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Si alguien merecía llevar sobre sus hombros la palabra "Tirano" ese era Xiao Zhan, hijo mayor del anterior emperador Xiao Da Fei el cual se caracterizaba por su amabilidad, evitar a toda costa las guerras con las naciones vecinas y traer la paz para los diferentes clanes de su nación.
Ganándose el título de "El usurpador" luego de haber asesinado a sangre fría al amable emperador, su propio padre. Tomó el trono por la fuerza y sometió a todos los clanes de la nación a su mandato. Cualquiera que se rehusara a cumplir con sus órdenes terminaba decapitado y con su cabeza expuesta en la plaza pública como recordatorio y advertencia.
Pero los clanes no olvidan y eso el emperador lo tenía muy presente, pues él tampoco lo hacía. Deseoso estaba porque alguno hiciera un movimiento, pero para su decepción no lo hicieron...o... eso querían que creyera.
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"Salón de la discordia"
El salón del trono se encontraba más agitado que de costumbre, murmullos, discusiones y ruegos lo llenaban.
- ¡Por favor su majestad, retire su orden! - suplicaban todos los consejeros al unísono.
Mirándolos con total desinterés se encontraba el aterrador emperador mientras sonreía con burla e ironía.
- Que patéticos son... - murmuró.
Se paro de su trono y comenzó a pasear entre aquellos viejos consejeros que suplicando con la frente pegada al suelo se encontraban.
- Por culpa de ustedes tuve que asesinar a mi padre... Si él no les hubiera hecho caso cuando los clanes se levantaron contra nosotros, si tan solo hubiera escuchado mis palabras en lugar de las de ustedes la historia sería muy diferente. - comentaba sin emoción en su grave voz. - Ustedes solo se mantienen con vida porque creí que resultarían ser más útiles que ese cobarde vejestorio. - Detuvo su andar nuevamente frente a todos los consejeros postrados a sus pies.
Le encantaba toda aquella vista, los débiles a los pies del fuerte, Xiao Zhan era totalmente diferente a su padre. No conocía el perdón a no ser que algo beneficioso resultara de ello, no se lo pensaba dos veces antes de ejecutar a alguien por su propia mano, altanero y frío. Un hombre que a pesar de lo aterrador que era muchos los deseaban, no sólo por ser el emperador, sino también por su enorme belleza y elegancia.
- Los Wang han demostrado que volverán a alzar sus armas contra la familia real Xiao, y ustedes viejos estúpidos... - Su voz comenzó a tornarse más grave y amenazante. - ¿Me piden que perdone sus patéticas vidas?, ¿Qué retire mi orden?, tal parece que esta vez realmente quieren morir.
Sus frías y secas palabras lograron estremecer a todos los presentes en esa sala, sus ojos eran como los de una bestia lista para despedazar a cualquiera que se atreviera a levantar la mirada.
