Bienvenidos a Camlat .

18 2 0
                                    

La batalla había acabado.
Todos los soldados y fieles caballeros del rey Camlat habían logrado al fin su victoria.
La neblina era tan densa aún, que ni siquiera podían ver su sombra. El príncipe no comprendía como habían ganado la guerra pero poco le interesaba, el gran palacio del Norte era propiedad de los Camlat ahora.
El llevaría su victoria con orgullo a su padre, el rey Athor, quien recibiría con muchas ansias la llegada de sus hombres y con gran entusiasmo la de su legítimo hijo, John.
El rey esperó por una semana, luego de haber acabado la batalla, recibió la llegada del príncipe y sus guerreros con un gran banquete de deliciosa comida, vino y la gran inauguración del año, el baile Real.
-Mi Lady. – El príncipe John hizo reverencia a la invitada más esperada. La princesa Giovanna, futura reina del Sur e hija del gran amigo de Athor .
El rey anhelaba la unión de su hijo junto con la princesa para que pudieran reinar unidos y hacer la gran alianza. El sabía muy bien el poder que tendría su reinado teniendo el norte, el sur y su palacio en el Este, unidos.
Intentaría a la fuerza, si la necesitará, que su hijo se casé con Giovanna.
El castillo estaba repleto de gente tanto por los guerreros como también gente de las alianzas de Athor Camlat ni hablar del Consejo real, ellos nunca se perdían los eventos ya que era de suma importancia observar y/o escuchar algún comentario que los reyes hicieran a escondidas para luego quitar cierta ventaja.
La ceremonia era una maravilla, todos cenaban y sonreían incluso el príncipe tenía un brillo en sus ojos hasta se podría decir que eran por causa de Giovanna, esa chica tenía una belleza encantadora que hasta el mismísimo rey se veía deslumbrado por su amabilidad y sin dudas estaba empecinado más de lo normal, que su hijo posara los ojos en ella.
John no dejaba de mirarla desde que la recibió en la entrada del palacio, habían tenido una excelente relación durante su niñez y parte de su adolescencia. Ambos ya habrían madurado para este entonces y al parecer seguía existiendo ese destello de conexión entre ambos. Quizá, por eso el rey estaba entusiasmado por el reencuentro y ahora que eran adultos y sabían las responsabilidades de cada reino podrían llegar a tener esa unión pero Athor no tuvo en cuenta un pequeño detalle que estaba ocurriendo en ese preciso momento.
La dulzura que antes albergaba al contemplarla se desvaneció en cuanto su atención se posó en unos  ojos turquesa como el mismísimo mar, en unos labios rojos como una rosa en plena primavera y en un rostro tan hermoso como la diosa más bella del Olimpo. A pesar de ser más hermosa que Giovanna, él se dio cuenta al instante que no era de la realeza ya que sus manos se veían un tanto maltratadas, que su vestuario no sea agradable para los invitados del reino y ni hablar de que le estuviera sirviendo el vino en su copa pero no pareció importarle en ese instante aunque Athor no perdió el tiempo en que esas miradas sigan eclipsándose por lo que  prefirió interrumpir antes de que sea tarde.
-Hijo. – Dijo repentinamente con cierta elegancia y poder para captar su atención y que la joven se retirará del lugar. - ¿Por qué no invitas a la princesa a realizar la apertura del baile Real? – Preguntó con una sonrisa en su rostro. Evitando el sabor amargo que le generó esa extraña manera de observar a la Sirvienta.
La princesa sonrió con cierto rubor en sus mejillas, la mirada de John se posó en Giovanna con cierta dificultad ya que otra mujer había captado su atención pero no podía negarse a las peticiones de su padre porque principalmente el sabía que era el rey, la autoridad máxima en todo reino, el que daba las órdenes y se debían acatar aún sino estuviera de acuerdo con la idea y segundo era importante hacer sentir cómodos a sus huéspedes. Él comprendía lo que Athor intentaba hacer y al principio le había agradado la idea de un matrimonio con alianzas además de estar junto a una princesa tan bella , simpática e inteligente como lo era Giovanna pero eso fue antes de conocer a la nueva sirvienta del palacio.
John pensó y afirmó en sus pensamiento que podría ser la sirvienta de su hermana Úrsula, ya que era la única que estaba insistiéndole a  su padre de tener a una joven chica para que la prepara para las ceremonias. La pobre estaba tan aburrida de que todo sea tan ortodoxo y necesitaba un alma juvenil, con aire fresco y genuina que pudiera tener incluso uno cercanía más amigable. Al parecer, la niña pudo ablandar el corazón de su rey.
El príncipe sonrió al imaginar la desesperante petición de su hermana y estaba muy contento de que haya sido así.
-Por supuesto. – Asiente con la cabeza un tanto abstraído de la realidad pero se recupera rápido y tiende su mano a la princesa.
Athor eleva un dedo y se levanta de su trono captando la mirada de toda la audiencia presente .
-Quisiera darle la bienvenida a mis caballeros, quienes han logrado junto a mi hijo traer la victoria… - Todos alaban al rey y elevan sus copas en forma de brindis. – También quisiera decirle, Princesa Giovanna, que estamos muy felices de tenerla aquí con nosotros. – Ella hace una reverencia hacia el rey y sonríe. – Música por favor. – Exige Athor y sonríe con alegría.
La música comienza a sonar logrando que todos los invitados vean al príncipe y a la princesa bailar una pieza de música clásica. Muy romántica, por cierto.
John estaba disfrutando la pieza con tan refinada dama pero su cabeza aún seguía distraída pensando en esos ojos turquesa que lo perdieron, su mirada no podía estar más de un minuto en la de Giovanna sino buscando a esa mujer aunque para su desgracia no encontraba. Sin dudas, la princesa notó la ausencia de su compañía pero se llamó al silencio y simplemente disfruto de la melodía de la música.
Preguntó ya cansada de las miradas de John hacia la gente : - ¿ Todo está bien? – Su tono de voz era dulce y no hubo atisbo de malestar, tampoco lo sentía pero notaba que él estaba tenso e incómodo.
John la miró, sonrió y asintió con amabilidad.
Una vez acabada la melodía, el príncipe se excusa para retirarse, ya pensando en salir corriendo a buscar a su joven misteriosa. – Fue un placer, mi ladi. – Besa con delicadeza la mano de la princesa y sonríe nuevamente esperando que nadie interrumpiera sus planes.
Él conocía muy bien el poder de seducción que generaba con tan sólo una sonrisa. Todas las mujeres del palacio morían por el. Sus ojos verdes oscuros como el bosque, su elegancia, inteligencia y poder lograba atraer a cualquier dama de la realeza ya que muchas sabían que él era un gran guerrero y un gran futuro rey. ¿Quién en su sano juicio no querría casarse con él?.
John se retira de la sala de fiestas y se encamina a sus aposentos un tanto distraído incluso absorto en sus pensamientos pero todo quedó olvidado cuando choca torpemente con un joven, alto y delgado. Lo mira de arriba abajo frunciendo su ceño y un tanto confuso al ver que se trataba de un sirviente en el palacio.
Por su mente se cruzó la idea de seguir caminando pero el joven abrió la boca y soltó unas palabras muy poco afortunadas para él.
-Idiota. – Murmuró en voz alta y clara.
- ¿ Qué dijiste? – pregunta sorprendido y con burla.
- Además de idiota, eres sordo. – Repite sin temor el joven. El príncipe anonadado por el comentario, se ríe porque nadie se ha atrevido a faltarle el respeto ya que todos sabían que él era el hijo del rey. A pesar de no gustarle mucho que lo llamara idiota, se alegro que alguien al fin lo tratará diferente.
Admitió que misteriosamente el joven era valiente y que seguramente no tenía idea de quien era él porque sin duda no hubiera dicho tal cosa, por lo tanto, tuvo la necesidad de aclarárselo y disfrutar por un momento el mal momento que pasaría el joven. A demás no dejaba de ser el hijo del rey.
-¿ No sabes quien soy, verdad? – Pregunta con arrogancia y acomoda su ropa con tranquilidad. Esperando la respuesta obvia que le haría . Se notaba a kilómetros que él era de la realeza no sólo por su porte sino por la ropa que llevaba a puesta.
El joven lo miró de arriba hacia abajo como había echo John al principio y haciéndose el iluso, elevó sus hombros en forma de cero importancia de quien podría tratarse  y contentó : ¿Debería importarme? – Se acercó al príncipe desafiante y balbuceo – Para tener modales y ser amable no hace falta ser tener un título aunque dándome cuenta… - lo examina nuevamente -  prefiero ser pobre antes de ser como tú.- Determina.
El joven Klaus sabía con quien podría estar tratando pero no le interesaba ya que no le agradó la idea de que lo tratarán con asco. El podría ser un sirviente pero eso no significaba que lo tratarán de manera injusta. Era tan humano como los demás.
-Soy el hijo del rey. John.- En su tono de voz se podía oler su poder y cierta soberbia. Disfrutó sus palabras al decirlo pero notó que a  Klaus parecía no interesarle y antes de seguir escuchando a un simple sirviente pero uno valiente decidió ir a sus aposentos ya que su cansancio debido a la extensa batalla que tuvo, era tal que no tenía muchas ganas de castigar a alguien por desafiarlo de esa manera además a pesar de todo… Le había agradado el joven.
Klaus junto las copas que se habían caído el chocar con el príncipe. Rezongó por lo bajo tratando de no hacer ruido ya que se había aburrido de pelear con el hijo del rey. Mientras recogía las cosas del suelo comenzó reírse por su descaro, él sabía muy bien que eso no debía pasar nuevamente porque se metería en un serio problema y lo que menos quería hacer es traerle conflictos a su tío, quien había logrado introducirlo al palacio hacia más de una semana.
Al llegar a sus aposentos el príncipe comenzó a quitarse su capa negra con los bordes repleto oro, lo cual la hacía mucho más pesada de lo que se veía.
Los guerreros o caballeros estaban acostumbrados a ciertos atuendos pesados y más si se trataba de un futuro rey o rey ya que estaban entrenados desde pequeños a servir a la persona legítima al trono. Por lo tanto, utilizar prendas pesadas durante años llegaba un momento que no era obstáculo para quien lo usará.
El príncipe comenzó a sacarse sus prendas más pesadas para poder descansar pero no lograba conciliar el sueño. Algo obstruía en su mente y estuvo un largo rato acostado dando vueltas de un lado a otro. Fastidioso ya que no sabia que hacer hasta que entre su enojo de no poder dormir y de que aquella mujer se le haya metido en sus más profundos pensamientos… Salto de la cama y se dirigió a los aposentos de Úrsula.
Mientras caminaba lentamente por los pasillos del palacio pensaba en que fue lo que sucedió para que una mujer haya podido captar tanto su atención. Su confusión era algo que ni siquiera él Príncipe podía resolver pero tenía en claro que la sirvienta era la única que pudo capturar su corazón y lo asustaba lo que podría llegar a pasar si a ella le sucedía lo mismo.
Estaba sorprendido y decidido a saber al menos su nombre.
-Úrsula. – Dice luego de golpear la puerta y entrar. Su hermana estaba sentada cepillándose su largo cabello negro como la noche y contemplándose absorta en sus pensamientos mientras se miraba al espejo.
Al escuchar la voz de John, Úrsula deja caer el cepillo sobre la mesa y corre hacia los brazos de hermano. Mostrándole su alegría de volver a verlo.
-Hermano. – Suspira aliviada y un tanto conmovida. – Me alegra tanto que  hayas vuelto.
John la abrazaba como si no hubiera un mañana, él había extrañado a su bella hermana y eso era lo que tanto le motivaba acabar con la guerra ya que no podía estar tanto tiempo lejos de su pequeña. Ellos podrían pelear, desafiarse hasta incluso celarse pero ambos eran indispensables en la vida de cada uno y sus fuerzas era la motivación de ambos.
-¿ Porque no has venido a recibirme? – Preguntó John con cierta desilusión. Úrsula siempre esperaba a su hermano en las escaleras del palacio, ese era el mayor recibimiento que podría recibir él. John sólo deseaba verla luego de un mes alejados.
- Padre, me lo ha prohibido. – Menciona apenada y tomando las manos de John pero en seguida cambia aquel semblante triste para que su hermano no preguntara los motivos. Por lo cual decide cambiar la seriedad de su rostro a una  gran sonrisa.
– pero ya no hablemos de eso… - esquiva el tema. - ¿Qué tal el banquete, mi lord?.
Johm revolea los ojos y toma la bata de seda celeste de Úrsula para depositarla en los hombros de esta, abre la puerta mientras le comenta sobre la comida y quienes habían asistido también hablaba de lo hermosa, adulta y amable que estaba ahora Giovanna. Úrsula caminaba tomada del brazo de su hermano riendo de la descripción que le daba de la princesa incluso lo cargaba.
- ¿Tienes nueva sirvienta? – Le pregunta John intentando no mostrar interés. Úrsula se da cuenta al instante que su hermano lo preguntaba por algún motivo en especial porque él jamás ha mostrado interés con quienes la asistía.
Su pregunta la tomó por sorpresa.
- Si… - Divaga unos segundos. Se debatía entre preguntarle el ¿Por qué? Pero fue más astuta y decidió seguirle la corriente. – Comenzó a trabajar cuando te fuiste de aquí. Me agrada. – John no estaba muy contento con la pequeña información que le había dado su hermana y eso lo mantenía un tanto distante sobre lo que estaba contándole Úrsula acerca de su ausencia todos estos días . Por suerte, ya no tenía que seguir fingiendo que estaba atento porque ya estaban en la puerta de su habitación.
- Que descanses.- Saluda y deposita un suave beso en la frente de su hermana .
- Igual. – Le sonríe ella. Sabía que John esperaba más respuestas acerca de la sirvienta pero no comprendía porque tanto interés aunque sabía que seguro tuvo una atracción hacia Hera ya que era perfecta por donde la mirase.
Haciendo caso omiso a todo lo que podría provocar este acercamiento decidió darle un poco de alegría a su hermano. Después de todo, él necesitaba alguien genuino a su lado y que duré lo que tenga que durar, pensó.
Respiró profundo y decidió decirle lo que estaba esperando : - Su nombre… - habló mientras abría la puerta de su recamara. John se volteo de inmediato para observarla. – es Hera.

¡Hola a todos!.
He vuelto y espero que sea por un largo tiempo. Vine con una nueva propuesta, algo que jamás había intentado escribir y durante todo este encierro por el covid-19 decidí volver a mis viejos hábitos, por lo que escogí escribir esta historia.
Tuve la oportunidad que mostrar mi historia a las personas más allegadas y les encantó 🤭. Es por eso que hoy elegí comenzar a compartirlo con ustedes...
Espero que les guste. Es una historia muy atrapante ❤️.

EL DESTINO DE LA CORONA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora