Capítulo 1

70 10 6
                                    

" Y así es como nos damos cuenta que el mundo no es lo que parece, que estamos rodeados de inseguridades, y que el ser humano se creó para ser imperfecto, que los complejos crecen ante las atentas miradas de otros, como poco a poco te vas hundiendo en tu misma miseria".

Cerré el libro y lo dejé junto a mi cama, un intenso dolor de cabeza se apoderó de mí, beber tres días seguidos no fue la mejor idea que pude haber tenido. Peiné mi cabello negro, pinté mis labios de un intenso rojo, y me perfume en abundancia, tengo que admitir que nunca me gustaron los aromas fuertes, sobre todo el aroma potente de las flores en perfumes, pero esto lo requería.

Salí cerrando la puerta de mi cuarto sin meter algún ruido, sospechas era lo que menos quería provocar, en el living yacía totalmente borracho mi padre, las deudas lo estaban matando, y no hayo mejor solución que aferrarse al alcohol para intentar salir de sus problemas. Suspiré y seguí mi camino con dirección a la salida.

-¿Para dónde vas a estas horas? -Asustada giré mi cabeza en su dirección, tragué en seco. -Seguramente vas a prostituirte con ese asqueroso cuerpo que tienes...eres igual a tu madre, lo único que hacía era mover la cola a cualquier hombre que pasaba frente a ella.

-¡Eso no es verdad! -Mi madre no es así -No tienes el derecho de decir algo así de ella.

-Solo vivía a costillas mías, era un gasto más -Bebió directamente de la botella, la cual perecía ser un whisky bastante barato -Al igual que tú, que tan solo sirves para gastar el dinero que tengo.

Me mantuve en silencio mordiendo el interior de mi mejilla para no caer en la tentación de discutir con alguien borracho.

-Saldré esta noche, no me esperes.

-Ni pensaba quedarme despierto esperándote zorra. Largo de aquí. -Cerré la puerta detrás de mí, saliendo a la fría intemperie, afortunadamente salí con ropa abrigada para combatir este frío infernal que había en esta particular noche obscura.

Las bellas calles de París se me hacían de lo más apagadas y desoladas a estas horas de la noche, un pequeño escalofrío recorrió mi espalda, detonado un sentimiento de inseguridad. No es normal ver a una chica caminando sola por las calles a mitad de la noche. Detuve a un taxi para poder encaminarme a mi lugar de destino. El olor a tabaco envolvía el carro, taparme la nariz no ayudaría ya que de alguna manera tenía que acostumbrarme a la toxicidad de aquel humeante tabaco, y aquellos olores repugnantes que nunca me agradaron.

Después de unos agonizantes quince minutos llegué a mi lugar de destino, oscuro y normal por fuera, luminoso y extravagante en su interior, pagué al conductor lo correspondido y bajé del taxi, entré por la puerta de empleados encontrándome a un montón de jóvenes y hombres disfrutando del show que se hizo tendencia esta semana.

-Hanna querida has llegado tres minutos tarde, ven sígueme tenemos que arreglarte- Seguí a mi compañera de trabajo a los vestíbulos. Dos hombres estaban dentro con trajes y maquillajes esperando por mí -Querida no pongas esa cara, trabajar en un club nocturno privado tiene sus consecuencias, y entre ellas esta esté vestuario desaliñado, aun no puedo creer que nos hagan ocupar estas cosas en pleno invierno. -Dijo mientras tiraba lejos una lencería erótica.

Me senté y Charlie me abrazó por los hombros.

-Eres la mejor haciendo lo que haces, no te sientas tímida por tener un trabajo, todos los trabajos son dignos, ninguno es más que otro ten eso en mente mientras subes a ese escenario. -Me soltó para dirigirse a ambos hombres que estaban detrás nuestra. -Ella es la carne más tierna aquí hagan que luzca tierna y erótica y tímida a la vez, háganla relucir como el diamante que es.

Ambos hombres asintieron, y pusieron manos a la obra en mí. Notaba como un montón de cosas eran colocadas en mi rostro, nunca me agrado el maquillaje, pero si tenía que ocuparlo para ganar un poco de dinero, lo haría.

Luego de unos veinte minutos, los chicos terminaron de reconstruir mi rostro, me miré en el espejo, ellos habían hecho un gran trabajo, mi pálida piel relucía con un tono rosado en mis mejillas haciéndome ver más viva, mis ojos fueron maquillados suavemente, tonos derivados desde los naranjos hasta los cafés, mis labios fueron limpiados y humectados, pintados con un brillante tono rubí mate.

Me puse mi traje correspondiente de esa noche. Todas las noches nos tocaba actuar como una persona diferente, hoy estaría luciendo un hermoso vestido apretado y largo hasta el suelo, con tajos a lo largo de ambas piernas, un escote desproporcionado relucía en mi espalda, y como de costumbre mi elegante mascara negra. Era la única permitida de ocupar una máscara, trajo consecuencias a mi sueldo, pero el jefe no podía permitir que se descubriera que una alumna universitaria estaba trabajando en un club nocturno a su mandado.

Al salir notaba la vista de muchas personas en mí. Las chicas que vestían trajes largos eran como una atracción por aquí, por alguna extraña razón a los hombres le gustaba más ver cómo nos quitábamos la ropa de apoco, a que llegar técnicamente desnudas desde un principio. Saludé a los clientes regulares y me dirigí al bar. Me senté esperando a que llegará alguien a quien servir o que me llamaran directamente a hacer otra cosa.

No es que tuviera libertad a la hora de hacer mi trabajo, pero llevaba un tiempo aquí, y uno se acostumbra al ritmo de las otras chicas, y sabía que tarde o temprano llegaría alguien a quien tendría que tratar como al rey del lugar. Mire a mis alrededores, sintiendo la potente mirada de alguien, Un hombre, no parecía mayor a 29 años o eso, es lo que se notaba a la distancia, llevaba una máscara negra cubriendo la gran mayoría de su rostro así que mucha información no podría sacar de él.

-Si realmente quiere que pase la noche con él, ¿Por qué no viene? - Murmure, el nuevo mesero me miro y se rio por lo bajo, se apoyó en el bar y habló por lo bajo.

-Aunque no lo creas lleva días así, como tu trabajas solo los viernes y fines de semana, no lo has notado, pero viene siempre al local, y pareciera que siempre está buscando a alguien.

-Realmente no lo había notado, creo que es la primera vez que lo veo- Lo mire de reojo, seguía con su mirada latente en mí, incomodidad me provocaba que no se acercara y que solo se quedara mirando.

-No debes preocuparte-Tomó en sus manos una bandeja con copas llenas de alcohol- Al final siempre termina yéndose con alguna de las chicas, espero que nunca te toque acostarte con alguno de estos tipos- Acaricio mi cabeza, Claude era mucho mayor que yo, por lo que era bastante cuidadoso con las trabajadoras femeninas. - Estas bien solo acompañando a beber a los hombres.

Mire como se iba sonriente a las mesas, suspiré y note como alguien se sentaba a mi lado.

-Hola, Te estuve mirando desde hace un rato, y en este momento tengo muchas ganas de pasar la noche bebiendo con una chica misteriosa- Sonreí para mis adentros.

-Claro, disfrutemos de esta larga noche- Le sonreí y bebí de mi margarita. La noche recién comenzaba para mí.

SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora