Lluvia.

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Ahí estaba yo, sentada en aquel banco de madera mojado. Sintiendo las gotas de lluvia en mi rostro. Veía las plantas mojadas, el barro, los gigantescos charcos de agua. En mi mente sonaba una melodía, una canción. Aunque en la realidad lo único que oía eran los constantes truenos y la lluvia.

Cerre los ojos, me adentre más en mi abrigo, en mi fino pero abrigador saco. Abrí mis ojos verdosos, contemplaba las gotas de agua cayendo por el extremo de las hojas. Como las ramas desnudas dejaban ver las gotas que se deslizaban por ellas mismas. Los cortos refucilos. Uno que otro pajaro. Amaba la lluvia. Me había cansado de estar tras la ventana, aunque también me encantaba recostarme en el pequeño sillón junto a la ventana, y contemplar la lluvía hasta caer en un sueño profundo. Quise salir y vivir la lluvia. Los truenos se oían a lo lejos. Las largas ramas llenas de hojas del sauce se movían de un lado a otro, mire al cielo, las nuves. Nuevamente cerre mis ojos, y aspire el olor a pasto mojado.

Lluvia. (one shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora