Presuntos inocentes

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En alguna parte del Océano Pacífico, no muy alejado de las costas de California, Derek Hale estaba disfrutando de un merecido descanso en barco luego de que su jefe fuera encontrado muerto en su oficina.

Pero no era cualquier barco.

Fue Scott, un compañero del trabajo, el que le pagó el boleto para que pasaran una semana entre miembros adultos de la comunidad LGBTQ+ ya que Derek se había declarado gay hacía años pero aún no se lo había visto en pareja jamás.

Sin nada que objetar y sin tener otra cosa que hacer, aceptó con gusto. Después de todo, solo duraría siete días.

...

Ya estaban en el quinto día cuando Derek despertó en su camarote con una resaca increíble a causa del sonido agudo que provenía desde afuera. Se suponía que las habitaciones tenían puertas a prueba de sonido, pero la música debía estar realmente fuerte para que sobrepasara.

Se levantó a duras penas, se tomó el tiempo suficiente para bañarse y se puso ropa adecuada antes de salir.

Sin embargo, en cuanto estuvo en el pasillo, se llevó la gran sorpresa de que habían incontables personas disfrazadas con lo mismo; bermudas blancas con cinturones naranja, camisas de mangas cortas y tanto botones como corbatas también naranjas. Tenían gorritos de marinero con los mismo colores y unos antifaz negros.

Había olvidado por completo que aquel día debía vestirse así para la fiesta, según figuraba en el folleto de actividades. Pero a sabiendas de que nadie iba a hacerle ninguna especie de problema, siguió caminando entre música, risas, personas rozándole mientras bailaban y grupos besándose. Incluso teniendo sexo en algún rincón.

—Es la mejor parte del viaje.

Escuchó decir de repente a una de las personas disfrazadas, quien estaba con otras personas mientras bebían algo en vasos finos y largos de plástico. Eran sin dudas un grupo de chicas trans hermosamente maquilladas bajo sus antifaces, y ni sus bebidas arruinaban sus labiales.

Se quedó a seguir escuchando.

—Este es la única ocasión donde pueden follar todos con todos y frente a todos sin necesidad de saber quiénes son.

—¡Es el punto de los disfraces iguales, perra! —festejó otra de las chicas muy animada y levantado su vaso para que las demás chocaran.

Derek sonrió levemente y siguió avanzando, hasta que alguien se le puso enfrente, y a juzgar por su quijada dispareja, conoció a Scott. El disfraz de marinero le quedaba ridículo.

Éste le ofreció un vaso de los largos que Derek lo aceptó sin problemas. Lo olió y reconoció el ponche con escaso alcohol.

—¿Por qué no te pusiste tu disfraz?

—Lo olvidé —respondió secamente Derek, dándole un corto sorbo a su bebida mientras miraba a su alrededor. Era increíble lo bien que se veían todos con el mismo disfraz, distintas tallas y diferentes estaturas, pero todo el mundo encajaba.

Scott alzó los hombros restándole total importancia y también buscó a alguno que estuviera mirándolo. Después volvió a mirar a Derek entre risas.

—Adivina quién ya se cepilla lengua y las encías sin tener arcadas —le dijo de cerca, con una sonrisa enorme en el rostro, bañada de orgullo.

Derek alejó un poco el rostro con un gesto evidente de asco.

—Que asqueroso eres.

—Oh, no jodas —replicó Scott con ironía—, en quince minutos estarás haciendo lo mismo. No te hagas.

Presuntos inocentes | Sterek One-Shot |Where stories live. Discover now