001 ♡ libros con olor a polvo

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FINALES DE SEPTIEMBRE, principios de otoño. Hacía una brisa suave que mecía las hojas a su paso. Todos los árboles se estaban tiñendo de colores cálidos; rojos, marrones y amarillos decoraban éstas.

ChanHee paseaba tranquilamente por las amplias calles urbanizadas de Seúl.
Se dirigía hacia su librería favorita, para apropiarse de algún que otro libro que estuviera en su larga lista de lectura. Llevaba ya un tiempo sin ir por esos lugares, y estaba ilusionado por volver allí.

Después de cruzar un par de calles que mayormente contenían edificios en tonalidades grises y de estar unos cuantos minutos andando a un ritmo lento, pues se paraba a observar todo lo que había a su alrededor, llegó a su destino.

La librería estaba tal y como la recordaba. Había un pequeño porche con un escalón de piedra. Encima de él, se encontraba una mesita negra con varios folletos acerca de concursos literarios que no se paró a hojear, porque ya los conocía todos. En las puertas, de tonos azules oscuros y con grandes cristaleras, había pósters y carteles con frases de libros famosos. También había un pequeño tablón de madera con el horario de apertura, y justo debajo de ésta, en la esquina izquierda, había una maceta de mimbre con flores de diversos colores.

ChanHee se adentró al establecimiento en busca de su nuevo libro, aunque, no sabía qué quería en específico.

Por eso, escoger cuál llevarse, entre los tantos que había y quería, le resultó una tarea ardua.

Dio vueltas una y otra vez por la librería, recorriendo los estrechos pasillos. Todas las estanterías, que eran de un tono madera oscuro y estaban decoradas con luces que cambiaban de color, llegaban hasta el techo y estaban repletas de libros de todo tipo; romance, fantasía, terror, ciencia ficción... Y él no sabía cuál coger, pues todos le parecían buena opción.

En un último intento de encontrar el libro indicado que le acompañará las próximas semanas, descubrió entre los estantes más altos, un libro que yacía entre tomos de alegres colores, uno con una tapa de cuero color negro, cuyo lomo indicaba que era una edición especial de Cien años de soledad. Y, dado que hacía tiempo que quería leerlo, ya que hablaban maravillas de esa obra, decidió que se lo llevaría a casa consigo.

Intentó alcanzarlo, pero debido a su estatura, más bien baja, y a la gran altura a la que estaba el libro, no pudo lograr su cometido. Volvió a intentarlo otra vez, poniéndose de puntillas y estirando su brazo lo más que podía sin desencajárselo. Una vez más, falló.

Se quedó parado, mirando hacia arriba, cuando un brazo atravesó su campo de visión, dirigiéndose hacia el libro que había llamado su atención. La persona de su lado alcanzó la cubierta y extrajo con cuidado aquel ejemplar.

─Aquí tienes ─dijo una voz risueña a su derecha.

ChanHee se giró y se encontró con la amplia sonrisa de un chico más alto que él, pero que a juzgar por su apariencia, tenía casi la misma edad.
Mantuvo su mirada fija en los ojos marrones del contrario, inundándose de un sentimiento completamente desconocido. Empezó a sentir cómo se le subía la sangre a las mejillas.

─Gr-gracias... ─susurró, presa de la vergüenza.

─No hay nada que agradecer, ha sido un placer ayudarte.

Desde ese día, todos los fines de semana ChanHee y YoungHoon van a la librería a coger un nuevo libro, y luego, se van a tomar café mientras hablan de todo lo que han leído cuando no estaban juntos.
Aunque, ya no hace falta que vayan a una cafetería para hablar de libros, pueden hacerlo siempre que están en casa. Y es que, después de un par de meses de amistad, Younghoon le pidió salir al menor. Ahora, ambos comparten una preciosa casa con un enorme jardín, donde se sientan a leer juntos por las tardes.

ChanHee nunca pensó que la lectura le uniría a su alma gemela, pero está muy agradecido por ello.

2O2O © morphoeugenia

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