella se convierte en pura perfección.

Le cojo la mano, y muy lentamente acaricio con ella mis mejillas calientes por el sol y húmedas por las lagrimas.

No se en que momento me puse a llorar, estoy llorando en silencio, no estoy triste, al contrario, me siento tan feliz que no puedo evitar reír suavemente, mientras ella me mira desconcertada, sin saber que decirme.

Vuelvo a coger su mano ahora húmeda de mis lagrimas y la beso, la beso hasta que me duelen los labios, y cuando ya no es suficiente besar su mano, me recuesto la miro y solo con mirarla ella ya sabe lo que deseo.

Me ayuda a levantarme, me coge de la mano y muy lentamente vamos caminando hasta el mar...

Cálida ArenaWhere stories live. Discover now