Capitulo único

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Permanecía aburrido mirando su reino desde su balcón, sonriendo cuando los rayos del sol llegaron a él y el brillo de sus ojos miel destacaron. Escuchó el tintineo de las cadenas de oro que colgaban de su cuello, junto a las piedras preciosas de distintos colores debajo de esa enorme y llamativa corona que le obligaban usar en público. Llevó sus manos a ella y la bajó a su regazo, observando cada uno de sus pequeños detalles.

Suspiró cuando del otro lado de la puerta, sus damas de honor le avisaban de otra visita más. Se levantó y se dirigió al espejo, observándose de pies a cabeza antes de salir de su gran habitación, caminando hasta dónde las señoritas le señalaban.

Un anciano se arrodilló ante él cuando alcanzó el trono y se sentó en él rodeado de hombres con radiantes armaduras y espadas en mano, cuidando todos los movimientos de aquél que estuviera frente su rey.

El hombre llevaba en manos una gema del color del océano, le llamó la atención y preguntó al anciano qué le había llevado a su presencia, el mayor respondió.

-Querido rey... en éste día tan especial traigo ante usted un tesoro raro, una piedra preciosa extraída del océano hogar de un dulce y travieso espíritu vivo. El espíritu se alimentará de su energía vital mientras usted lleve éste amuleto, a cambio de deseos sin fin.

-¿Deseos sin fin, dices? - Alzó una ceja. El anciano explicó que tan sólo quería quedarse a dormir por esa noche y le concedería deseos sin límite. Suspiró profundamente antes de decir - Ayudar a éste hombre, dadle todo lo que él os pida mientras esté aquí.

El anciano bajó su cabeza mientras le agradecía y caminaba detrás de los guardias, que antes de irse habían recibido el tesoro de aquél hombre, entregándolo luego en las manos del gobernante.

Observó un momento aquella gema, parecía una esmeralda, pero de un profundo azul, como si una parte del océano se encontrase dentro. La guardó entre sus ropas, antes de levantarse e ir al cocina en busca de una botella de alcohol.

🍁🍁🍁

Dormitaba en sus aposentos, disfrutando la suavidad de sus sábanas y almohada. Entre sus sueños se sintió entre las nubes antes de darse cuenta del peso en su pecho y caderas. Algo suave y húmedo se deslizó por sus trabajados pecho y abdomen luego de retirar delicadamente sus ropas con cuidado de no perturbar su descanso.

Abrió sus ojos rápidamente, encontrándose con el azul brillante en la oscuridad mirándole profundamente. Corrió a encender su lámpara en la mesita de noche, encontrándose con un ser de divino aspecto a su lado, que se recogía el cabello del rostro dejando ver su particular ceja en espiral.

-Uhm marimo... siento haberte despertado...- Sonrió alegre.

-¿Quién eres? - Preguntó - Espera, ¿Cómo me has llamado? - Le tomó de sus ropas, halandolo hasta que sus rostros se hallaron demasiado cerca, con su aura amenazante. - ¿Qué haces aquí?

-Uh - Gimió con una sonrisa en sus labios cereza - Te concederé todos tus deseos, marimo... - Acercó aún más sus rostros hasta casi besarse y lamió su mejilla con lujuria.

"Hogar de un dulce y travieso espíritu vivo... que le concederá deseos sin fin..."

-Ah...- Dió una muletilla - Sí que eres dulce y travieso...- Sonrió mirando sus brillantes ojos azules en la casi oscuridad.

- ¿Ah? - El propio rubio acarició sus labios y luego de pensar un poco, sonrió y se liberó del agarre del moreno. - Normalmente... reflejo el alma del portador del amuleto, pero ésta es mi verdadera forma...- Se levantó y se miró a su mismo en el gran espejo de la habitación, dando un espectáculo sensual. - Soy un monstruo cuando me utiliza un alma mezquina... pero he visto solamente bondad en la tuya, marimo...-

Reflejo InsaciableWhere stories live. Discover now