CAPÍTULO 1

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Afrodita

Vivir en un vecindario reinado por cinco familias mafiosas le da ciertos privilegios a tu vida y en mi caso, mi privilegio era vivir encerrada en todo momento, menos cuando por obligación debía presentarme a la universidad. Mi madre era tan paranoica que en lo único que pensaba era que si no me cuidaba terminaría siendo esposa o una prostituta de unos de los capos de la mafia y siendo sincera conmigo misma, todo es mucho mejor que vivir encerrado bajo llave como una princesa.

Tengo nombre de diosa, pero eso no significa que deba ser tratada diferente al resto, supuestamente mi madre, mi nombre hacia énfasis en mi belleza. Afrodita, diosa del amor y la belleza, era conocía por tener a todo el olimpo a sus pies, por algún motivo ella cree que yo seré igual.

Por dios santo, estamos hablando de una diosa griega de más de 200 mil años.

Mi hermano Iasion ya era mayor, mucho de hecho, pero de igual manera aún vivía con nosotras y ayudaba a mi madre a pagar las cosas de la casa. Supuestamente, él trabajaba para una compañía de seguridad y por ello debía vestir de traje, cargar un arma y siempre tener horarios nocturnos. Mi sexto sentido me decía que aquello no era más que una vil mentira, mi madre era tan ingenua cuando se trataba del que no me asombraba en absoluto que cayera en sus mentiras tan fácilmente.

Tenía veinte años y aún seguía las órdenes de mi madre, digamos que otra opción no tenía, ya que ella pagaba mi comida, las cosas de la casa y básicamente todo lo de mi universidad. Estudiar arte siempre había sido mi sueño y cuando se lo comunique tuvimos una gran discusión porque para ella perdería mi tiempo porque no se gana mucho como artista. Después de semanas llegamos a la conclusión de que estudiaría con la condición de vivir aún en esta casa, no pude negarme, así que aún cargo con las consecuencias de tomar aquella decisión.

—Afrodita — nombro mi madre desde la plata baja de la casa —Se te hará tarde para tu clase — me comunico sin dejar de elevar su tono de voz.

—Voy — grite desde mi habitación totalmente cansada de vivir la misma rutina todas las mañana.

Antes de salir de mi habitación observe frente al espejo lo que llevaba puesto, una remera negra que me quedaba bastante grande por ser la remera de mi hermano junto a un jean del mismo color y mis borceguís negros. Largo cabello castaño oscuro cayendo por mis hombros con algunas ondas, ojos celestes delineados muy sutilmente porque el maquillaje siempre fue el peor enemigo de mi madre.

En cuanto hago acto de presencia en la cocina de mi casa, mi madre no pudo evitar observar mi vestimenta con una lupa. Se tomaba muy en serio el hecho de no llamar la atención de hombres indecentes.

—¿Puedes dejar de mirarme de ese modo? — cuestione sin paciencia.

—¿Así cómo? — pregunto mientras cocina.

—Inspeccionando mi ropa — dije entre dientes mientras intentaba contener mi ira —Puedes quedarte tranquila, no iré vestida como una prostituta.

—Así vestida es lo que pareces — dio por hecho dejando de lado la cocina para a mí —Quiero que te ates el cabello y te quites ese maquillaje, en este instante.

Solté una risita que logro enfurecerla por completo, su mandíbula se tensó inmediatamente y sus puños contenían esa ira que siempre termina en guerra para ambas.

—No lo haré — sostuve de brazos cruzados.

—No fue una pregunta, Afrodita — advirtió dando un paso hacia mí —Fue una orden.

—Que no pienso seguir — contesto mientras camino hacia la puerta de la casa —Si me permites, tengo una clase a la cual no planeo faltar por tu ausencia de coherencia.

Mi Querido Hades #1 ©Where stories live. Discover now