Realmente no sé dónde me encuentro, y sospecho que este lugar no tenga salida. Me adentro paso a paso, entrando en la primera sala con temor. Está oscuro, no se ve nada. Pero tampoco puedo retroceder, es un pasillo sin salida. Doy un paso adelante y las luces se encienden.

Observo que estoy rodeado de vitrinas llenas de objetos peculiares, me resultan familiares. También se encuentran cuadros con unas pinturas de paisajes, personas y acontecimientos algo raros. Me fijo en una de las vitrinas que contiene un peluche. Un peluche que desde pequeño quise tener. El ojo le brilla, me acerco para observarlo mejor y...

Todo blanco. Ahora me encuentro con el peluche en las manos, pero ya no estoy en esa sala. Me encuentro en mi habitación cuando vivía con mis padres. Me levanto, pero yo no quería hacerlo. No tengo el control sobre mi cuerpo.

- ¡Hijo, a desayunar! – Grito mi madre desde la cocina.

Yo sin soltar el peluche bajé, lo dejé en la encimera de la cocina. Estaba desayunando mientras miraba en la televisión mi programa favorito. Me fijé que la casa estaba reformada, tenía un toque más refinado. Me di cuenta poco a poco que no se parecía en nada donde yo vivía, todos los objetos eran de lujo, como si ahora fuéramos ricos, pero ¿por qué soy un simple observador?

(sonido de claxon) Ese es el autobús que viene a buscarme, noto como alguien me coge en brazos y me lleva con esmero hacia la puerta.

- Buenos día señor conductor, perdone por la demora – Se disculpa mi madre, y me da un beso.

- No se preocupe señora Fasther- dice el conductor...

Cuando de repente su rostro cambia y le señala a mi madre nuestra casa, los gritos de los niños empezaron a acumularse en mi cabeza, me giré y vi la parte de la cocina en llamas, acto seguido una explosión que reventó los cristales del autobús, incrustando partes de la casa en el rostro de algunos niños, matándolos en el acto. En mis manos cayo la cabeza del peluche, el ojo brillaba y ...

Vuelvo a encontrarme en la sala. Me asombro y no entiendo nada. ¿Qué acababa de ocurrir? ¿Era yo ese niño? Me quedo perplejo. Hay una nota al pie de la vitrina, "No todo lo que deseas, es conveniente tenerlo ".

Empecé a recorrer la sala y a leer las notas en cada uno de los objetos que encontraba. Un bate de béisbol de mi jugador favorito "No desees juguetes ajenos, no sabes para que han podido ser usados ". Vomité después de ver para que lo usaba. Se me quedó un mal cuerpo.

Una tarjeta de embarque a las Maldivas, una fotografía besando a mí primer amor no correspondido, una pulsera del concierto de mi grupo favorito, la moto de mis sueños, cada uno de estos objetos fueron dejándome claro que no me correspondían, que me llevarían a una vida de desgracias.

Me fijé en los cuadros, no les encontraba la relación conmigo. Las notas estaban en blanco...

El museo de los deseos.

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⏰ Última actualización: May 17, 2020 ⏰

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