𝗚𝗥𝗥.

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ㅤㅤㅤTomo una pequeña respiración: corta, casi imposible de escuchar. La habitación se encuentra tan silenciosa, que el viento se vuelve un eco violento contra las paredes y cuadros viejos que la decoran. Todo se mantiene en un completo desastre que decora el suelo, como si un huracán gigante se hubiera tomado el trabajo de caminar por cada rincón, manchando con su marca de destrucción, pero no puedo bajar o apoyar los pies contra este. ¿Que por qué? ¿No lo sabes? Me sorprende que carezcas de idea sobre lo que ocurre aquí. ¿De verdad no conoces al..., monstruo de los gruñidos? Sí, ese mismo. Tan invisible como el aire, aunque ruidoso como los truenos en una tormenta peligrosa y oscura. Nadie le teme hasta que comienza a actuar con su boca, soltando rugidos, altos, espeluznantes, que retumban en tus oídos hasta volverte loco de desesperación con su simple presencia.

ㅤㅤㅤHa llegado a mí. Puedo sentirlo, oírlo en cada espacio que conforma mi cuarto. Va a asesinarme, comerse cada una de mis partes mientras sonríe sin que nadie pueda observarlo: ni una sola persona será espectadora de sus dientes afilados, sucios, repletos de sangre..., mi sangre. Saboreará cada uno de mis órganos, buscando llenarse el estómago hasta no poder más, hasta que su panza se vuelva un círculo perfecto y la idea de agacharse o ver sus propios pies se convierta en una locura imposible de realizar. Cuando haya terminado, se relamerá los belfos oscuros con su lengua larga, colmada de saliva, la cual se pega en cada parte por la que se mueve, con un final afilado y puntiagudo; buscando deshacerse de cualquier mancha rojiza que haya pegada allí por mi culpa. No quedará nada de mi anatomía, lo habrá devorado todo.

ㅤㅤㅤTrago, escuchando el sonido que hace mi garganta ante aquello. El fin se conserva tan cerca que puedo sentir su aliento construyendo un suspiro que me acaricia los cabellos, o quizás sea por culpa de la ventana rojiza que se encuentra abierta, dejando ingresar el caluroso aire del verano en pleno inicio del año..., probablemente me he transformado un demente por culpa de ese monstruo, quien busca enloquecerme hasta que pueda saltar sobre mí y convertirme en su merienda. De solamente pensarlo la piel se me pone de gallina y el miedo golpea cada extremidad que me vuelve un ser humano.

ㅤㅤㅤMe niego a abrir los ojos y observarlo allí, con su oscuridad e iris hundidos en hambre. Sentir mi miedo debe agrandar su apetito, pues una presa sumida en terror vuelve más sabrosa la idea de que fue gracias a ti que se ha convertido en comida. Mi corazón bombea con cada vez más fiereza, sintiendo los brutales golpes que da contra mi caja torácica, podría confirmar, sin ningún tipo de duda, que el órgano que se encarga de esparcir sangre en todos los recovecos que conforman mi anatomía, saldrá volando a alguna parte del cuarto: ensuciará la alfombra floral que tanto le gusta a mi madre, latiendo allí hasta que la falta de un cuerpo y la conexión de venas lo haga detenerse por completo.

ㅤㅤㅤUn gruñido se escucha un poco más abajo, casi cercano a mis piernas. Trago saliva, la cual se mantiene atrapada en mi garganta, consiguiendo que casi me ahogue. Los nervios se fusionan con el miedo, construyendo una guerra interminable sobre quién gobernará la situación. La pelea está igualada: los nervios optan por atacar con una espada de respiraciones agitadas y el miedo se defiende, devolviendo el golpe con martilleos de latidos que tranquilamente podrían llegar hasta las orejas triangulares repletas de cabello oscuro, grueso y sucio de mi futuro atacante. Una parte de mí quiere correr: levantarme de la cama a toda la velocidad permitida para huir hacia el pomo recién lustrado de la puerta, abrirla hasta que choque contra la pared y deje un hoyo hundido que me hará recordar cada día de mi vida este momento. Pero la simple idea de hacerlo y encontrarme con él, usando sus piernas monstruosas para atraparme y engullirme, saboreándome junto a una sonrisa ensangrentada de dientes filosos, horribles..., sí, esa sencilla imagen es suficiente para detener cualquier acción.

ㅤㅤㅤOtro ruido a la par de un movimiento en mi estómago, como si lo agitaran levemente, casi sin tocarlo. El sudor comienza a crearse, haciéndome sentir pegajoso, incluso mis prendas se vuelven incómodas con cada respiración. Los pliegues me pellizcan, así que agito en pequeño mis extremidades para que termine. Fallo, fallo y fallo. Es igual a retorceduras contra la piel blanca de mis brazos, piernas y el centro de mi pecho, riéndose de los intentos mal hechos.

ㅤㅤㅤGiran el picaporte: lento, endemoniadamente lento. Quiere implantarme diminutas dosis de demencia hasta que grite de terror. Todavía oigo la forma en que poco a poco consigue que la madera ya no permanezca cerrada. Un «clic» y dejo de respirar. ¡Entró, entró, entró! Un crujido que se alarga hasta parecer el chillido de dolor más espantoso que podrían crear unas cuerdas bocales, golpea las paredes y se detiene de repente. Únicamente siento el oxígeno que entra y sale por mi nariz: pesado, agitado y molesto, muy molesto. Es un sonido que lo llevará directo a mi ubicación, ahora sabe a la perfección que yo estoy dentro.

ㅤㅤㅤUn paso. Algunas cosas se mueven, temblequean y se golpean entre ellas.

ㅤㅤㅤEl tintineo se multiplica, al igual que objetos delicados chocando entre sí cada vez que llega la hora de la merienda, y mamá trae una preciosa bandeja con círculos de los colores primarios, la que me regalaron hace años.

ㅤㅤㅤDos pasos. Se oye un gruñido de nuevo, un poco más bajo, como si algo le hubiera estorbado del camino que me dejará cayendo por partes desde su garganta hasta rebotar contra el estómago, deshaciéndome cuando los minutos caminen y se transformen en horas.

ㅤㅤㅤTres pasos. Silencio y una mano grande se aferra contra la remera amarillenta que traigo puesta hoy, siento sus uñas clavarse lentamente en la piel que me conforma el pecho. Tranquilamente, podría rasgarla si deseara, pero quizás no está en sus planes, seguro quiere tragarme con el envoltorio, para no perder tiempo en tonterías.

ㅤㅤㅤMe agita, continúa agitándome hasta que termino por gritar, dejándome ir, casi rogando que termine con su idea de asustarme, pero no abro los ojos. No puedo, imaginar que mi última visión en vida sea su rostro..., eso me transformaría en un cadáver antes de que esa cosa me arrancará las extremidades una a una y las masticara como su cena.

ㅤㅤㅤ—Despierta —susurra un poco lejos de mí, todavía con su garra en mi prenda. Su aliento caliente y voz baja caminan por mi oído, acercándose a mi mejilla izquierda.

ㅤㅤㅤColoca la otra mano en mi pierna izquierda, sujetándola bien mientras empieza a hacer fuerza. Siento como el colchón ya no presiona mi espalda, mi cabeza cuelga gracias a que nada la soporta y me rehúso a echar un vistazo. Mi boca pega gritos, removiendo el cuerpo en un inútil intento de salvarme, de pensar que quizás me permita vivir y olvide que existo.

ㅤㅤㅤSu respiración empieza a tatuarme el cuello, mientras sus dedos aún están sujetándome, casi como si buscara que no pudiera escapar ni siquiera utilizando cada pequeño porcentaje de fuerza creciente en mi anatomía.

ㅤㅤㅤMoriré, ya puedo percibir sus colmillos arrancarme los brazos, piernas y luego se los lanzara a la boca, uniendo su dentadura hasta volverme una masa pastosa, mientras me obliga a mirarlo, a presenciar esa escena salida de una película repleta de litros de sangre, pero está vez será la mía: goteando en el suelo, la alfombra, su pelaje, boca, dientes, lengua. Sentiré como muero morosamente, hasta que me quedé sin líquido rojo dentro de mí y empiece a boquear como un pez. Falleceré y él se alimentará de lo poco que aún queda de mí.

ㅤㅤㅤNadie sabrá qué me ocurrió, seré un caso sin resolver como muchos otros hasta que...

ㅤㅤㅤ—Despierta, bebé. Ya deja de jugar, te he traído la merienda, ¿no piensas comerla? —El sonido suave de sus palabras, algo agudas, se pegan contra mi oído, empezando a plantar uno de los miles de besos que coloca en mi cachete.

ㅤㅤㅤSeparo los párpados sin creerlo aún. Allí, con su cabello negro como la noche algo desarreglado y atado en una coleta rosada que ya se encuentra bastante desgastada, una sonrisa gigante y sus brazos a mi alrededor, alzándome como si fuera un bebé, se encuentra mi progenitora. En el suelo, una bandeja con galletas de colores y una taza de tigre con leche chocolatada dentro.

ㅤㅤㅤMis pulmones vuelven a funcionar de la manera correcta ante el panorama.

«La imaginación es un
arma de doble filo».

© 𝘀𝗼𝘂𝘁𝗵𝗉𝖺𝗐𝗍𝖺𝗍𝖺 - 𝟮𝟰.𝟢𝟦.𝟮𝟭

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