PLANTAS

25 2 0
                                    


Me encanta recordarme que las plantas embellecen;
a las casas, a las habitaciones,
a los dibujos, a los escritos,
a las ropas,
a las personas.
Las plantas embellecen al mundo.

Protea.

No. No la flor, esa rara flor, no.

Protea, la niña.

¿Quién demonios se le ocurre llamar a su hija con tal nombre? Además, ni la flor es bonita, por favor, si tanto a sus padres les encantaban las flores, hasta Rosa, que es el más común, lo hubiese aceptado, porque la rosa es hermosa. Pero la protea no, tú la ves y no sabes qué carajos es eso.

Porque todos se lo dicen. De dónde viene su nombre, qué significa, por qué.
Ella sólo responde con "es una flor, no sé nada más y no, no me interesa saber".

A Protea todos la molestan. Porque sus ojos son raros, como su cabello, como su piel, como sus manos, como ella.

- No me mires, das miedo.

Decía un compañero. Uno muy idiota, por cierto, pero muy guapo, y eso es lo único que contaba. Si él le decía que no mirara a nadie porque asustaría a todos, es porque era verdad. Ella asustaba a todos.

- ¡No me toques! ¡Dios, mira tus manos! ¡Qué carajos!

Decía su prima. Una chica de ojos hermosos, no como los de ella, claro, que eran tan claros que parecían los ojos de un muerto. Su prima era como las demás niñas, como todas, bella, hermosa, era morena, cabello rizado, sonrisa preciosa de labios gruesos y ojos verdes oscuros. Hermosa.

Mientras ella... pues su piel era azul, tenía pecas blancas en las mejillas, y sus manos y pies brillaban con chispitas de un dorado atrapador, sus uñas eran finas y relucientes de color damasco. Era una chiquilla bastante peculiar, lo cual es bastante extraño porque en su familia son como todos, morenos, bajitos y pues, como lo que uno acostumbra a ver por personas.

Yo no soy rara, ni fea, ni doy miedo.
Soy diferente y exalto a la gente
que no sabe mirarme con aprecio.
Mi rostro es la noche estrellada
que a todos escucha y que todos le observan por su rareza que es belleza.

Yo no doy miedo porque
amo a todos sin quererlo.
Yo no soy fea porque
te comprendo y soy como el tú escondido pero en otro cuerpo.
Yo no soy rara porque
siento y pienso.

Pero a diferencia de éstos humanos
Yo soy yo y no me enmascaro.

Se asustan de sus propias mentiras
se asustan de ellos mismos
Sin pensar en que hay un ser
asustado que solo quiere perderse
y que para cuando se encuentre
no sea en éste lugar.

Protea no es una flor ni un extraterrestre, es un ser como cualquier otro solo que ni los médicos ni científicos han concluído algo para dar razones a su cuerpo. El doctor que ayudó a su madre dar a luz, cuando la tuvo en sus brazos pensó que estaba muerta, porque estaba tan azul que creyó que se había asfixiado y con expresión triste le dijo a la madre que su bebé por alguna extraña razón no sobrevivió al parto, pero cuando la bebé estuvo en los brazos de su madre porque quería darle una despedida, la bebé abrió sus ojos miel gatunos y le sonrió. La madre se asustó y la dejó caer de la camilla debido a la exaltación que tuvo, raramente la bebé no se puso a llorar pero si se quebró su brazo izquierdo, se le salió el hueso cerca del codo, y desde entonces tiene una macha rosa ahí.

Con este brazo donde tengo rosas
me limpio de la suciedad
que me tiran las miradas en la calle
y es que ellos son cobardes
y piensan que mi color es un mostruo
pero yo miro y conozco
y me basta para repudiar
mas yo no soy tu máscara
porque espero a que seas tú
y aprendas a quererme tal cual soy.

El cuerpo de Protea desprende una fragancia a árboles silvestres, y cuando se pasea por el pueblo no necesita nada más que su perfume para embelesar a todos los humanos del lugar, ¡ah! Tiene algo en su presencia que cautiva a los gatos. Los gatos le hacen caso. Por eso, cuando ella descubrió su don a los once años, que los gatos le llaman y le piden caricias y calor, ella corre, la siguen y se los lleva al campo de pasto seco y largo que hay al otro lado del pueblo de donde queda su casa. Cuando ella expuso su talento de domar gatos, las viejas cahuineras expandieron el cuento de que ella era del mal, porque hablar con gatos son cosas del diablo. Entonces todos en el pueblo ahora se alejan y dicen absurdos inventos de ella.

Una tarde, cuando los niños salían de la escuela, Protea se dirigió al campo de pasto largo y seco en vez de ir a su casa como siempre su hermano mayor le decía.

- Vente derechito para'cá que te puedes desaparecer y no queremos eso, ¿me escuchaste?

Pero esa vez ella no quiso obedecer. No se sentía capaz. Era otro de esos días en los que su alma no era suficiente para amarse e igualar el odio ajeno hacia sí misma parecía lo correcto, lo normal. Y con mente desordenada y alma atormentada creó un poso de resquemor descontrolado y las que eran susurrantes voces se volvieron gritos de odio que enloquecieron su ser. Jaló de sus cabellos y formó lagunas oscuras que la llamaban con la promesa de hundirla y no dejarla salir nunca más...

Hasta que llegó su solución, corrió y corrió, perdiéndose en aquel pasto largo y seco, huyendo de sus tormentos que buscaban su desaparición, entró en un bosque altísimo de árboles despeinados que le rasguñaron el rostro con la intensión de detenerla y pidiéndole que no fuera, que no era seguro allí.

- ¡No, no! ¡Cuidado! - gritaban los árboles, pero ella los ignoró.

De tanto correr, luego de horas, por fin se detuvo y se dejó caer de rodillas al suelo, y comenzó a llorar, no pensaba ni sentía nada, sólo lloró y de repente sintió caricias, caricias del viento y de las hojas de esos inmensos árboles, caricias llenas de cariño y protección, se sintió tan querida que se durmió...

Cuando se nos va el aliento
y lo recuperamos de golpe
es que nos morimos y resucitamos
en otro mundo.
El mundo nuestro.
Logramos huir de los sordos y ciegos
para estar en un lugar mejor.

Al despertar observó un cielo lleno de hojas verdes y oscuras y entre ellas habían luces amarillas que viajaban por todos lados, de enderezó y su mirada se dirigió a su ropa y observó que estaba vestida con enredaderas y pétalos de variadas flores. Se sentía libre. El viento la puso de pie y bailó un delicioso bals con ella mientras que las criaturas del bosque los observaban con amor.

Ahora Protea era parte de ellos, ella era flores, era árboles, ella era plantas, ella era naturaleza.

FIN

PLANTASWhere stories live. Discover now