Mis mapas de aventuras

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Estoy escribiendo esto en un arrebato, en un arrebato muy largo y redundante, pero de alguna manera quiero sacar todo esto a flote. La verdad uno no se puede extender mucho en las sinopsis y los arrebatos no se llevan bien con lo "sintético" y lo "conciso". Yo quiero divagar, ya no me importa ser redundante, nadie va a calificar lo que escribo, aquí no tengo miedo. 

Cuando leo los libros de la biblioteca suelo tener miedo, se siente tan bien leer, todo está tan bien, el pasar de las páginas, los personajes, la historia, cuando algo va mal me doy cuanta de que elegí una traducción mala, pero aún así, se siente mal leer, pero últimamente he dejado de lado muchas buenas historias. Y entonces me paso horas y horas tratando de entender que es lo que está mal. Lo suelo discutir con una buena amiga, las dos acostadas en el piso, tranquilas bajo la sombra, viendo los pájaros volar de una rama a la otra de los verdes, verdes árboles. A las dos nos gusta leer, a las dos nos gusta escribir, pero las dos hemos dejado de leer, las dos dejamos a un lado nuestras historias ¿por qué?

Hemos llegado a una buena conclusión: nos sentimos tontas. Leer un buen libro nos hace pensar que tenemos que entender un buen libro, y siempre dudamos de que seamos lo suficientemente inteligentes para entender un buen libro. Ella ha ido a clubs de lectura, se ha sentado entre personas que hablan de la misma historia que ella leyó, y salir de allí es notar que no tiene muchas cosas que decir realmente, que quizás leyó mal. Yo no he tenido esa experiencia pues soy muy tímida, pero conozco mi pequeño infierno: un salón de clases, sillas apilonadas, compañeros muy inteligentes y profesores expectantes. He encontrado muchas cosas valiosas, pero esa manera en la que me siento agachar la cabeza y la tristeza, esas cosas, todas ellas las quiero dejar atrás.

Creo que las dos ya nos resignamos a que nunca entenderemos las grandes historias y que nunca escribiremos las grandes historias y, aun así, no queremos tirar todo por la borda: seguiremos escribiendo, seguiremos leyendo buenos libros, pero tendremos que crear nuestro pequeño mundo, tendremos que aceptarlo. Abrir los ojos, dejar que las lágrimas resbalen hasta nuestras manos apretadas, escribir en hojas de cuaderno, escribir en las notas del celular, escribir en todos esos lugares que ellos nos han enseñado que se escriben las cosas "malas", leerlas y saber que por más malas que nos parezcan todo está allí, que lo cringe , no es tan malo como ellos nos han hecho creer.

Hemos armado muchas teorías respecto a eso, queremos hacer trabajos sobre eso, de hecho, ya los hemos hecho, perdimos toda la credibilidad frente a nuestros compañeros, pero en lugares como este podemos poner roca a roca los cimientos de nuestro refugio. Pero algo siempre falta, todas nuestras ideas están terriblemente inconclusas y las dos estamos tan cansadas que no tenemos las fuerzas para terminarlas. Desde hace mucho que apenas si tenemos fuerzas para levantarnos de la cama, desde hace mucho no nos arreglamos, yo ya no tengo fuerzas ni siquiera para chatear, y ambas nos deshacemos cada día un poco más.

He llegado a la conclusión de que nunca tendré las fuerzas para terminar nada, de que por más que lo intente todo lo que haga me parecerá malo y mediocre. Mis dibujos, mis escritos, mi propio reflejo, me decepcionan. Yo esperaba haber hecho algo de mi vida para este punto. Pero no quiero auto-compadecerme, odio la compasión; si alguien se compadece de mí entonces significa que yo soy miserable, que fallé, y yo no quiero fallar.

 Cada vez que tengo una idea corro a contarle a padre y madre, me alargo por horas en los detalles, incluso llego a aburrirlos. Todas y cada una de las veces ellos me piden guardar silencio, me recomiendan esconder estos pequeños sueños en los cajones de mi escritorio e ir puliendo pacientemente cada uno hasta que algún día este listo y pueda darlos al mundo. Pero yo me cansé de guardar todo en un cajón con llave, de olvidar mis ideas, de olvidarme. No soy tan ingenua, sé que hay gente que se roba las cosas de otros, que se lleva todo el crédito, ya me ha pasado antes, pero no lo soporto más.

Un día me encontré con un proyecto hermoso. Un chico construía poco a poco una máquina imposible, compleja y quizás un poco inútil. Día a día aparecían nuevos vídeos en los que él se enfocaba en una pieza distinta. Y viéndolo me dí cuenta de algo: a mí no me interesaba tanto la máquina, lo que más quería ver era como él avanzaba, era ver como progresivamente esa idea se materializaba. Aquí quiero hacer eso, ir construyendo de a poco mis historias, fallar y repetir, pero mostrar mi camino, mi propio camino lleno de rocas. 

Por eso quise hacer este libro, dedicar un capítulo a cada una de las historias que tengo en mente y pasar los borradores que tengo guardados aquí. Con suerte lograré hacer un esquema completo para cada una de mis historias y luego podré transformar eso en libros. Yo sé que a la gente le aburren los esquemas, las listas, las reglas; pero para mí son esenciales, son lo que hace que las cosas se vuelvan tangibles y maleables, para que yo pueda sacar algo de allí. 

Una vez alguien me dijo que hay dos tipos de escritores: los escritores de mapa y los escritores de brújula. Los escritores de mapa trazan un camino que recorren, siempre saben su lugar de destino, pero aún así disfrutan el camino. En cambio, los escritores de brújula solo saben la dirección que van a tomar y se aventuran hacia un destino totalmente desconocido. Yo, aunque aún no me siento con la confianza de llamarme escritora, creo que soy más de mapa, ya que apenas aparece una idea ante mí y logro desarrollarla necesito trazar todo el camino antes de empezar a escribir. Nunca he escrito una novela (que es lo que son muchos fics realmente) pero estoy segura de que es así porque hago lo mismo cuando dibujo, y sí he logrado terminar algunos dibujos.

No confío mucho en mis habilidades de cartografía, pero aún así quiero arriesgarme, dejar aquí al menos las huellas de mis intenciones, y aunque puede que nunca pueda llegar a mi meta al menos tendré el consuelo de que todo lo que he hecho no está escondido.

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