Prólogo

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LA TRAGEDIA

El escenario era un hogar completamente destruido por la venganza y el odio.

—¡Anne! ¡Toma a Darren y llévalo contigo! ¡Aléjense rápido! —gritó la mujer pelirroja, en dirección a su joven hija, la cual miraba con pánico toda la situación.

Dentro de la casa se escucharon gritos y el choque de los aceros alarmaba a la chica. Su hermano pequeño se aferraba a ella asustado.

—¡No me iré! ¡Los van a matar!

La madre de ambos, Bertha, con desesperación al ver que sus hijos podrían ser lastimados, volvió a gritarles que se fueran. Anne, entendiendo la situación y el como la prioridad en ese instante era salvar al menor de la familia, se subió a su caballo junto a su hermano Darren. Miró una ultima vez a su madre. Bertha les apuró antes de correr a ayudar a su esposo, el cual estaba peleando en aquella casa.

Anne clavó los talones en el animal y partió hacia el bosque. En las profunidades, su hermano se escondió entre unos arboles y arbustos. Darren lloraba, no entendía que pasaba y no quería que su familia corriera peligro. La chica beso la frente de su hermano y después de pedirle silencio y calma, volvió a su hogar con la mayor rapidez que su caballo le permitía.

Al llegar, de un salto se bajó de su caballo. Entró a su casa y tomó su espada hecha a la medida para luego correr hacia el salón principal, donde había visto a su padre batallando. Seguramente su madre estaría ahí con él.

Al llegar, se detuvo en seco. De sus ojos empezaron a salir lágrimas de angustia. Apresuró el paso hasta su padre, que se hallaba sentado en una esquina del salón, con la espada en el estómago y frente a él un hombre que sonreía. 

Con rabia nublando su mente, Anne empuñó su espada contra aquel hombre. Sacó más fuerza de la que tenía para luchar. Su dolor, su amargura, su desesperación estaban siendo los motores que finalmente le dieron la victoria, con la muerte del asesino de su padre.

Sin siquiera importarle los gritos de dolor de aquel bastardo, la chica se arrodilló frente a su padre y con mimo acarició su rostro. Walter la miraba con un cansancio en sus ojos que a Anne le hizo más daño aún. De sus ojos tan sabios caían lagrimas, pues sabía que la muerte iría a por él en cualquier momento.

Había visto pelear a su hija con el mismo arrojo que él le había enseñado. Sin duda, crió a una hija valiente, guerrera y fiera.

No estaba preocupado. Sabría que ella estaría bien, sin duda Bertha y ella se cuidarían. Estaba seguro de que su preciosa mujercita, la dueña de su corazón y su esposa, saldría victoriosa de esa batalla.

Después de todo, Bertha siempre fue más hábil que él en el manejo de la espada.

Ambas podrían sobrevivir, no lo necesitaban a él. Le enseñarían a Darren a ser un buen hombre, a ser esforzado y a amar sin pensar que es una debilidad.

Su pequeño Darren, su niño sin dudas podría crecer bien si una madre tan aguerrida y una hermana tan valiente como ellas lo cuidaran.

Sonrió mirando a su amada hija. Las delgadas manos de Anne fueron atrapadas entre las suyas.

—Anne, mi adorada Anne —susurró. En su voz era notable que la vida se le estaba escapando—. Estoy tan orgulloso de que seas mi hija. Siempre has sido la luz de mi vida, la esperanza que brilla tan gloriosa en el camino. Eres una Shirley, pequeña. Eres mi hija. Eres la hija de tu madre. Eres tan excepcional... Lograrás todo lo que quieras. Mi único deseo es que cuides a Bertha —soltó una pequeña risa—, aunque ella no necesita que nadie la cuide, me lo ha dicho infinidad de veces... Darren... Debe ser un buen hombre. Enseñále lo que yo no podré enseñarle...

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⏰ Last updated: Aug 21, 2023 ⏰

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𝑷𝒆𝒍𝒊𝒓𝒓𝒐𝒋𝒂 𝑺𝒂𝒍𝒗𝒂𝒋𝒆 (𝑨𝒏𝒏𝒆 𝒙 𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕)Where stories live. Discover now