Esta ya es otra historia

13 0 0
                                    

Autor: Ernesto Hernández Badillo

"Dejo las llaves encima del refrigerador...Por si no me esperas a desayunar. Salí a correr como cada domingo a las siete de la mañana. Estuviste fabulosa, no esperaba menos de ti.Paseo de La Reforma luce preciosa cuando está amaneciendo; fresca, limpia,radiante, generosa para realizar actividad física. Por momentos parece que estoy en un sueño; tengo el trabajo que quiero, vivo en un departamento bien diseñado y con excelente ubicación, los fines de semana tenemos la posibilidad de salir a distintos puntos para que solos tú y yo, disfrutemos de momentos dichosos. Me faltó mencionar a alguien no menos importante, nuestra mascota, no olvides dejarle sus croquetas por si despierta".


Dejé la nota anterior, me puse ropa adecuada para activación física y salí a correr un rato. Ella no suele acompañarme durante mi jornada dominical. Entre semana nos hablamos o escribimos, sobre todo viernes por la noche para planear la tarde del sábado. Nos conocimos precisamente un domingo a las seis de la mañana,casualmente ambos salíamos de una fiesta; no suelo asistir a muchas de este tipo, sin embargo, procuré que no se alargara tanto la velada, terminé saliendo cinco con cuarenta del lugar. Unos amigos me dejaron sobre avenida Insurgentes Centro, hice escala en el Oxxo, me dispuse a comprar café, la fila era un poco grande, miré a todos y ahí estaba ella; un tanto desaliñada, con el rimel corrido, vestido negro manchado, descalza, traía los zapatos en la mano, se quejaba que le dolían los pies. En consecuencia, varios la dejaron avanzar.Bebió café como si no existiera mañana, con esas copas encima mi lengua se dio valor, pregunté si todo estaba en orden, respondió que gracias, pero no tenía dinero. Compré un poco de chocolate caliente en lugar de lo que tenía planeado al principio y opté por marcharme. De pronto con el monumento a la revolución como postal. 

 -Detente, ¿me estás escuchando?

 -Ya pagué lo del chocolate, señorita...ah, eres tú.

 -Sí, soy yo,¿esperabas a alguien más? 

 -De hecho, hace mucho que dejé de esperar a alguien. 

 -No seas ridículo y mejor ayúdame que ya no aguanto estos tacones.

 -No me conoces y ya me estás insultando. Buenos días, que descanses. Suerte con quien sostenga tus zapatos.

 -Disculpa por tocar tu masculinidad tan frágil, pruébate mis tacones, a ver si te quedan. 

 -Ya van dos, a la tercera llamaré a una patrulla para que te lleve por borracha y altanera.

 - ¿Borracha yo? Si el que dejó su olor en el Oxxo fuiste tú, ya amigo, no me dejes aquí sola. Ya no tengo dinero para regresar a casa.

 -Pídele ayuda a tu novio, él seguro te mandará un Uber, yo vivo a unas cuadras de aquí. Necesito dormir. Buen día.

 - ¿En dónde vives?¿no me quieres dar posada?

-Aquí cerca, en la calle de Aldama. No te puedo dar posada porque no te conozco y a parte prefiero evitarme problemas con tu pareja,¿acaso esto es una trampa y el tipo está planeando cómo asaltarme?, pues miren,se equivocaron de persona, solo tengo mis llaves, este chocolate y unos veinte pesos.

-No seas paranoico, me molestan los hombres así. Mira, en este tiempo que llevamos platicando detecto que eres un misógino y tienes delirios de persecución.

-Ahora resultaste ser psicóloga. Bueno, hablen claro los dos, ¿qué quieren? Les dejo mi chaqueta y asunto arreglado.

-Quiero que me prestes un lugar donde dormir.

- ¿Eso como por qué razón?

-Porque estoy borracha y no he dormido.

- Mira, te prestaría para un hotel, sin embargo, como ya les he mencionado antes, solo traigo veinte pesos. Seguiré mi camino.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 04, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Esta ya es otra historiaWhere stories live. Discover now