-¡Felicidades! - dijo el doctor, mientras sobre el gel de mi barriguita pasaba el aparato. - Al parecer son dos bebés.
One shot.
Historia personal parte real, parte ficción adaptada a mi hermoso KaiSoo. :')
Si no te gusta lo cliché, ¡lárgate! Uwu...
Caminabamos bajo el fuerte viento de temporada un poco a prisa para evitar la imponente tormenta que se avecinaba, mi amigo tomo mi mano de manera insistente acelerando nuestro paso para llegar a nuestro apartamento pronto, pues según él la mejor solución para contrarrestar el frío era tomando el delicioso chocolate caliente con <<marshmallow, a como él insistía en repetiruna y otra vez>> que solíamos preparar, complementando con unas deliciosas galletas de canela y coco que tanto nos gustaban, envueltos en nuestras mantitas de adulto con decorado de gatitos y pingüinos.
El chico de ojos gatunos siguió caminando, al no verme a su lado volteó, colocó una de sus manos en mi hombro y la otra la agitó frete a mis ojos para hacerme volver a la realidad, cuando lo hubo logrado me cuestionó.
-¿Por qué te detienes?, ¿qué pasa?, ¿qué ves?- mi única torpe acción fue levantar mi mano señalando con mi dedo al grupo de chicos en bicicletas, giró sobre sus talones en la dirección señalada, volviéndose a mí con el ceño fruncido, un enorme signo de interrogación imaginario se posaba sobre su cabeza.
-Es que mira...- le dije asombrado.
Giro de nuevo, entre ellos en una muy poco comoda y a simple vista bastante pequeña bicicleta color rojo, estaba él, un chico con un yeso en su pie y parte de su pierna izquierda intentando con toda la dificultad por su lesión subir a esta en la parte delantera para el acompañante, mientras el amigo que le llevaría le ayudaba en el proceso.
-Diablos, no debería estar en casa descansando, ¿cómo puede?- pensé en voz alta.
-No es tu problema y ya vámonos- dijo mi amigo.
Timbro un teléfono en aviso de mensaje, no me tome el tiempo de revisar, pues no me llegaban muchos mensajes porque usualmente olvidaba responder o pues no me daba ganas si tenía un mal día, sólo seguí observando.
-Su amigo tiene un gran parecido a él tanto en lo físico cómo en lo despitado, se caerán- pensé.
-Vaya, le gustas a ChocolatIn, quizá necesite leche para recuperarse- dijo después de revisar el mensaje dibujando luego una sonrisa pícara en su rostro.
-¿A quién?- no entendía -¿leche?.
-Al chico del...-
Carajo ya entendí, reacciona o se pondrá rojo todo tu pálido rostro.
-¡Oye!, claro que no, no estoy para tonterías, vamos ya- dije cortando sus palabras y tomando de su brazo para retomar el camino.
🐻💕🐧🐻💕🐧🐻💕🐧🐻💕🐧🐻💕🐧
Enero 14, 1994.
-¡Felicidades!- dijo el doctor, mientras sobre el gel de mi barriguita pasaba el aparato. -Al parecer son dos bebés-
-¡Oh Dios mío!, ¿que acabo de escuchar?- dijo el dueño de quien sostenía entre las suyas una de mis manos.
Escuchar la voz algo afectada, quebrada, me hizo inmediatamente buscar su mirada, sus hermosos ojos cafés similares a los de un osezno, que muy probablemente el bebé, los bebés heredaran.
Y los cuáles me hicieron recordar que si, definitivamente le gustaba, ahora también me amaba y lo amaba, ese chico del yeso que mire por primea vez esa tarde robo mi corazón con su irresistible sonrisa, su amabilidad, dulzura, su increíble capacidad de en segundos pasar de ser un bebé oso mimado a ser mi ángel protector de piel morena, se convirtió en mi esposo, amor de mi vida y padre de mis hijos.
