El Silencio y sus Demonios

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 Me veo en una total soledad, plagada de fantasmas que me rondan, alejado de todos aquellos que alguna vez fueron mis amigos y que ahora están distanciados por una gran extensión de tierra y mar. Días opacados por memorias de tranquilidad y noches que no terminan tras un camino oscuro que se avecina, el ruido me enloquece y el silencio es mi refugio.

Amante del vacío y la lejanía, acurrucado en las fantasías de un porvenir cargado de alegrías y vanidad. Escondido en un rincón en medio de las voces de desconocidos, quienes son todos y nadie a la vez. Aceptando un destino con la sonrisa de un hipócrita, enfrentando las palabras restantes de un mundo enfocado en destruir lo poco de bondad que queda en mi ser.

Los muchos desafíos y contradicciones de las malas decisiones nos llevan a un callejón sin salida, al camino del que no habrá más retorno. A todos nos llega ese momento en el que no sabemos qué hacer, nos miramos sumidos en un agujero del que no podemos salir y tendremos que enfrentar la realidad con simples sonrisas e ilusiones de que todo mejorara. Notamos como nada parece funcionar, ni tener sentido y cada vez se torna más difícil ver con claridad lo que nos rodea.

Una vida en la que se buscan las soluciones en los lugares y personas equivocadas, sentir que podemos ganarle la partida a un sinnúmero de sinsabores que estropean el sendero de lo que pareciera es lo mejor. Ilusiones, simple ilusiones que nos encaminan cerca, lejos, no importa la dirección o el sentido, cada vez más adentro de malos momentos.

Desde hace ya un tiempo, he estado en una constante lucha por salir de los tiempos malos. Hay mucho que me afecta acerca de la vida y de lo que me rodea, pero estoy consciente que todo es parte de una normalidad que no debería ser suficiente para remover la paz interna, quitar la legítima sonrisa diaria, aislar la tranquilidad que nos debería acoger en nuestro andar.

Todo lo que me afecta no son situaciones o factores que vienen de mi exterior, sino que mi verdadero enemigo está dentro de mí. Siento como dentro de mí está un mal invisible, un conjunto de ecos sin sentido que no me dejan ver las cosas como deberían ser mejor para mí, para la vida que quiero. Una oscuridad sin luz, mis demonios internos.

Esto no es algo reciente, desde hace mucho he aceptado que hay algo ahí, que no debería estar, que debería controlar, pero desde un inicio no trate de hacerlo, sino que lo consentía, lo abrazaba y lo aceptaba. Creía que ese era el verdadero sentido de lo que era, queriendo ser uno con esos demonios, pero con el paso del tiempo logré ver que no era así.

Por instantes creí que podía hablar con ellos, razonar y hacerlos comprender que no podía seguir escuchando tanto de su parte. Quise hacerme a la idea que ellos entendían y podía lograr una tregua cuando me sintiera en desventaja o simplemente necesitaba un respiro. Me di cuenta que yo era el que inconscientemente los buscaba para continuar en una guerra en la que tenía desventaja.

Después de años de batalla, me siento casi al final de mi camino, las fuerzas cada vez me acompañan menos, me siento acabado. He hecho de todo y puesto muchas gotas de sudor y sangre en el campo del combate. Levantándome cada vez que soy doblegado, viendo que estoy rodeado por fuerzas que se hacen más fuertes con mi constancia. He puesto todo de mí, pero parece ser que todo ha sido en vano.

Los demonios, me rodean siempre, de cerca o de lejos, viéndome detenidamente, esperando que baje mi espada o que haga algún mal movimiento. Ellos gritan para aturdir mis sentidos, cada vez más fuerte, más seguido, más cerca, tratando de tomar el control y devorar lo poco que ha quedado de mí.

Mi escudo está destrozado, mi armadura se cae a pedazos y mi espada con abolladuras. Mis fuerzas se han ido de mí, de mi cuerpo, de mi mente. Simplemente estoy muy cansado. La punta de mi espada ahora roza el suelo y mi escudo ya ha caído. Los gritos han cesado, mi mirada ve hacia mis pies, notando todas las heridas que llevo alrededor. Escucho los pasos lentos que se acercan a mí, los crujidos de los huesos.

Al levantar mi mirada, parece que todo va acabar, cierro mis ojos y suelto la espada.
Ya no pelearé más. -

El Silencio y sus DemoniosWhere stories live. Discover now