Capítulo 1. Clichés.

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Capítulo 1. Clichés.


El silbato del entrenador retumbó en sus oídos anunciando el final del entrenamiento. Y aunque estaba exhausta la energía le palpitaba en la punta de sus dedos aún.

Caminó hasta los vestidores y una vez dentro se deshizo ágilmente de sus shorts de licra. Rebuscó entre su maleta deportiva tratando de dar con la camisa que ella juraba haber guardado antes de irse a entrenar, sin éxito tiró del cierre maldiciendo. La que traía estaba sudada y aunque no olía mal, le daba un poco de desagrado tener que traerla puesta aún.

Caminaba hacia el estacionamiento del instituto en dirección a su carro, que en realidad no era de ella solamente. Si bien Alexis era la consentida de su padre, él muy bien sabía la reputación de su hija y lo revoltosa que podía llegar a ser, y aunque no se lo decía directamente aún no le confiaba un carro propio para ella sola, por lo que tenía que compartirlo con su hermano.

Se encontró de frente con Gabe, y le dedicó una sonrisa gigante de lejos, para chocar puños apenas se acercaron.

—¿Qué tal el entrenamiento, niña prodigio? —preguntó deteniéndose.

—Horrible, voy a dejar el equipo—dijo en tono de fastidio.

Decir que iba a dejar el equipo era una broma que Alexis siempre hacía, si bien el equipo no estaba en su lista de prioridades, sabía que sus compañeras contaban con ella como capitana y de cierta manera sentía una gran responsabilidad en sus hombros con ellas.

Gabe rió negando con la cabeza y le palmeó el hombro siguiendo su camino pero de reversa para continuar su conversación.

—A ver si así Hargetown nos empieza a dar un poco de crédito —la señaló— los apuntes de Informática, me los debes. —le recordó.

Alexis frunció el seño haciendose la boba. —¿No me debías tú a mí unas cervezas por lo del otro día?

El chico sonrió recordando su apuesta y asintió.

—Touché. —respondió divertido— te veo mañana Parker.

Una vez dentro del carro lo encendió, limpiando un poco el parabrizas pues estaba lleno de pequeñas gotas de brisa nocturna. A lo lejos vio a Nate James, caminando como si fuese dueño del lugar con ese semblante arrogante que a Alexis siempre le pareció patético. Traía bajo su brazo un balón de fútbol que supuso usaría para el entrenamiento. Al equipo varonil le tocaba entrenar por las noches, mientras que al equipo de Alexis, por ser el equipo que siempre colocaba al instituto entre los primeros lugares en los torneos, tenían preferencia de horario.

Sin darle mucha importancia soltó el frento comenzando a salir del estacionamiento.

Al abrir la puerta de su casa el olor a comida inundaba el ambiente. El estomago le rugió inmediatamente. Llegar a la hora de la cena después de entrenar era su parte favorita del día. Alexis tenía tremendo apetito siempre, comía incluso al par que su hermano, y aún así se mantenía delgada gracias a los entrenamientos y a esa manía que tenía de no poder esta inactiva por tanto tiempo.

Alexis dejó su mochila de entrenamiento en medio del comedor y se acercó a Daniel, quien colocaba la mesa. Daniel dejó lo que estaba haciendo para chocar puños con su hermana menor. De la cocina salió Aaron sosteniendo un recipiente blanco que humeaba y después de colocarlo sobre la mesa chocó palmas con su hija.

—¿Cómo está la jugadora estrella?

—Genial —respondió acercándose a su madre que colocaba una jarra con agua sobre la mesa— Joshua me vetó del equipo por golpearlo con mi zapato en el ojo y llamó a la policia pero me las arreglé para escapar —decía dándole un sonoro beso a su madre por detrás, provocando una sonrisa en ella.

IN BETWEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora