✍︎

115 13 7
                                    

Mi visión periférica estaba obstruida por la capucha de mi sudadera negra y yo estaba demasiado ocupado con el lápiz entre mis dedos haciendo trazos torpes sobre el papel. El bullicio a mi alrededor sólo lograba irritarme, lo único que me daba ánimos en ese primer día de escuela era saber que estaba a punto de terminar.

La profesora de inglés había asignado una actividad cuya finalidad era conocer a nuestros nuevos compañeros. Está de más decir que no me molesté en intentarlo. Ese solitario asiento al fondo del salón disimulaba perfectamente mi apatía entre el constante vaivén de los alumnos a lo largo y ancho del aula. Sabía de antemano que nadie se detendría siquiera a perdonarme una mirada, siempre había sido así y siendo honestos, lo prefería de esa manera.
La imagen descuidada de aquel paisaje ilustrado con grafito se vio bloqueada por un aburrido formulario en blanco. Levanté la vista, molesto de tener que interactuar con cualquiera que fuera tan estúpido como para no reconocer a un inadaptado social cuando lo ve.

–Hola–dijiste tímida pero amablemente. Tu aura inocente me causó cierto rechazo y estuve a punto de ignorarte y seguir con lo mío pero no pude porque te arrodillaste junto a mí para hablar de nuevo.

–Eres Namjoon, ¿cierto?–Sólo atiné a asentir con la cabeza y tus ojos se iluminaron apenados.–Tal vez no me recuerdes pero, asistimos a la misma secundaria, me llamo Sunhae.

Exprimí mi cerebro tratando de encontrar tu rostro o tu nombre entre toda esa información de los últimos tres años de secundaria que estaba próxima a ser desechada de mi cabeza, pero fallé.
Mi prolongado silencio te obligó a intervenir nuevamente.

–¿Te importaría ayudarme con esto?–Me cuestionaste dirigiendo tu mirada hacia aquel formulario sobre la mesa. Tomaste mi mutismo reiterado como una respuesta positiva ya que comenzaste a hacerme preguntas que me limité a contestar con monosílabos.
Cuando terminaste de llenar los espacios en blanco me miraste otra vez, luego miraste ese trozo de papel arrugado junto a mi dibujo. Lo tomaste sin ningún impedimento y, después de desarrugarlo lo mejor que pudiste, empezaste a escribir sobre él.
–Gracias Namjoon–me dijiste sonriendo antes de levantarte e ir a entregar tu actividad con la profesora.
Te vi colgar tu mochila roja sobre tu hombro y salir del salón después de eso. Ese día no entregué aquel formulario que llenaste por mí. No lo entendía entonces, pero ahora sé que no lo hice porque sería la primera de muchas cosas que atesoraría de ti.

Durante ese primer año de preparatoria no intenté acercarme a ti de nuevo y tú tampoco lo hiciste conmigo. Y aunque me gustaría decir que no me importó, en realidad sí lo hizo, porque me había resignado a mi cotidianidad en la que todos los demás me miraban por sobre el hombro con desprecio y superioridad, pero tú no, tú te arrodillaste para hablarme como iguales.
Me miraste.
Y yo, que siempre me ocultaba entre las sombras, ahora deseaba ser más brillante que las estrellas sólo para que tus ojos se posaran en mí.

palabras |k.n.j|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora