Cautivar.

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Lleva media mañana caminando por el bosque. Su capa se arrastra por sobre las hojas secas que yacían en el suelo y que suenan fuertemente con cada paso que da. La escasez de comida lo había llevado a madrugar para ir al mercado del pueblo vecino y abastecerse para los próximos días. En su comunidad muchos habían optado por cultivar sus propios alimentos, pero el helado clima que anunciaba la llegada del invierno había quemado todas sus cosechas, obligándolos a buscar otras medidas de abastecimiento.

Loki acomoda la bolsa de cuero que cargaba y continúa caminando. A lo lejos podía escuchar el gran caudal del río que conectaba con todos los pueblos y que pasaba por uno de los costados del castillo donde vivía el rey, con su primogénito Balder y una tropa de lamebotas que estaban dispuestos a limpiarles hasta el culo.

Entre los habitantes de la periferia, el rencor y la rabia se acumulaban con parsimonia ante los desaires que Odín hacía a su gente. Se jactaba ante la nobleza (que no salía de su burbuja privilegiada) de su gran benevolencia, disfrazando sin descaro alguno una cruda realidad en donde algunos súbditos morían de hambre, en donde agonizaban por enfermedades que no podían ser tratadas por los médicos profesionales debido al cobro de su servicio, en donde familias completas dormían en las calles y los más débiles amanecían muertos por hipotermia.

Era una vida dura, pero todos parecían resignados a vivirla sin intentar nada para cambiarlo.

Loki suspira mientras camina mirando el desgaste de sus zapatos que probablemente no aguantarían el invierno de este año.

Algo llama su atención en el suelo. Era un pedazo de cuero que estaba tapado por la maleza. El azabache se inclina y lo toma entre sus manos para observarlo mejor y solo ahí pudo notar que se trataba de una muñequera.

Extraño, piensa. La mira con atención buscando alguna pista de su dueño (que pudiese borrar, claro está. Él no iba a devolverla) más al no encontrarla la guarda en el bolso sin darle mucha importancia.

Continua su andar, entusiasmado por llegar a su cabaña mientras piensa en la sopa de verduras que prepararía para recuperar las energías luego de pasar dos días sin probar ni un bocado de comida. Sin embargo, se ve interrumpido nuevamente al toparse con una bota abandonada, del mismo material de la muñequera. Ambos objetos estaban en perfecto estado, por lo que era casi imposible que alguien se deshiciera de ellas intencionalmente.

Una extraña sensación se apodera de su pecho y la inseguridad poco a poco incrementa con cada paso que da. Algo malo estaba por suceder, lo presiente.

Da un par de pasos más y su corazón se detiene al ver tan macabra escena. Ahí a lo lejos, a las faldas de un frondoso olmo, yacía el cuerpo inerte de un hombre boca abajo, con la ropa desgarrada y ensangrentada.

Un escalofrío recorre la columna vertebral del azabache y de inmediato empuña la daga que cargaba siempre consigo, dispuesto a atacar ante cualquier señal de peligro. Se quita la capucha que le protegía del frío y observa detenidamente en todas las direcciones, agudizando el oído para percibir cualquier tipo de amenaza. Lo último que quería era encontrarse con ladrones que le arrebataran el alimento que tanto le costó conseguir.

Lentamente se acerca al cuerpo, sintiendo que en cualquier momento el corazón se la saldría por la boca. Los segundos se hicieron eternos y poco a poco el miedo se fue disipando al darse cuenta de que solo estaba él y el cuerpo en el bosque, nadie más. Guarda su daga cuando lo estima conveniente y se agacha para observarle más de cerca.

Suelta un jadeo ahogado al percatarse que el hombre seguía con vida. Con mucho cuidado le gira para dejarlo de espaldas y le mira detenidamente. Su camisa estaba rasgada en la zona del pecho en donde tenía una herida que lo cubría de extremo a extremo, sus labios tenían un color morado y temblaran involuntariamente por el frío, su rostro estaba cubierto de lodo al igual que su cabello.

Frjáls [Thorki]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن