Todo tiene un comienzo, y me encanta recordar el nuestro.
Empezó mucho antes de que supieras que existía, por el 2016, donde yo apenas estaba en segundo año y vos ya estabas por llegar a quinto. Fue en Junio de aquel año, cuando pasaste a mi lado justo por donde terminan las escaleras del colegio, y me quedé como tonta mirándote mientras me repetía en mi mente 'que lindo chico' y preguntándome quien eras. Como era de esperarse me dije que sólo sería uno de esos amores platónicos que no queda más que ver ya que jamás podría tener una oportunidad.
Con el paso del tiempo, por casualidad o quién sabe, tal vez obra del destino, empecé a cruzarme más con vos, pude descubrir tu nombre y como una pequeña acosadora te encontré en Instragram y seguía descubriendo algunas de tus manías.
Llegaste a último año, y mis esperanzas con vos eran cada vez menos, y sólo me limitaba a verte de vez en cuando en los recreos.
2018, ya no estabas en el colegio, tan sólo por redes sociales podía saber algo de vos, la ilusión quedó atrás.
Pero llegó 2019, mi último año, y volviste a aparecer, te pude volver a ver en aquel cumpleaños. Los dos habíamos cambiado, eras más lindo, te habías dejado crecer la barba, yo tenía más seguridad en mí. Pero no me animé a acercarme, seguías siendo mi crush de secundaria que jamás se fijaría en alguien como yo.
Pasaron los meses, y otra vez el destino hizo lo suyo, te vi en el colegio a fines de Julio, y me dije ahora o nunca, entonces te respondí aquella historia, y la felicidad que sentí cuando me seguiste hablando, no lo podía creer.
Y empezamos a hablar y hablar, a conocernos de a poco, y fue entonces cuando me invitaste a salir, no podía creer que mi amor platónico quería juntarse conmigo, y que sabías que existía. Obvio que ni lo dude y te dije que sí.
Llegó el día en que nos íbamos a ver, 3 de Agosto, y no daba más de emoción. Entre en crisis al no saber que usar, me habré probado más looks que en toda mi vida, quería estar perfecta. Ya lista fui directo al McDonald's donde nos íbamos a juntar y se me paró el corazón cuando te vi ahí esperándome, con tus auriculares puestos, apoyado en la columna que estaba junto a la puerta. Me acerqué y me diste la sonrisa más bonita que nunca antes alguien me había dado, me derretí al instante y el corazón se me puso a mil.
Los dos al principio estábamos un poco tímidos pero nos logramos ir soltando y la pasé de maravilla, estaba con un chico hermoso y genial, que me hizo reír y sentir más que bien. Uno de los mejores días de mi vida sin duda alguna.
Y ese fue nuestro comienzo.
