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Brisa.

Miro el celular con nervios, hoy en la noche tengo una cita con un chico pero no quiero ir, Lili me mira en silencio un buen rato mientras se muerde los labios, estoy peinandome en su mesita de cosméticos mientras esta en la cama, no quiere que vaya, yo tampoco quiero ir pero siento como que es una obligación el ir, lo conocí en la calle, pasó en moto pidiendo mi número y de una me invitó a salir y sentí como que no podía negarme a la salida.

—No vayas.

—¿Por qué dices eso?. —intento mantener la compostura y no delatarme.

—No se te ve con ánimo.

—Quiero probar. —alzo un hombro afirmando lo que no siento.

—Dime a donde van y le digo a Julián que vayamos como algo normal. —la miro por el espejo que le esta dando pecho a Uriel.

—¿Qué dices loca?. —digo riendo.

—No lo conoces Bri. —se para cuando el nene hace medio berrinche—. No te confíes por favor, hoy en dia están re locos.

—Voy a estar bien. —me miro al espejo diciéndome que si mi papá estuviera acá no me deja ni acercarme a la ventana.

—Sabes todo lo que pasa hoy en día.

—No seas dramática. —junto los libros y ella se mueve hamacando al nene.

—Soy realista no dramática, no hables así.

—Te voy a estar mandando mensaje así te quedas tranquila.

—Júralo. —se para delante mío mirándome fijo.

—Lo juro.

—No estoy bromeando Brisa. —la agarro de los hombros riendo.

—Ya, tranquila.

Le doy un abrazo tranquilizandola y me voy, como ya no puede ir a la facultad por Uriel que es chiquito y toma pecho voy a verla casi a diario, y si un día no voy ella viene a mi casa, creo que nos entendemos porque estamos solas las dos, yo con toda mi familia lejos, muy lejos la verdad, y ella los tiene pero no tienen trato y como tampoco tenemos amigas estamos solo las dos apoyandonos en todo lo que podamos, pensando en eso camino apurada hasta la parada del colectivo por si se llega a ir y me toca caminar, nunca se sabe con el transporte publico y me ha tocado caminar muy tarde porque jamás llegó.

No me tomo la molestia de cambiarme de ropa para nada, me gusta y estoy cómoda con mi jean y un suetercito negro con unos pomponsitos blancos, alrededor de las siete de la tarde me manda mensaje que me esta esperando en la plaza que hay a unas cuadras de donde vivo, ni en pedo le iba a dar mi dirección a un desconocido por más que acepté salir con él, llego al lugar y esta en una moto grande mirándome de pies a cabeza.

—Hola. —le doy un beso en la mejilla casi sin ganas y medio que con asco, ¡Dios! ¿Por qué acepté venir?.

—Hola. —se nota que ni mi nombre se acuerda—. ¿Vamos a mi casa?.

—No... Por mensaje ya te lo dejé claro. —el segundo mensaje que me escribió fue invitándome a ir a su casa, sonríe negando mientras me rasco el cuello incómoda.

—Vamos a tomar un helado entonces. —me subo a su moto y vamos a una heladería en el centro de la ciudad, bajamos y me vuelve a mirar de arriba abajo a penas nos bajamos—. ¿No tenías mejor ropa que ponerte?. —eso me dejó de piedra ya que no me lo esperaba, entramos y primero paga por el helado—. Pedí medio kilo... Elige los gustos.

—Esta bien. —miro la cartelera pensando—. Cereza, Frutos del bosque y Chocolate.

—Bien. —me aprieto las manos mirando a todos acá.

TentacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora