Capítulo 16: La mano negra del destino

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Seiryú avanzaba veloz a través de los diferentes paisajes que su viaje de regreso a casa le presentaban. Paisajes que pasaban desapercibidos ante su mirada, pues esta se mantenía estática hacia adelante. A ese ritmo y haciendo uso de su poder, no le tomó mucho estar de nuevo en Konoha al amanecer. Conforme más se acercaba a donde se encontraba Ayane, más notaba que ella se encontraba debilitándose a cada segundo que pasaba.

Ayane: B-bienvenido de vuelta... Esperaba verte antes. -Dirigió su mirada a la ventana de la estancia, a la par que esta se abría súbitamente dando paso al voluptuoso cuerpo humano del dragón.

Seiryú: ¡!

Ayane: Lo sé, estaba tan sorprendida como tú cuando desperté. Nunca antes el jutsu se había roto de esta manera. Ya lo resolveremos luego, ¿te importaría devolverme mi chakra?

Seiryú: Sí, lo lamento. -A través de posiciones de mano, volvió a sincronizarse con ella.

Ayane: ¡Ah, mucho mejor! -En cuestión de segundos, volvió a la normalidad. – Pakkun me puso al tanto de la situación, ¿dónde está Kakashi? Tenía entendido que volverían juntos. -Seiryú apartó su vista de la de ella y permaneció callado.

Gai: ¿O-ocurrió algo? -Al notar su reacción, decidió intervenir entre ambos, temiendo lo peor.

Seiryú: Nada de qué preocuparse. Lo único que ocurre es que Ayane tiene como prometido a un engreído.

Gai: -suspiró aliviado. -Y no lo conociste de niño...

Ayane: ¿Tuvieron diferencias?

Seiryú: Algo así. Estará aquí, cálculo que al anochecer. -Sin decir nada más, dirigió su andar hacia Raiden, quien dormía recostado sobre el regazo de Ayane. -No te preocupes, él está bien.

Ayane: Lo sé, no estarías tan tranquilo si fuera de otra manera. Pero, quiero saber qué ocurrió entre ustedes.

Gai: Creo que ustedes dos tienen mucho de qué hablar, regresaré con Lee.

Ayane: Gracias, Gai.

Gai: Si necesitas algo más, házmelo saber. -Sonrió con su pulgar en alto y regresó a la habitación de Kakashi. Habitación que Ayane dejó que ocuparán mientras ella esperaba el regreso de Seiryú en la sala.

Seiryú: Quizá deberías descansar también.

Ayane: Nah, estoy bien, dormí por una semana y ahora me siento como nueva. ¿Y bien? Soy todo oídos...

El sol comenzaba a salir, parecía un buen momento para salir de la cama y emprender el viaje de regreso a casa. Recordó que había prometido alcanzar a Seiryú, pero aun estando en su mejor condición nunca lo hubiese logrado. Pero, a decir verdad, se sentía más aliviado al tener que viajar solo, su presencia y las diferencias que habían tenido, lo hacían sentirse incómodo, la personalidad y actitud cuando estaba lejos de Ayane, era totalmente diferente a la que mostraba estando ella presente y eso le disgustaba. -Bueno, al menos no tendré que volver a trabajar a solas con él. -Se dijo a sí mismo, al mismo tiempo que ajustaba su banda. Tan pronto estuvo listo, abandonó su habitación para reunirse con el Raikage, antes de irse, debía despedirse y agradecer su hospitalidad, además de recordarle, aquél "encargo" que le había hecho.

A medida que se alejaba del País del Rayo, el paisaje que se abría ante él se tornaba árido y rocoso, además de frío. Aceleró el paso para no perder demasiado tiempo en atravesar la frontera, pero a medida que avanzaba, el clima se tornaba nuboso, tanto, que era difícil poder ver a través de las espesas nubes que se presentaban ante él.

-Sin duda, esto dificultará mi andar... además, me pone en desventaja. -Pensó.

Volvió sobre sus pasos, miró a su alrededor y vio a lo lejos una bifurcación que se abría entre dos rocas y parecía no tener aquella misma y espesa bruma. Sin saber si aquél nuevo camino que se abría ante él, sería un atajo o un sendero sin salida, decidió tomarlo y arriesgarse a ver a dónde lo llevaba.

𝗘𝗟 𝗡𝗜𝗡𝗝𝗔 𝗗𝗘𝗟 𝗗𝗥𝗔𝗚𝗢́𝗡 𝗡𝗘𝗚𝗥𝗢 || 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧Where stories live. Discover now