CAPÍTULO 7

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Afrodita.

El haber gritado a los cuatro vientos mi papel en la mansión Atlass me había sorprendido, pero también había aprendido algo valioso en mi estadía en ella. Ya bastante dejé que me pisotearan, era hora de que les mostrara lo orgullosa y poderosa que puedo ser.

―Me parece que el papel te queda grande ― exclamo Zeus con una expresión de niño mimado en su rostro.

―Lo dice el niño que no sabe hacer nada por su cuenta ― ataco sin anestesia.

―Hades controla a tu mujer o me veré obligada a ponerla en su lugar ―amenaza la madre de los Atlass mientras se pone de pie.

El hombre a mi lado se levanta sin perder su toque de elegancia, aquello hace que mi cuerpo cuestione cada acción y cada palabra que ha salido de mi boca los últimos segundos. Me observa detenidamente para luego tomar mi mano con delicadeza y dejar un beso en ella, acto que no hace más que sorprender a su madre.

―Afrodita es mi mujer ― confieso ante todos ―Se que no están acostumbrados a la idea de que comparta mi vida con una persona desconocida, pero dejen de ser egoístas por una vez en sus putas vidas.

―Hermano ― musito Poseidón, no pudiendo creer lo que su hermano dice.

―Se les ha entregado cada cosa que han deseado sin ningún tipo de restricción ― dijo esa vez enfurecido, su cuerpo se tensó, me lo comunica ―Es mi turno de buscar mi felicidad y si junto a esta jovencita con aires de rebelde, ustedes no deben intervenir.

El silencio reinó el ambiente, los integrantes de la familia Atlass únicamente me miraron con un poco de desprecio, mientras que mi cuerpo parecía temblar como una hoja en el viento. Mis manos sudaban y sentía como todo a mí alrededor, empieza a dar pequeñas vueltas, intento mover mis pies, pero estos parecen estar pegados al suelo.

― ¿Afrodita? ― consulto Hades observando como mi cuerpo parece perder estabilidad ― ¿Te sientes bien? ― volvió a preguntar, aunque aquella vez apretando mi mano con fuerza.

No pude responder, ya que mis piernas pierden todo tipo de fuerza, Hades por suerte es rápido y llega a agarrarme, evitando así que mi cuerpo terminé en el suelo. El hombre que me sostiene no hace más que llevarme hasta el cuarto de estar para luego recostarme suavemente sobre el sofá.

Hades llamó a Ignacio con rapidez, el médico no tardó mucho en hacer acto de presencia en la mansión. Puedo escuchar los susurros provenientes de ella, rezándole a dios por qué no estuviera embarazada y aunque eso sería algo imposible. Me pone los pelos de punta saber que haga lo que haga, nunca seré de su agrado.

― ¿Qué le sucede? ― pregunta Hades mirándolo a Ignacio con una expresión de preocupación.

―No es nada por lo que deberías preocuparte ― contesta Ignacio mientras guarda sus cosas ―Solo no ha descansado lo suficiente, muchas situaciones de estrés tienen a devastar el cuerpo.

― ¿Qué le recomiendas? ― pregunta esta vez Poseidón. Su repentina preocupación logra asombrarnos a todos en la habitación, pero él, con su postura de hombre recto, no se percata de ello.

―Que descanse, únicamente eso y espero que lo cumplas Afrodita ― dijo Ignacio mirándome fijamente.

Hades acompaña al médico a la salida de la mansión, mientras que yo soy juzgada con obvias miradas. Me levanto como puedo del sofá, Daniel aparece rápidamente en mi campo visual para ayudarme a ponerme de pie.

―Muchas gracias ― susurro sonriendo.

Era consciente de que la familia Atlass no aceptaba mi existencia al lado de Hades, me tocaba aceptarlo sin chistar. No podía darme el lujo de alejarme de Hades, tiene algo que lo hace peligroso, misterioso y prohibido.

Mi Querido Hades #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora