Día de exploración

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Aún en su cama Aristo semidormido se queja, aun tratando de dormir, un pequeño rayo de luz se cuela por entre las cortinas le da directamente en la cara del joven de 17 años. Sabiendo que no podrá dormir si no cierra la persiana nuevamente, abre sus ojos. Tallándose los ojos mientras estos tratan de acostumbrarse a la luz, Aristo se levanta de una cama vieja, al colchón todo sucio se le salía el relleno y resortes por todas partes, fue el mejor, aunque también muy probablemente el único que lograron conseguir sus padres.

Aristo camina desconcertado y soñoliento, pensando si le habrán lanzado una piedra a la ventana, se coló un conejo o una persona, todas eran opciones viables pues era muy común que sucediese. Quiso abrir la cortina para asomarse y comprobar que seguía siendo de noche para dormir más tiempo, pero al hacerlo, quedó segado temporalmente por qué sus ojos aún no estaban completamente acostumbrados a la luz. Recuperó rápido la visión, y mientras subía la mirada al cielo, trataba de tapar con su mano la columna de fuego que se extendía enormemente hacia el cielo. Esta se encontraba al Este, afuera del domo de la ciudad. La llama de fuego salía desde el suelo, y se extendía hasta el cielo mismo, provocando a su vez que Shikazan se mantuviese en 10ºC en las noches frías de invierno, esto ha provocado que todos los residentes de Shikazan tengan una gran resistencia al calor y al fuego en general.

Aristo miró el cielo oscuro, logrando contemplar después de meses unas pocas estrellas que se asoman por el oeste a lo lejos. Volvió a ver hacia la calle que está junto a su ventana, y a lo lejos, al final de la misma vio unas pocas personas pasar, sin pensamiento al respecto, volvió a meter su cabeza y cerró completamente las cortinas color negro, verificando superficialmente que no entrase ni un rayo de luz nuevamente a su cuarto. Dio media vuelta y camino rápidamente a su cama en la oscuridad completa con la que se encontraba su cuarto, y con total sueño se acostó nuevamente en la cama, poniéndose una frazada muy delgada, pues nunca hacía frío. Con los ojos cerrado y apuntó de volverse a quedar dormido, Aristo murmuró -Odio haber nacido aquí-

-¡Alika! -grita un niño mientras abre la puerta y corre hacia la chica de 15 años que se encontraba dormida.

La habitación que se encontraba hace unos segundos completamente oscura se iluminó con la luz del pasillo y el niño de 5 años corrió a agitar a su media hermana como tenía de costumbre para despertarla. Alika siempre despertaba un poco antes gracias a su reloj biológico, pero le encantaba el entusiasmo con el cual su pequeño hermano la iba a ver todas las mañanas. Abrió los ojos, y con una sonrisa en la cara le dio los buenos días al chico. La cama de Alika, aunque vieja, se encontraba en mejor estado que la de Aristo, pues todos los hoyos que alguna vez tuvo, fueron parchados de buena manera y con cuidado por su padre cuando ella apenas nació.

-¡Oye amigo! -dijo el padre de los chicos quien apareció de repente en la puerta.

Mientras se sentaba en la parte inferior de la cama de Alika, seguía diciendo

-Ven -estirando los brazos buscando abrazar a su hijo -Deja dormir a tu hermana más tiempo.

Levantando su torso rápidamente, sentándose en la cama, Alika le respondió a su padre con una cara que transmitía indiferencia hacia él

-No importa, le dije que me despertara -dijo mientras se levantaba de la cama y se dirigía a un mueble con cajones que se encontraba enfrente de la misma

- ¿Vas a algún lado? -preguntó su Padre de manera tranquila

-¿No tienes que ir a trabajar? -respondió Alika de manera defensiva, queriendo que su padre se fuera de una vez

-Vuelves a salir nuevamente con esos chicos ¿Verdad? -dijo de una manera más enojada, levantándose de manera brusca de la cama, mientras Alika le pedía a su hermano que saliera de la habitación de una manera calmada. Él le hizo caso y salió corriendo desaparecido por el pasillo.

ShikazanWhere stories live. Discover now