Palacio de los sueños.

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Habían pasado aproximadamente 6 años desde que la mujer del futuro había vuelto con Inu Yasha.

He ido cada vez menos a ver a Rin en aquella aldea. Viajo de lugar en lugar luchando con quien desee enfrentarme, pero nada realmente me satisface. No hay rival ya en este mundo para mí, el gran Sesshoumaru.

Los demonios han comenzado a llamarme señor de estas tierras, no me interesa ese título, ni lo que digan realmente de mí, solo un deseo permanece dentro de mí ser y lo quiero apagar, sin embargo solo mengua un poco mientras estoy en el combate, no uso a bakusaiga, ni ningún poder más allá de mis garras y aun así son tan débiles.

No importa como lo mire, como trate de que las luchas duren más, solo término creando pilas de cadáveres donde solo yo estoy de pie. Como ahora... mis garras ensangrentadas, el hedor de la sangre es tan penetrante que es nauseabundo. Los cadáveres casi no tienen apariencia en lo absoluto.

Camino para alejarme de ellos y Jaken sale de entre unos cuantos pedazos de cuerpo de uno ogros, me alaba como siempre mientras también les recrimina a los cadáveres los estúpidos que son por enfrentarme y los quema con su báculo de dos cabezas.

Mi paso es detenido por el aroma familiar que viene desde el cielo. Vuelo encontrándome con la imagen transformada de mi madre, la sigo sin decir nada hasta que bajamos a un claro.

–Sigues luchando sin descanso una y otra vez. Nada va hacer que eso dentro de ti desaparezca Sesshoumaru.

Las palabras de mi madre solo me provocaron molestia, algo que no entiendo de ella es cómo lo supo. Ella realmente no es de las personas que le presta demasiada atención a los demás sea quien sea y vive según sus principios, entonces ¿Por qué de entre todas las cosas supo sobre aquello? ¿Qué me delato? Pero si le preguntara algo sería solo darle la razón.

–Que estupidez –digo bajo y escucho un resoplido.

–Bien, no vine por eso. Necesito que vayas a la cueva Maki-do y cierres el templo dentro, pero ten cuidado...

Realmente no termine de escucharla. Tener cuidado... en el peor de los caso tendré que luchar, de qué debo tener cuidado.

Cuando estaba llegando, a la lejanía podía sentir el poder demoniaco que venía desde la montaña. Al acercarme a la entrada de la cueva pude ver la silueta vestida de rojo con ese cabello rebelde de mi medio hermano. ¿Qué hace aquí?

Al sentir mi aroma volteó mirándome fijo.

–¿Qué haces aquí? Sesshoumaru.

Siento como si hubiera sido una eternidad desde que no había escuchado mi nombre de aquella boca.

–Eso deberías preguntártelo a ti, Inu Yasha.

Tan extraño sentimiento, solo por llamarle me provoca tensarme antes de seguir avanzando, mientras escucho que una mujer le pidió que ayudara, al parecer unos de esos aldeanos se habían adentrado en la cueva y no habían salido.

–Lárgate Inu Yasha –le dije ya cerca de la entrada.

–Tsh, ¿Quién te crees para decirme que me largue? –Me escupió con desdén –vete tú, Sesshoumaru, yo llegue antes aquí...

Tan infantil como siempre me trata de provocar con palabras torpes, pero el problema es más allá del entendimiento de este estúpido hibrido. Sin importar qué se tiene que largar.

Saque mi espada cortando el viento porque él dio un salto lejos de mí y de la entrada reclamándome con fuerza.

–Lárgate Inu Yasha.

Cueva Maki-doDonde viven las historias. Descúbrelo ahora